La experiencia de evitar las minas
'El frente está minado, igual que Kabul; sé que los norteamericanos tienen equipos especiales para detectarlas, pero sirven de poco en Afganistán: el terreno se encuentra tan lleno de metralla y restos de todas las guerras que las máquinas se confunden', asegura el comandante Rademudin, uno de los más afamados en la lucha contra los talibanes.
'Para sobrevivir a las minas es mucho más importante la experiencia; saber dónde se encuentran los senderos por los que se puede andar seguro. Y esa información sólo la tenemos nosotros'. 'Muchos muyahidín han muerto o han quedado mutilados por las minas. Tenemos gente que sabe descubrirlas y abrir un camino (...) Siempre me he negado a utilizarlas. Cuando termina la guerra y llega la paz, las minas permanecen bajo tierra y matan civiles'.
Rademudin, como el general Babajan, jefe de la base aérea de Bagram, otro de los terrenos más minados del país, considera innecesaria la presencia de comandos o de infantería estadounidense para acabar con los talibanes. 'Sería un error enviar esas tropas a Afganistán. Los talibanes tendrían más fácil agitar y manipular el sentimiento nacional y lograr más apoyos entre la población', asegura Rademudin. 'Serían más fuertes; tendrían una razón para combatir'.
'Los norteamericanos no conocen las montañas ni la gente ni los lugares donde se esconden los terroristas. Solos no lo conseguirán. Es casi imposible, y el precio a pagar sería muy alto', insiste.
Rademudin vuelve a hablar de las minas antipersona. 'Aquí las tenemos de todos los tipos, tamaños y nacionalidades. Son muchos años de guerra, más de 20; todos los bandos han plantado esos artefactos aquí o allá. No existen mapas de los campos de minas. Los aparatos más sofisticados se confunden y no resultan tan útiles. Los norteamericanos tendrían bajas'.
Rademudin, como Babajan y el ministro de Exteriores de la Alianza del Norte, Abdula Abdula, manejan decenas de argumentos para convencer a Estados Unidos de que ellos son la fuerza terrestre; los únicos capaces de vencer a los talibanes. 'Tenemos la experiencia sobre el terreno; somos afganos y musulmanes; sería mucho mejor que los norteamericanos nos ayudaran a avanzar'.
'El asesinato de nuestro jefe Ahmed Masud [muerto dos días antes de los atentados en Nueva York] fue un golpe muy duro. Nos ha privado de su liderazgo en un momento clave. Él tenía la visión política y los contactos internacionales. Si viviera en este momento, estoy seguro de que los norteamericanos no tendrían dudas de si deben de ayudarnos', añade Rademudin.
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