Pakistán acepta las pruebas contra Bin Laden en un giro radical de su posición
Musharraf: 'Hemos visto el material de EE UU y hay bases suficientes para juzgarle'
Pakistán ha completado su giro de 180 grados. El Gobierno de Islamabad anunció ayer que considera suficientes las pruebas contra Osama Bin Laden presentadas por Estados Unidos. Ha sido el último gesto en una semana en la que el presidente paquistaní, general Pervez Musharraf, ha reconocido que los talibán tienen los días contados en Afganistán, ha expresado su deseo de recibir a un enviado del rey afgano exiliado y ha defendido un Gobierno multiétnico de base amplia para el país vecino. Sólo la ruptura de relaciones diplomáticas podría ser un mensaje más claro a los talibán.
'Hemos visto el material que nos ha facilitado Estados Unidos, y en él hay bases suficientes para presentar cargos ante un tribunal', declaró ayer el portavoz de Exteriores, Riad Mohamed Jan. 'Recordarán ustedes', añadió Jan ante los informadores, 'que con anterioridad [varias] resoluciones del Consejo de Seguridad han pedido que el señor Osama Bin Laden sea entregado para ser juzgado'.
Este resultado refuerza la decisión de Musharraf de apoyar a la coalición internacional y le hará más fácil conseguir el apoyo de los paquistaníes. Su Gobierno, que afronta una gran presión interna por su alineamiento con Estados Unidos en esta crisis, ha insistido desde el principio en la importancia de que cualquier acción tenga la cobertura de las Naciones Unidas y en la necesidad de ver las pruebas que incriminan a Bin Laden.
'Entendemos que las investigaciones de Estados Unidos continúan y esperamos que se nos tenga al tanto de los datos que se vayan añadiendo', manifestó el portavoz. Jan recordó además la petición hecha la víspera por el jefe de la diplomacia paquistaní, Abdul Sattar, para que las pruebas se hagan públicas. 'Estamos impresionados', declaró Sattar a la cadena de televisión CNN. 'Pedimos de nuevo a Estados Unidos que, por favor, haga pública esta información para que sea la comunidad internacional la que juzgue'.
El reconocimiento de la validez de las pruebas, que los analistas equiparan con un visto bueno para matar a Bin Laden, es el último de una serie de mensajes que Pakistán ha enviado esta semana a los talibán. El martes, en una entrevista con la BBC, Musharraf admitió que el régimen de los clérigos afganos tiene los días contados. Al día siguiente, en un notable cambio respecto a su postura anterior, el presidente expresó su disposición a recibir a un emisario del rey afgano exiliado en Roma, Mohamed Zahir Shah.
Horas después fue más lejos. Durante una reunión conjunta de su Gabinete y del Consejo de Seguridad Nacional, celebrada durante la noche del miércoles al jueves, Musharraf manifestó su convicción de que Afganistán necesita un Gobierno multiétnico de base amplia. El presidente paquistaní también advirtió a Estados Unidos de que ningún Gobierno que sustituya a los talibán podrá tener éxito si está impuesto desde fuera.
Aun así, esta nueva actitud supone un giro radical en su política afgana. Hasta ahora, Pakistán se había opuesto vehementemente a la hipotética sustitución de los talibán, y la propaganda oficial calificaba de 'enemiga' a la Alianza del Norte, la coalición de milicias con la que Zahir Shah ha iniciado conversaciones para formar un Gobierno de transición. Junto al mensaje a los talibán, Musharraf está diciendo a su pueblo que Pakistán no puede seguir apoyando a ese régimen después del revulsivo que han supuesto los atentados del pasado 11 de septiembre.
Tirar la toalla
Tal como ha explicado el portavoz gubernamental, 'Pakistán ha transmitido a los talibán cuál es la situación, cuáles son los peligros y qué espera de ellos la comunidad internacional'. 'Les hemos dicho que no les queda mucho tiempo', subraya Jan. Y, sin embargo, no han logrado hacerles cambiar en su negativa a entregar a Osama Bin Laden, una postura que va a costarles el poder.
Los rigoristas afganos se están quedando sin opciones. Los propios clérigos paquistaníes, que mantienen importantes lazos ideológicos y personales con los talibán, han tirado la toalla. Una nueva misión de ulemas, que incluía a los dirigentes de los cuatro principales partidos islámicos protalibán, ha cancelado sus planes de viajar a Kandahar, el feudo de ese movimiento. 'No hay posibilidad de que cambien de opinión', explicó un portavoz.
Mientras tanto, los ministros talibán, que durante los últimos días han recorrido el país para asegurar sus alianzas locales, regresaron ayer a Kabul para una reunión de urgencia del Gabinete, cuyo contenido se desconocía anoche. Desde las regiones bajo control de la Alianza del Norte, continuaban llegando informaciones de deserciones y revueltas antitalibán difíciles de comprobar.
Pero residentes contactados por teléfono confirman un aumento de los controles y la presencia de hombres armados en las principales ciudades de Afganistán.
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