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LA NOCHE DE LA 'AMBICIÓN RUBIA'

Madonna convoco a 50.000 personas en Madrid

En las pantallas gigantes que mostraban el espectáculo se vio censurado un simulacro de masturbación

Andrés Fernández Rubio

Madonna gritó: "¿Soy el jefe?", y el público dijo que sí tímidamente. Repitió la pregunta, y la muchedumbre dio un alarido afirmativo. A partir de ahí, su dominio del espectáculo quedó fuera de duda. Cantó, bailó, corrió, brincó, rezó, se acarició el cuerpo y simuló una frenética masturbación durante el tema Como una virgen. Fue en ese momento cuando los vídeos gigantes se oscurecieron misteriosamente. Madonna mostró anoche sus cualidades ante unas 50.000 personas, en una convocatoria superior a la del cantante Prince, días antes, también en el estadio Vicente Calderón, de Madrid.

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A las 22.15 se encendieron las luces, comenzó a sonar el sintetizador y los siete atletas y dos gimnastas que bailan con Madonna hicieron su aparición sobre el escenario. Instantes después el murmullo del público subió de volumen, porque un ascensor con la forma de un brillante tallado se abrió, y de él salió ella: "¡Hola España", gritó mientras bajaba las escaleras enfundada en un mono que fue descorriendo al ritmo de la música para dejar al descubierto el corpiño galáctico de color blanco y pechos puntiagudos que algunos mitómanos consideran como la obra maestra de Jean Paul Gaultier en el ropero de Madonna para esta gira Express yourself -"te mereces lo mejor en la vida,/ así si que el ambiente no va contigo / piérdete"-, Open your heart, Causing a commotion y Wheres the party -"¿dónde está la fiesta?/ Deseo liberar mi alma./ ¿Dónde está la fiesta?/ Quiero perder el control"-, fueron las primeras canciones. Durante ellas, Madonna no se dio ni un respiro, en un espectáculo muy coreográfico y de calidad.

Al primer diálogo que mantuvo con el público, en el que dejó bien claro quién mandaba allí -"soy el jefe, soy el jodido jefe", repetía-, se unió un castizo "coño" que le hizo gracia al personal, y el numerito de la camiseta deportiva que ya había realiza do en Italia durante los Mundiales -en este caso, la cantante se puso el 16 con los colores del At lético de Madrid- Hasta que llegó la pieza fuerte: la canción Como una virgen, que Madonna interpretó recostada sobf e una gran cama con sábanas rojas, entre mullidos cojines, y vestida con un corsé de color dorado. En las dos pantallas gigantes que fianqueaban el escenario, se pudieron apreciar las primeras inofensivas caricias, pero los vídeos se oscurecieron misteriosamente cuando comenzó el frenesí, en forma de convulsiones masturbatorias con música y letra adecuadas -"cuando tú me sostienes, y tu corazón palpita,/ y tú me amas,/ oh, oh,- oh, oh, oh, ooooh, cariño,/ ¿no sientes cómo me palpita el corazón en esta mi primera vez?"-

Las pantallas gigantes tampoco dieron imágenes mientras interpretaba Like a prayer (Como una orante). Dos bailarines la. vistieron con un hábito oscuro y le colgaron el crucifijo sobre el pecho, se encendieron los más de 500 cirios, y el escenario, columnas corintias y vidriera incluidas, se llenó de humos en un ambiente de recogimiento y oración.

Prismáticos

Durante estas dos canciones censuradas, las personas que iban provistas de prismáticos de largo alcance los mostraban ostentosamente, con el fin de dar envidia a quienes no tomaron la prudente medida y se encontraron con que en un estadio -el césped del Vicente Calderón mide 106 metros de largo por 70 de ancho- las hebillas de Jean Paul Gaultier, y otras cosas mucho más picantes, no se divisan así por las buenas cuando la técnica u otros motivos juegan malas pasadas.

Los detalles de este espectáculo de precisión coreográfica podrán verse por televisión, el medio más adecuado para una estrella de los noventa como Madonna, cuando el próximo 1 de agosto se emita el espectáculo de Barcelona, cuyo derechos de grabación ha comprado TVE. El concierto en el Nou Camp será transmitido en directo a 30 países.

Al concierto de anoche, en el que interpretó una veintena de canciones y que duró una hora y 55 minutos, asistió un público con el mismo perfil que el que días antes escuchó a Prince en el mismo estadio, aunque en mayor número (Prince llevó a unas 45.000 personas, algo menos que Madonna).

Asistieron varios de sus amigos españoles que habían cenado con ella la noche antes: Pedro Almodóvar, Bibi Anderson y Antonio Banderas, además de otros personajes del mundo del espectáculo como Coque M-aya, Norma Duval, Lidia Bosch o Alejandra Grepi.

Ana Torroja, cantante de Mecano, de 30 años, uno menos que Madonna, dijo: "Me gusta Madonna porque siempre hace cosas que se adelantan a los tiempos y aunque que pueden ser para bien o para mal, es tan hábil que sus cambios siempre son buenos".

Ana Obregón, de 32 años, uno más que Madonna, dijo: "Me apasiona como mujer por la fuerza que tiene, me gusta todo lo que hace".

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