España no pesa en las urnas
Cuando un deporte colectivo intenta premiar al mejor solista, el debate se vuelve infinito. El mejor no siempre es el que más títulos ha ganado y el que más trofeos ha conquistado no siempre es el más distinguido. ¿Qué premia realmente la FIFA? De alguna forma se premia a sí misma, alimentando el circo con una oscarizada gala que otorga al fútbol portadas planetarias y alimenta las discusiones. Frente a la crítica o la percepción popular, tras apadrinar el Balón de Oro de France Football, es la FIFA quien ahora se autoconcede la prerrogativa de decidir sobre el mejor y para ello se apoya en una votación tan democrática que tanto pesa el voto del seleccionador brasileño como el de Malasia. ¿Qué prueba una votación en la que se mide a un técnico de club que puede ganar hasta seis títulos en una temporada con un seleccionador que como mucho puede levantar uno?
Por ese criterio, tan merecido hubiera sido el premio a Mourinho como a Sneijder. Pero nadie podría sostener que el holandés sea mejor futbolista que Messi, Xavi, Iniesta o CR, por decir algunos. Si se trataba de decir sobre la primera individualidad, hubiera bastado un escrutinio entre Messi y Cristiano, con ventaja para el primero, ganador de una Liga con la que no pudo CR. En caso de querer gratificar la idea futbolística que más adeptos despierta, no hay mejor compositor del barcelonismo que Xavi. Lo que en su día fueron Baresi y Maldini al Milan o Giggs y Scholes al United, ninguno de los cuales mereció nunca este honor. Al imperante fútbol de hollywood le devora el hoy, no hay nostalgia. Cabe también señalar al protagonista del momento culminante del fútbol, el Mundial: Iniesta.
Entre tantos atajos posibles para descifrar el Balón de Oro, Sudáfrica 2010 hubiera sido el mejor termómetro. No solo porque se trate del mejor escaparate del fútbol, sino porque resulta sintomático con los tres finalistas de ayer. Messi ha triunfado junto a Xavi e Iniesta, no sin ellos en África; los dos españoles llegaron al podio sin el argentino. Ellos, tanto Xavi como Iniesta, no solo simbolizan -como Messi- un ideario que ha embellecido este juego, sino que representan a la selección que ha logrado de forma consecutiva los dos últimos grandes títulos. Pero resulta curioso comprobar que desde que en 1995 el premio se abriera a jugadores no europeos, en año de Mundial siempre había ganado un campeón: Zidane (1998), Ronaldo (2002) y Cannavaro (2006). Quizá haya que preguntarse por qué España pierde todas las votaciones deportivas globales: los Juegos de 2016, el Mundial de 2018, el Balón de Oro 2010...
Un merecido premio para Messi, una inmerecida indiferencia para el fútbol español, un día inolvidable para el Barça.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.