El hijo de Gadafi: "Habrá reformas"
Saif el-Islam insiste en una entrevista en que las muertes son solo "enfrentamientos" entre ciudadanos.-El jefe militar del este de Libia insta al Ejército a sublevarse contra el líder.- Enfrentamientos en Trípoli entre los opositores y las fuerzas del régimen durante la noche
El combate sigue abierto en el oeste de Libia. Según ha anunciado uno de los corresponsales del diario Quryna, decenas de personas han resultado heridas de gravedad en las inmediaciones de la ciudad de Sabratha por los disparos de efectivos del batallón Al Juwildi al Humaidi. Poco después, uno de los hijos de Gadafi, Saif el-islam, ha vuelto a dirigirse al pueblo libio a través de una entrevista concedida a Al Arabiya en la que ha asegurado que no hay mercenarios entre las fuerzas gubernamentales y ha recalcado que los enfrentamientos que vive el país son entre ciudadanos. Saif el-islam, el segundo hijo del líder libio ha asegurado además que algunos oficiales apoyaron las protestas por "miedo o por objetivos personales" y que "el pueblo libio no tiene futuro si no llega a un acuerdo". Además, ha insistido en que la revuelta de los "terroristas" contra el régimen está dirigida desde el extranjero y ha asegurado que las informaciones sobre cientos de muertos, mercenarios extranjeros y bombardeos son falsas, ya que se vive con normalidad "en las tres cuartas partes del país". Lo que sí ha concedido es que, por esa "minoría que quiere cambios", habrá "reformas" en todos los niveles de la administración.
El tirano aparece en la plaza Verde con su tercer discurso en una semana
Los escasos testimonios de la represión surgen de las redes sociales
Ayer Saif el Islam mantuvo el mismo discurso cuando se reunió ayer con los primeros periodistas extranjeros llegados a Trípoli bajo escolta oficial."En Misrata y en Zauiya tenemos problemas. Estamos tratando con terroristas. Pero con un poco de suerte van a quedarse sin munición y ya no habrá otro baño de sangre. Mañana [por hoy] todo se habrá resuelto. El Ejército ha decidido no atacar a los terroristas, y dar una oportunidad a la negociación. Esperamos poder hacerlo pacíficamente y alcanzarlo mañana [por hoy]", aseguró el hijo de Gadafi. Sin embargo, hoy parece que no se ha resuelto nada.
Las razones de la generosa oferta no han quedado muy claras. La información suministrada choca, además, con la recopilada hasta ahora, que habla de un importante retroceso del régimen en la zona este. El designado como sucesor de Gadafi no escatimó en entusiasmo al describir las perspectivas del régimen y las buenas relaciones que mantiene este con el pueblo. "Si escuchan fuegos artificiales, no los confundan con disparos", declaró. A pesar de que en las crónicas escritas por el reportero de Reuters se describe una Trípoli artificialmente vacía e inquietante, Saif el Islam sostuvo que las calles de la ciudad están a rebosar de una multitud jubilosa que lanza fuegos artificiales, corea eslóganes a favor de Gadafi y celebra su largo mandato. "Todo está en calma", concluyó. Sobre las informaciones de los medios de comunicación internacionales, que hablan abiertamente de guerra civil en el país, volvió a incurrir en la ambigüedad. "Esas informaciones nos hacen reír. Aparte de Misrata y Zauiya, todo está en calma... Hay negociaciones en curso y somos optimistas", dijo.
Presión dentro y fuera de Libia
Mientras, parece que la parte este está controlada por los opositores al régimen de Muamar el Gadafi, la lucha más encarnizada entre las fuerzas de seguridad del régimen y sus opositores se centra desde hace un par de días en Zauiya y Sabratha. De hecho The New York Times publica los relatos de algunos testigos que han contado cómo francotiradores y baterías antiaéreas han disparado a civiles desarmados, y las fuerzas de seguridad se han dedicado a retirar cadáveres y heridos de las calles y hospitales. Mientras el país está completamente dividido y ensangrentado, la presión internacional y doméstica contra el presidente libio sigue aumentando. A las sanciones unilaterales por parte de EE UU, anunciadas ayer por Barack Obama, y el borrador de resolución de la ONU presentado por Francia y Reino Unido, que contempla el embargo de armas, la congelación de bienes y e incluso una posible investigación del Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya por crímenes de guerra y contra la humanidad, se ha unido hoy el jefe de las Fuerzas Armadas de la zona oriental de Libia, el general de brigada Abdul Nafa Musa. El responsable militar de la zona este del país ha instado al resto de oficiales libios a "marchar hacia Trípoli" y sublevarse contra el régimen de Gadafi. Mientras, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, el principal aliado del dictador en Europa, ha declarado que el mandatario libio no parece ya tener el control del país.
Desde Bengasi, la segunda ciudad de Libia, situada en el este y controlada por los opositores al régimen, el máximo responsable militar del oriente ha animado a los oficiales de todo el país a "marchar hacia Trípoli" y sublevarse contra el régimen. Sin embargo, preguntado por la agencia EFE, descartó, "por el momento" que los militares sublevados en la "zona liberada" emprendan "una acción militar hacia la capital".
"La misión actual de las fuerzas especiales es proteger a la gente de Bengasi y de otras ciudades", ha dicho Musa en una conferencia de prensa. "Actualmente no tenemos ningún plan de dirigirnos a Trípoli, ahora estamos reclutando nuestras fuerzas y preparándolas", señaló y añadió que están "esperando la liberación" de la capital por parte de los ciudadanos y las fuerzas que se sublevan contra Gadafi.
El militar dijo que todavía desconocen con precisión el número de unidades de las que disponen en la zona oriental, y que están intentando contabilizarlas. Musa, que subrayó que no hay ninguna intervención extranjera en la revolución, ni de ninguna organización política, ni del radicalismo islámico, mostró su convicción de que todos los oficiales de esta parte del país están ya contra el régimen. Uno de ellos, el general Suleimán Mahmud, entrevistado para EL PAÍS en Tobruk , le dio la espalda a Gadafi y convocó a sus oficiales para luchar al lado de los opositores. "Al fin y al cabo, voy a morir en cualquier caso", ha dicho, convencido de que finalmente conseguirán derrotar al dictador: "Es cuestión de tiempo y paciencia".
Una noche de infierno
Aún así, Libia ha vivido de nuevo una noche en la que se han registrado enfrentamientos en Trípoli entre opositores y fuerzas de seguridad del régimen. Una testigo libia ha relatado a EL PAÍS que en la capital ha sido "un infierno". Hoy, hay programada una manifestación en Tajura y en aeropuerto de Maetaga, en los alrededores de Trípoli, donde acudirán por primera vez famílias enteras. Por lo pronto, los libios han vuelto a ver a los helicópteros en el cielo amenzando con una nueva carga contra la población.
Mientras, Saif el Islam, hijo de Muamar el Gadafi, apareció anoche para emitir señales contradictorias sobre el curso de los acontecimientos en Libia. Por un lado, minimizó el impacto real de la rebelión y limitó a dos ciudades, Misrata y Zauiya (oeste del país), los enfrentamientos; por otro, reconoció abiertamente que en esa zona el Ejército regular no logra avanzar y adelantó la inminencia de un alto el fuego, previa negociación con "los terroristas", informa Reuters.
El día de ayer no fue una jornada cualquiera. Trípoli se unió a la revolución libia que trata de acabar con 41 años de dictadura. A las dos de la tarde, tras el rezo del viernes, miles de personas ocuparon las calles de los barrios de Fashlum, Zauia, Bin al Shur, Al Siahia y Dohmani, y Janzur. La respuesta del régimen fue abrir fuego a discreción. Cinco personas murieron en Janzur, al oeste de la capital, según testigos citados por la agencia Reuters. En los demás barrios, la policía de Gadafi trató de reprimir las protestas con gases lacrimógenos y detenciones. La cadena Al Arabiya informó de otras dos muertes.
Llamada a las armas
Muamar el Gadafi, en la plaza Verde de Trípoli, la entrada a la ciudad desde el puerto, pronunció ayer ante una multitud su tercer discurso de la semana, el más incendiario hasta ahora: "Vamos a responder a todo extranjero, como hemos hecho antes en el pasado. Esta es la fuerza del pueblo libio. Si quieren pelea, la tendrán". Sus palabras trataban de alentar a sus seguidores, a los que llamó a iniciar una masacre en las calles. Para ello, anunció que abrirá el arsenal de la ciudad y facilitará armas a todos los que quieran luchar junto a él. "Preparaos para defender Libia", "triunfaré sobre los enemigos", "la gente de Libia me ama", "seguid bailando, seguid cantando", fueron algunas de las frases que dijo el dictador, cada vez menos líder de un país que se le ha levantado por los dos costados, este y oeste, y que avanza cada día un poco más hacia su palacio para unirse con la gente de Trípoli y dar la puntilla al régimen.
Nadie sabe con certeza hacia dónde se inclina la balanza en la capital, aunque algunas informaciones aseguraban ayer que la mayoría de los barrios en los que se habían producido disturbios habían sido finalmente controlados por los manifestantes. Si fuera así, el régimen tendría los días, quizás las horas, contados. Lo que ocurra depende de la resistencia de los habitantes de Trípoli, pero, sobre todo, de los movimientos que se están produciendo en el este y oeste de Libia. Los ciudadanos y los militares desertores han tomado las principales ciudades orientales (Bengasi, Tobruk y Misrata) e instituido comités vecinales para controlar la seguridad y la vida cotidiana, pero aún se hallan lejos de la capital.
Lo mismo ocurre en la parte occidental, donde los puntos más importantes (Zuara, Sabrata y Zauiya) también han sido tomados. En esta última ciudad, sin embargo, a unos 50 kilómetros de Trípoli, se vive un combate intermitente que de ser ganado por los rebeldes les llevaría a conquistar la capital del país. "Ya no hay tropas allí", dijo un habitante de Trípoli a Reuters que venía de Zauiya. "Pero la mayoría de los habitantes de la ciudad permanecen en sus casas y en la calle solo están las milicias y los comités revolucionarios".
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