El blanco de la extorsión de ETA
Los empresarios han sido los principales afectados por el 'impuesto revolucionario' de la banda terrorista.- Más de 40 han sido asesinados y casi medio centenar secuestrados desde su fundación
La patronal empresarial vasca y navarra ha recibido con "esperanza" la carta de ETA en la que anuncia la cancelación de "la exigencia del pago del impuesto revolucionario [el chantaje al que les somete la organización terrorista]". Su reacción es lógica ya que este colectivo ha sido el principal blanco de la extorsión de la banda terrorista. Desde su fundación, 40 empresarios han sido asesinados y casi 50 secuestrados.
La recaudación del impuesto revolucionario, se circunscribió en un principio a los grandes empresarios y banqueros, y aunque con el paso del tiempo la banda extendió el chantaje a profesionales liberales, deportistas o cocineros de élite, el colectivo empresarial, incluidos los pequeños comerciantes, ha sido siempre el principal objetivo de la banda.
El secuestro también ha sido otro de los medios de financiación de ETA a lo largo de su histotia. Los primeros raptos tenían por objeto el robo de sucursales bancarias y pretendían advertir de las consecuencias si no se pagaba el impuesto revolucionario. Pronto se convirtieron en un mecanismo eficaz para obtener sumas millonarias a cambio del rescate.
En algunos casos la banda ha combinado ambas estrategias. Dos de los 49 secuestros de empresarios perpetrados por ETA acabaron en asesinato. Las víctimas, Angel Berazadi, en 1976 y Javier Ybarra, en 1977.
Precisamente Berazadi es el primer empresario que la banda asesinó. El director gerente de Sigma fue secuestrado el 18 de marzo de 1976 y encontrado muerto en la carretera de Elgoibar a Azkoitia (Guipuzcoa) el 7 de abril de ese mismo año. El último fue Ignacio Uria, consejero de la empresa Altuna y Uria, una de las constructoras de la llamada "Y vasca" [la línea ferroviaria de alta velocidad que unirá las tres capitales del País Vasco], que fue asesinado el 3 de diciembre de 2008 en la localidad guipuzcoana de Azpeitia.
Entre la larga lista de empresarios víctimas de ETA figuran José Luis Legasa, que se negó a pagar la extorsión de la banda, asesinado en 1978, José Antonio Santamaría (1993), copropietario de una discoteca donostiarra y exjugador de la Real Sociedad. En 1996 el empresario de la construcción Isidro Usabiaga recibió cinco tiros cuando volvía a su casa en Ordizia (Guipúzcoa). Usabiaga ya había sido chantajeado con el "impuesto revolucionario" y había pagado 10 millones, recuperados por la Ertzaintza. En 1997 fue asesinado en Tolosa de un tiro en la cabeza Francisco Arratibel, al que los terroristas acusaban de quedarse con 60 millones del rescate pagado por la liberación del industrial Emiliano Revilla.
El último empresario secuestrado fue Cosme Delclaux, hijo del presidente de Vidrieras de Alava, que permaneció en poder de sus captores desde el 11 noviembre de 1996 hasta el 1 de julio de 1997. José María Aldaya, propietario de dos empresas de transporte, vivió el secuestro más largo de los sufridos por empresarios, puesto que fue rehén de ETA durante casi un año, desde el 8 de mayo de 1995 al 14 de abril de 1996.
En noviembre de 1989 fue secuestrado Adolfo Villoslada, liberado en febrero de 1990, y en 1993, Julio Iglesias Zamora, que permaneció en poder de ETA desde julio a octubre de ese año.
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