Dos jóvenes israelíes son asesinados a pedradas en venganza por la muerte de un bebé
El Ejército israelí bombardea e invade territorio palestino en represalia y provoca dos heridos graves
Kobi Mandel y Yosef Yisran, vecinos del asentamiento de Tekoa, al sureste de Belén, se han convertido en las penúltimas víctimas de la nueva oleada de violencia que desde hace dos semanas se ha desatado en la región. Sus cuerpos sin vida, destrozados y desfigurados aparentemente por golpes de piedras y cuchilladas, fueron localizados, después de una larga busqueda, ayer por la mañana en el interior de una cueva cerca del asentamiento del que habían desaparecido el día anterior.
'Llevamos ocho meses acumulando indignación y conteniendo a nuestra gente, pero la mecha se acorta, y temo que se encienda', declaró antes de los sepelios Saúl Goldstein, dirigente de los asentamientos israelíes de Gush Etzion, donde está el de Tekoa. A poco de trascender la noticia sobre el hallazgo de los dos cadáveres, colonos del enclave judío de Hebrón, a menudo implicados en actos de vandalismo contra los palestinos, promovieron choques con sus vecinos árabes, aunque no se informó de víctimas.
Un comando de la organización Hezbolá Palestina se atribuía ayer por la tarde en una conversación telefónica mantenida con una agencia de prensa internacional en Jerusalén la autoría de la muerte de los dos muchachos y de un tercer colono, un judío de origen brasileño, que había sido muerto el día anterior en un asentamiento en las cercanías de Nablús, al norte de Cisjordania. El comunicante aseguró a la agencia de prensa que este triple asesinato era una venganza por la muerte de la pequeña Imane Hijo, de cuatro meses de edad, que el pasado lunes murió por un obús israelí en el campo de refugiados de Jan Yunis, al sur de la franja de Gaza.
Las fuerzas de seguridad israelíes han iniciado una verdadera cacería humana en la zona, casa por casa, tratando de localizar a los autores del doble asesinato. Más de una veintena de personas habían sido ya detenidas ayer por la tarde, en los alrededores de Belén, entre ellos tres pastores beduinos. El arresto de estos tres últimos muchachos hizo difundir la hipótesis de que las muertes de los dos adolescentes podrían estar vinculadas al robo de un rebaño de 100 cabras, perpetrado el día anterior por un grupo de beduinos en un asentamiento judío. Ninguna pesquisa o hipótesis se da por descartada.
Las dudas policiales, sin embargo, no frenaron la respuesta política. Fue inmediata. El primer ministro Ariel Sharon acusó de los hechos al propio presidente Arafat y aseguró que 'estas muertes marcan una nueva escalada en la acción terrorista y contra la población civil'. Mucho más salvaje fue el ministro de Infraestructura, el radical Avigdor Liberman, que se refirió a los palestinos como 'un grupo de caníbales' y pidió al Ejército que actúe contra ellos de manera contundente, haciéndose de esta manera portavoz del movimiento colono, que por primera vez se manifestaba ante el domicilio de Sharon pidiendo que aplaste a los 'terroristas'.
El Consejo de Asentamientos Judíos de Cisjordania y Gaza pidió ayer a Sharón que considere un enemigo a Arafat: 'Estamos hartos de las palabras de pésame de los diferentes Gobiernos israelíes y exigimos que Sharon reconozca el hecho de que Arafat es un enemigo y no un interlocutor en negociaciones políticas. Mientras que el Gobierno reconozca a la Autoridad Palestina bajo el mando de Arafat como una entidad política y no la defina como una organización terrorista, a la que hay que derribar, judíos inocentes pagarán con sus vidas'.
Respuesta militar
No todo fueron palabras. Tras el ataque verbal se pasó a la respuesta militar, como si se tratara de cumplimentar un guión perfectamente redactado de antemano. Las tropas y los tanques israelíes invadieron el norte de la franja de Gaza para destruir un cuartel de la policía palestina y allanar el terreno circundante, posibilitando de esta manera la visión de la zona y favoreciendo la vigilancia de un destacamento fronterizo.
La población de la zona de Beit Hanun corrió despavorida por las calles, mientras la televisión estatal palestina alarmaba aún más a los habitantes decretando el estado de emergencia. La respuesta militar se completó horas más tarde con el bombardeo de un campo de refugiados en Rafah, al sur de Gaza, donde resultaron gravemente heridas una madre y su hija de tres meses y medio, Rim Ahmad. Una decena de personas resultaron heridas en la operación.
Los comunicados estériles de condena de la comunidad internacional se repitieron sin cesar durante todo el día, mientras el rey Abdalá II de Jordania y el presidente egipcio, Hosni Mubarak, continuaban insistiendo para que se impulsara el plan de paz redactado hace cerca de dos meses y en el que se contempla la instauración de un alto el fuego al que se le seguiría la apertura de unas negociaciones entre los dos beligerantes, con el apoyo de la Unión Europea y de Estados Unidos.
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