La crisis reactiva la figura de Colin Powell, relegado hasta ahora por la política aislacionista de Bush
Colin Powell proporcionó ayer las primeras sonrisas que la Administración de Bush ha dejado ver desde los ataques del pasado día 11. Fue en la conferencia de prensa en la que analizó la situación, donde apareció relajado y a veces sonriente, como en un intento de introducir normalidad en un país traumatizado por los ataques de hace una semana. Esta crisis ha vuelto a hacer brillar la estrella de Powell, cubierta hasta ahora por las inclinaciones aislacionistas de la Casa Blanca. La guerra que se plantea Estados Unidos requiere una intensa actividad diplomática y la formación de una alianza de amplio espectro, una apertura al mundo defendida por Powell.
El ex general Powell, al frente de la diplomacia, formaba equipo teóricamente con el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, ambos bajo la tutela del vicepresidente Dick Cheney. La política de defensa y exterior que venía ejecutando la Casa Blanca había arrinconado a Powell, que llegó al Departamento de Estado como una de las grandes figuras de la nueva Administración. Bush se había mostrado aislacionista, capaz lo mismo de denunciar el tratado contra los misiles balísticos de 1972 como de deshacerse del tratado medioambiental de Kioto o de no acudir a la conferencia sobre el racismo en Durban.
Los atentados de hace una semana han descubierto a la Administración la necesidad de establecer alianzas y Powell se siente reivindicado. La misión es ingente, con asociaciones inconcebibles antes del pasado martes. 'Estamos recibiendo muestras de apoyo de todo el mundo, y no sólo apoyo retórico, sino apoyo real para todo lo que haya que hacer', afirma Powell, que ha llegado a buscar la colaboración de Siria, uno de los siete países que Washington tiene en la lista negra de Estados que apoyan el terrorismo por su sostén a Hamás, uno de los azotes de Israel. Irán también está en esa lista por razones de historia reciente y por su patrocinio de Hezbolá. Pero Teherán ha hecho un gesto amistoso en estas horas de tribulación y Powell está dispuesto a explorar hasta el fondo lo que eso significa, ayudado por las pésimas relaciones de Teherán con el régimen de Kabul
Powell se ha marcado el objetivo de crear una alianza con los países árabes moderados y espera contar también con la cooperación de Rusia y China, países muy críticos con los planes de guerra de las galaxias de Bush. El secretario de Estado va a tener ocasión, a los 64 años, de poner en práctica la doctrina política que lleva su nombre, basada en que no se debe intervenir militarmente si no hay objetivos políticos claros, si no hay una estrategia clara de salida y si no hay un decidido compromiso de poner en juego todos los recursos necesarios.
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