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La crisis del euro

El BCE intensifica la compra de deuda y lanza un serio aviso a los mercados

El Banco Central Europeo prorroga la 'barra libre' de liquidez para la banca - Las Bolsas y el euro responden con ganancias tras un susto momentáneo

Claudi Pérez

El Banco Central Europeo (BCE) reactivó ayer la compra de deuda pública para aliviar las penurias de la eurozona, aunque en público jugó al ratón y al gato con los mercados, en una jornada trepidante que al final se saldó con buenas noticias en lo relativo a la interminable crisis del euro. El BCE dio también un paso atrás en la retirada anunciada de las medidas extraordinarias de liquidez al sector bancario, una bocanada de aire fresco adicional que implica mantener hasta mediados de 2011 la barra libre de dinero para la banca, metida aún en serios problemas. Y lo más importante: el Eurobanco lanzó una seria advertencia a los mercados -"algunos infravaloran la determinación de la eurozona para mantener su estabilidad", dijo su presidente Jean-Claude Trichet como aviso a navegantes-, que se vieron obligados a rebajar sus apuestas contra el euro.

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Tras un susto momentáneo al ver que Trichet no anunciaba solemnemente grandes planes de compra de deuda, las Bolsas subieron con fuerza y que las primas de riesgo de los países más atacados -el tipo de interés extra que se exige a sus bonos por la incertidumbre que los inversores asocian a varios países, entre ellos a España- se relajaron. El diferencial español con la deuda alemana se redujo a unos 225 puntos básicos (2,25 puntos porcentuales), el Ibex 35 avanzó un 2,78% y la moneda europea se revalorizó frente al dólar. La enésima crisis del euro está bajo control. Al menos por el momento.

Europa rescató a Grecia en enero y acaba de hacer lo mismo con Irlanda. Los inversores, por diferentes razones -un déficit desbocado y en parte oculto en Grecia; una crisis bancaria que ha acabado abriendo un boquete en las cuentas públicas en Irlanda-, sometieron a esos dos países a una gran presión ante el riesgo de que no puedan pagar sus deudas. Ese temor se ha contagiado a varios Estados: Portugal y España son los siguientes de la lista, e Italia y Bélgica vienen inmediatamente detrás.

Los mercados no han dejado de atacar a pesar de que en mayo la UE y el FMI aprobaron un bazuca de 750.000 millones de euros para asegurar que ningún país va a caer. Ante la presión de los inversores, el BCE sacó ayer la caballería al rescate para espantar a los especuladores, a la espera de las medidas adicionales que debe tomar el Eurogrupo en apenas dos semanas para apuntalar las costuras de la zona euro, sumida en una crisis fiscal de grandes proporciones desde hace casi un año.

La eurozona consigue así salir viva del penúltimo ataque al corazón del euro agarrándose a su banquero central, que emerge como una de las figuras de la crisis: Trichet respondió a las preguntas de un periodista sobre si el BCE ha vuelto a activar la compra de bonos con media sonrisa y un lacónico "no comment" (la versión anglosajona del "hoy no toca"), mientras sus operadores se hinchaban a adquirir deuda irlandesa y portuguesa. Decía una cosa en público y hacía lo contrario entre bambalinas: "Movimientos tácticos", describió Julian Callow, de Barclays.

Trichet consiguió ahuyentar varios fantasmas, al menos por el momento. Siempre por el momento: España ha anunciado nuevas medidas adicionales ante los potenciales problemas y Portugal se enfrenta a un calendario de vencimientos de deuda muy peligroso en el primer trimestre del año próximo. Hasta esas fechas, los mercados aceptan una tregua. Pero no han dicho aún su última palabra.

La estrategia funcionó: Trichet se limitó a decir que la compra de bonos "sigue en marcha", pese a que ha comprado apenas 67.000 millones desde mayo, frente a los centenares de miles de millones gastados por la Reserva Federal estadounidense. En lugar de sacar la artillería -se esperaba un anuncio explícito y contundente, y la decepción inicial se dejó notar bruscamente en los mercados-, optó por una ambigüedad calculada, insistiendo incluso en la importancia de drenar la liquidez adicional que la compra de bonos genera. Pero Trichet callaba en público la operación que ya estaba en marcha.

Cuando la jugada salió a la luz y los mercados entendieron que la falta de una declaración solemne no equivalía la inacción, los tipos de interés de la deuda de los países más atacados empezaron a bajar, en casos como el portugués de manera formidable. Varias fuentes del mercado confirmaron que el BCE, incluso durante la rueda de prensa posterior al consejo de gobierno -que dejó los tipos de interés en el 1% por 19º mes consecutivo-, lleva dos días comprando bonos irlandeses, portugueses y griegos (pero no españoles, según varios operadores). Eso puede provocar graves pérdidas a los inversores más especulativos, que empiezan a mirar a Trichet por el retrovisor.

"Todos sabemos que hay quienes invierten en posiciones largas [o sea, al alza] y otros que apuestan en corto [es decir, a la baja, terreno favorito de los especuladores más agresivos]; a esos inversores yo les diría que en sus análisis tengan en cuenta todos los elementos, también el compromiso por la estabilidad del euro de los Gobiernos", señaló. Y después les advirtió "que no subestimen la determinación de la zona euro para asegurar la estabilidad del euro". Trichet ha repetido esa frase dos veces en apenas 30 horas, y el viento ha cambiado en los mercados de deuda. Por si quedaba alguna duda, Trichet también recordó que nunca ha dicho que el programa de compra de deuda tenga "ningún límite". Pero todo eso lo hizo con calma, sin aparentar una actuación de emergencia ante una situación límite, sino todo lo contrario, con naturalidad, casi poniendo sordina a la decisiva actuación del BCE.

Y sin embargo queda crisis para rato. El Tesoro español salió airoso de una emisión de bonos a tres años, en la que se demostró que la deuda española sigue teniendo tirón, aunque a costa de pagar altos intereses.

El BCE se reserva munición por si las cosas vuelven a ponerse feas, pero la pelota está ahora en el tejado de Alemania y Francia. Alemania desató la última réplica del terremoto de la crisis cuando avanzó que el sector privado deberá asumir parte de las pérdidas en las operaciones de salvamento. A mediados de diciembre, el Eurogrupo decidirá la arquitectura definitiva del fondo europeo de ayudas a los países con problemas, que tantas dudas ha generado. Y Alemania insiste en que sus puntos de vista -que los inversores paguen por los riesgos adquiridos cuando las cosas se tuerzan-salgan adelante. Eso sí, "hay un convencimiento absoluto de que en ningún caso habrá ruptura del euro", aseguró ayer a un grupo de periodistas Ralph Brinkhaus, parlamentario del CDU, el partido de la canciller Angela Merkel. Alemania debe ahora convencer de eso a los mercados; pero mientras, quien les mete en cintura es Trichet.

Jean-Claude Trichet responde a los periodistas durante la comparecencia de ayer en Fráncfort, tras el Consejo de Gobierno del BCE.
Jean-Claude Trichet responde a los periodistas durante la comparecencia de ayer en Fráncfort, tras el Consejo de Gobierno del BCE.REUTERS

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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