El FMI pone bajo vigilancia a Italia
El Gobierno de Berlusconi acepta, ante la presión de los mercados, que el Fondo se una a la Comisión Europea en la supervisión de las reformas prometidas
Italia desplazó ayer a Grecia del foco de preocupación del G-20. El Fondo Monetario Internacional (FMI) puso bajo vigilancia la política económica del Gobierno de Roma. Cansados de las continuas demoras e incumplimientos del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y alarmados por la inestabilidad de los mercados, sus socios europeos decidieron elevar la presión. Un portavoz de la Comisión Europea explicó que expertos del FMI se sumarían a los comunitarios en la tarea de supervisar la aplicación de las reformas comprometidas por Berlusconi. "Decidimos incorporar al FMI, con su propia metodología, y los italianos dijeron que pueden aceptarlo", aseguró el mismo portavoz.
Más diplomáticamente, los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea, Herman van Rompuy y José Manuel Durão Barroso, dijeron que la intervención del FMI había sido solicitada por las autoridades italianas. El encargo es que certifiquen trimestralmente la aplicación de las reformas económicas con el objetivo de devolver la confianza a los mercados.
El G-20 fracasa en su intento de ampliar los recursos del FMI
"El problema de Italia es la falta de credibilidad", sentencia Lagarde
"En mi país los restaurantes están llenos, se vive bien", replica Berlusconi
Los inspectores europeos viajarán a Roma la próxima semana y los del FMI antes de final de mes. Su objetivo será verificar la aplicación de los compromisos incluidos en la carta que Berlusconi envió a Bruselas la semana pasada y que incluía, entre otras medidas, el equilibrio presupuestario en 2013, la reforma del mercado laboral o el aplazamiento de la edad de jubilación. Ya en la cumbre europea del pasado día 27 se encargó a la Comisión Europea dicha vigilancia, a la que ahora se suma el FMI.
"El problema de Italia es la falta de credibilidad", sentenció la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. El propio Berlusconi confirmó la intervención del FMI, pero sostuvo que no implica ninguna limitación a la soberanía de su país. Incluso, aseguró que el organismo multilateral le había ofrecido una línea de crédito y él la había rechazado por innecesaria.
Lo cierto es que Italia tiene crecientes dificultades para financiarse en el mercado. Pese a las compras masivas realizadas por el Banco Central Europeo, los bonos italianos a 10 años pagaban ayer el 6,4% en el mercado secundario y la prima de riesgo llegó a los 460 puntos básicos, un nivel próximo al que provocó en su día el rescate de Grecia, Irlanda o Portugal. El gran problema de Italia es su gigantesca deuda pública (en torno al 120% del PIB), cuya sostenibilidad suscita cada vez más dudas.
Hasta ahora, más allá de los informes que realiza regularmente sobre la situación económica de cada uno de sus socios, el FMI solo había realizado tareas de vigilancia sobre aquellos países a los que concede créditos, lo que, como subrayó Berlusconi, no es el caso de Italia. A la sensación de urgencia, el primer ministro italiano opuso: "Italia es un país en el que se vive bien, los restaurantes están llenos, cuesta encontrar un sitio en un avión, los lugares de vacaciones están llenos".
La presión de los mercados ha llevado a los líderes de la eurozona a acelerar el refuerzo del fondo de rescate, el cortafuegos con el que pretenden poner coto al contagio de las dudas generadas por Grecia e Italia entre los inversores. El objetivo, anunciado por la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, en la madrugada del jueves, es movilizar cuanto antes un billón de euros, como se acordó en la última cumbre europea. Y, si es posible, más. Pero una de las vías exploradas, la participación de los países emergentes, está cegada.
"Prácticamente, ninguno de los países presentes ha dicho todavía que quiera participar", adelantó la canciller alemana. "Eso va a depender de las modalidades que se le ofrezcan", añadió. Los ministros de Economía europeos tratarán de avanzar el próximo lunes en el reglamento jurídico que permitiría al fondo de rescates crear agencias de inversiones financieras, una fórmula que facilitaría la incorporación de países emergentes e inversores privados.
Las dudas de los países emergentes no son solo jurídicas. A cambio de poner dinero para comprar bonos de países europeos, y de dar más recursos al FMI, las nuevas potencias querían ganar poder en los organismos internacionales. Pero los países avanzados se resistieron. Así que el G-20, como ya ha hecho otras muchas veces, optó por sublimar el conflicto y encargar a los ministros de Economía que debatan las alternativas para dar más recursos al FMI. "Es una autorización para elevar los recursos sin límites", interpretó Christine Lagarde. "No hay acuerdo sobre cómo hacerlo", matizó Nicolas Sarkozy, en la conferencia de prensa que clausuró la cumbre.
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