Phelps será el abanderado del equipo estadounidense
El nadador afirma que este año se trata "de algo más que de las medallas"
Los estadounidenses adoran las parábolas de metamorfosis y redención. No es casual que los 554 atletas que componen la expedición americana votaran a Michael Phelps para que los abandere el próximo viernes en la ceremonia inaugural de los Juegos de Río, en el estadio de Maracaná. A los 31 años, el nadador de Baltimore se ha ganado la consideración de símbolo de una generación. Pocos deportistas en la dilatada historia olímpica de los Estados Unidos han escalado más alto y han caído más bajo para volver a reponerse y hacer aquello que distingue a los verdaderamente grandes en un vertiginoso ciclo moral de triunfo, desazón y aprendizaje.
Phelps, que conserva la candidez primordial, resulta mucho más inseguro de lo que hace suponer su tremenda trayectoria. No se le recuerda haber presumido de ser el hombre con más medallas en la historia de los Juegos, 18 oros de un total de 22. Tampoco se jacta de su quinta participación, lo que le convierte en el nadador con más olimpiadas a sus espaldas. Cuando recordó cómo le habían anunciado que sería el portaestandarte expresó toda su patriótica ingenuidad. “Nunca soñé que tuviera la oportunidad de llevar la bandera”, dijo. “Cuando el martes por la noche me dijeron que había sido elegido creo que debí dibujar la sonrisa más grande que uno pudiera imaginar”.
“No se me pasó por la cabeza renunciar”, añadió, “solo le pregunté a Bob qué le parecía y me dijo que procurase estar de pie lo menos posible, porque no podía afectar a mi descanso. Lo siento, Bob, ¡pero no voy a reservarme!”.
Bob es Bob Bowman, que, sentado a su lado, hacía esfuerzos por contener la risa. La sala de conferencias del Parque Olímpico estaba atestada por cientos de medios de comunicación cuando Phelps compareció. Le preguntaron cómo se sentía con su consideración de ídolo de tantos deportistas de tantos países y dio vuelta a la cuestión expresando su admiración por las personalidades que descubría. “Esta mañana”, contó, “me encontré a Novak Djokovic caminando por la calle en el medio de la Villa Olímpica. Dije: ‘¡Quiero una foto con él!’. Es genial. Estos Juegos para mí serán diez veces más conmovedores. ¡Tener la oportunidad de encabezar al equipo del mejor país del mundo! ¡En 1992 y 1996 vi las ceremonias por televisión y se me pusieron los pelos de punta!”.
“Me siento honrado de haber sido elegido, orgulloso de representar a Estados Unidos, y muy impresionado por el significado de llevar la bandera y lo que representa. En Sidney solo quise estar en el equipo; en Atenas fui a ganar una medalla de oro para mí país; en Pekín aspiré a hacer algo que nadie hubiera hecho jamás. En Londres quise hacer historia. Y ahora quiero darlo todo en el desfile inaugural, representar a América de la mejor manera posible y lograr que mi familia se sienta orgullosa de mí. Esta vez se trata de mucho más que medallas”.
Detenido por conducir borracho, Phelps atravesó una crisis existencial que le llevó a una clínica de desintoxicación a finales de 2014. La terapia propició el reencuentro con su padre, Fred, de quien se había distanciado en 2008. Él dice que la experiencia de la reconciliación, sumada al nacimiento de su hijo Boomer en mayo, le brindan un sentido nuevo a todo. “Los cambios personales y familiares han aclarado mi mente en la piscina”, dijo. “Ahora disfruto más de cada cosa. Gracias a la gente que ha estado a mi lado, estos últimos dos años han sido los más grandes de mi vida. Por muchas razones”.
Nathan Adrian, el capitán del equipo de natación, refirió la reunión que mantuvo con los capitanes del resto de las disciplinas para defender la candidatura de Phelps. “Prácticamente no hubo discrepancias a la hora de elegir a Michael”, dijo Adrian, “porque es una persona que inspira el respeto inmediato de toda la delegación de Estados Unidos. No existe un deportista olímpico más condecorado. No hay nadie que nos pueda representar mejor”.
Michael Phelps transformó la natación hasta convertirla en un deporte de prime time. Pero nunca pudo asistir a una ceremonia inaugural porque al día siguiente siempre le tocó competir. En Río no podrá resistirse a lucir bandera y felicidad.
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