La memoria ya tiene reemplazo: Google

Si tuviera que recurrir a eso para recordar el nombre de mi madre, o de mujeres y amistades amadas, o de películas, canciones y libros que me alegraron la vida, sabré que ya está todo perdido

Erika Alexander y Jeffrey Wright, en 'American Fiction'.Claire Folger (Claire Folger)

Se llama memoria. Es fundamental poseerla. No solo de momentos, personas, sensaciones y acontecimientos que fueron gozosos y enaltecedores, sino también de la que está impregnada de dolor, tristeza o fracaso. La mía fue prodigiosa. No solo abarcaba nombres, títulos, fechas, sensaciones, sino que también era emocional, o caprichosa, o selectiva. Pero la muy cabrona está desertando de mí. Le ocurre a bastante gente de mi edad. El alzhéimer puede llegar por antecedentes familiares o porque ya se han instalado definitivamente las nieves de antaño, pero todavía no siento esa depredadora presencia. ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Se llama memoria. Es fundamental poseerla. No solo de momentos, personas, sensaciones y acontecimientos que fueron gozosos y enaltecedores, sino también de la que está impregnada de dolor, tristeza o fracaso. La mía fue prodigiosa. No solo abarcaba nombres, títulos, fechas, sensaciones, sino que también era emocional, o caprichosa, o selectiva. Pero la muy cabrona está desertando de mí. Le ocurre a bastante gente de mi edad. El alzhéimer puede llegar por antecedentes familiares o porque ya se han instalado definitivamente las nieves de antaño, pero todavía no siento esa depredadora presencia. Aunque me ocurren cosas estrambóticas y tragicómicas ante el repentino olvido de nombres que tienes en la punta de la lengua. Por ejemplo, comentando en la radio y ante una audiencia notable la enfermedad que sufría el personaje de una película me resultaba imposible en esos segundos que producen miedo y vértigo recordar el nombre de la dolencia. Y le supliqué al desconcertado Francino que me dijera cuál era. Y le di pistas: “Es la que tengo yo”. Y él, con sentido de la lógica, me preguntó: “¿Cuál de ellas?”. Le aclaré: “Esa por la que tengo que pincharme insulina todos los días”. Y soltó la palabra mágica: “¿La diabetes?”. “Esa”, le respondí con el careto enrojecido de vergüenza. A los receptores imagino que les invadió la estupefacción o la risa piadosa.

Ante esos lamentables olvidos del nombre de las personas y de las cosas, descubro que todo dios, jóvenes y viejos, tienen una solución milagrosa. No necesitan para nada el esfuerzo mental. Le dan a una aplicación del móvil y Google les revela hasta lo más mínimo con exactitud. O lo más trascendente. Si tuviera que recurrir a eso para recordar el nombre de mi madre, o de mujeres y amistades amadas, o de películas, canciones y libros que me alegraron la vida, sabré que ya está todo perdido.

Y me resultaba imposible recordar el título de una película que en España no se estrenó en las salas y que pasó a una plataforma. Es American Fiction. Está en Prime Video. Y es el guion más inteligente, lúcido y atrevido del año. Un señor negro y novelista exquisito descubre que no es capaz de vender un puñetero libro. No se ajusta a los estereotipos de raza, no explota lo políticamente correcto, no es bronco ni reivindicativo, no utiliza el slang callejero. Decide mediante un seudónimo escribir esa literatura que detesta. Y se convierte en best-seller. Y Hollywood le adora. No me pregunten el nombre del director. Seguro que Google lo sabe. Fue Nabokov, uno de los más grandes, el que tituló así aquella joya: Habla, memoria.

Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Más información

Archivado En