Larga vida a las pastoras

Ramaderes de Catalunya es una red de mujeres que se dedican a la ganadería extensiva: jóvenes formadas que rompen los estereotipos del sector llevando en solitario o con sus parejas explotaciones ganaderas

Si la historia de Yas, Cris, Carme y Sara te ha hecho pensar y tú también quieres ayudar a esta causa para cambiar el mundo ACTÚA

“Dejar huella en la tierra, pero una huella bonita, sin hacer daño al entorno”. Ese podría ser uno de los mensajes de cualquier persona que quisiera ser recordada para la posteridad, pero sin hacer ruido, sin estruendos, de forma discreta. La frase es el leitmotiv de Circus, una de las granjas que forma parte de Ramaderes de Catalunya, la red de 60 pastoras, de ganaderas, de mujeres que quieren reivindicar la ganadería extensiva, la soberanía alimentaria, el respeto al medio ambiente y, ya de paso, su propio género. Un ambicioso todo en uno que ha tenido que romper con muchos estereotipos, considerando que el campo, aparte de vacío, sigue siendo un entorno muy masculinizado.

Ellas son doblemente cuestionadas, por pastoras y por mujeres: les preguntan por el jefe, las ignoran en las ferias de ganado cuando negocian los precios, las miran con recelo o, directamente, las invisibilizan porque ya se sabe que lo que no se ve, es como si no existiera. Y, además, se las supone ignorantes, que es una etiqueta que históricamente se ha colgado a los pastores en general. Pero la realidad de estas féminas es otra: estas cuatro mujeres jóvenes con las que hablamos, Yas, Cris, Carme y Sara, cuentan con formación de sobra. Yas estudió Literatura, Cris empezó Historia, Sara fue fotógrafa profesional y Carme es abogada, pero colgó la toga para retomar la que fuera la granja de sus padres.

“No podíamos seguir en ese ritmo de trabajar por trabajar en la ciudad. Así que decidimos hacernos pastores como medio para justificar el modo de vida que queríamos”, cuenta Yas

Todas vienen del entorno urbano y cada una tiene su trayectoria y razones particulares que las ha llevado a dar un doble salto mortal y a cambiar diametralmente de vida. Sara Gutiérrez, 41 años, es dueña de un proyecto llamado 30 cabres en Éller, en la comarca gerundense de la Cerdanya. Trabajó de fotógrafa profesional durante años cubriendo carreras de motocross por todo el mundo, de avión en avión y con la última tecnología siempre a mano. Una enfermedad grave le hizo replantearse su forma de vida: “¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy aportando al mundo? Lo dejo todo”. Ahora vive y trabaja en el campo junto a Miquel, su pareja. Hacen quesos y cuentan de primera mano a sus clientes en qué prado comieron las cabras del queso que se llevan. Eso es trazabilidad y no los códigos de barras.

Por su parte, Yas, 33 años y de origen argentino, quería que su hijo, que tiene ahora 9 años, entendiese qué es la felicidad y luchar por un estado de bienestar propio. “No podíamos seguir en ese ritmo de trabajar por trabajar en la ciudad. Así que decidimos hacernos pastores como medio para justificar el modo de vida que queríamos”, expone.

Yas en su granja Circus.
Yas en su granja Circus.Somos5

Carme Plana, 35 años, ejerció durante una década como abogada en Barcelona, pero se replanteó las cosas cuando el negocio de sus padres echaba el cierre. Ahora tiene 200 ovejas, 50 cabras, caballos e incluso ponis. “Lo que me ha enseñado mi padre no se aprende en ninguna universidad. Para mí ha sido una liberación. Algo que disfruto y me ha permitido conciliar. No tengo que sufrir dejando a los niños a las seis de la mañana y no poder verlos hasta las ocho de la tarde”.

“Los animales no son de confinar y, por lo tanto, durante el confinamiento hemos pastoreado más que nunca y con mayor tranquilidad”, confiesa Cristina Llanos

Cristina Llanos, 28 años, trabaja en una granja de Valls con 400 ovejas y nos recuerda que lo del campo puede sonar bucólico pero que, en realidad, es muy duro: ella puede pasar a la intemperie 50 horas a la semana, unas siete horas al día, que se dice pronto… El de pastor es un oficio duro, de mucha soledad, de mucho trabajo (el ganado hay que sacarlo diluvie o luzca un sol de justicia) y de un entorno que puede llegar a ser hostil y, al mismo tiempo, bellísimo.

El ganado tiene sus propios ritmos y, por ejemplo, no sabe de confinamiento: ¿que medio mundo está bajo estado de alarma y no se puede salir? Eso no va con las ovejas ni con las cabras: “Mi rebaño es de pastoreo, el establo es únicamente un sitio de refugio, de paso, los animales no son de confinar y, por lo tanto, durante el confinamiento hemos pastoreado más que nunca y con mayor tranquilidad. Por ejemplo, al no haber tráfico en la carretera, hemos podido pastorear en los márgenes de la misma. Los fines de semana el rebaño también se movía con mayor libertad, porque no había nadie”, explica Yas. También reconoce que se percataron, a pesar de vivir donde viven, de un mayor silencio: “Quieras que no por aquí pasan aviones, a veces llega el sonido de la autopista. Todo eso paró y fue un placer muy grande. No fuimos conscientes hasta ese momento del ruido que había”.

Carme también confirma que su día a día ha seguido igual durante el estado de alarma: “Hemos salido a labrar, a dar de comer a los animales, a cortar leña… La única diferencia es que no ha habido ingresos, ya que no hemos podido vender la cantidad de cordero que vendíamos habitualmente. Ahora mismo, por ejemplo, estamos a medio gas, porque las visitas son muy pocas, la gente viene con mucho miedo. Los fines de semana, además, no hay actividades, porque los municipios están confinados. Intentamos subsistir con los ahorros que tenemos y con alguna ayuda que ha llegado”.

Carme pastoreando a sus ovejas.
Carme pastoreando a sus ovejas.Cedida por Carme Plana

Yas confiesa que muchas personas, amigos y conocidos han mostrado mayor compresión con su forma de vivir y así se lo han dado a entender tras estos meses: “El haber estado encerrados en ciudades les ha llevado a dejar de vernos como chaladas y a entender que decidiéramos vivir como lo hacemos”, reconoce.

El objetivo de Ramaderes de Catalunya no es cambiar el modelo productivo –son realistas–, pero sí pretenden ofrecer visibilidad a una alternativa más sostenible, intentar cambiar nuestra mentalidad de consumo. Se trata de una apuesta por la soberanía alimentaria y. también, por el entorno rural y su economía. Por supuesto, es una reivindicación del papel de la mujer, una defensa del empoderamiento femenino. También supone la recuperación de un oficio, el de pastor, que en muchas regiones de España se ha extinguido, con todo lo que eso supone: el pastoreo representa un patrimonio intelectual y cultural de gran valor. Además, y a mucha gente esto se le escapa, sin el pastoreo extensivo (se define la ganadería extensiva como un sistema de producción que aprovecha los recursos del territorio con especies y razas adecuadas, compatibilizando producción con sostenibilidad), los bosques serían intransitables, no habría sendas para excursionistas y los incendios serían aún más graves de lo que ya lo son. Y, por supuesto, tampoco habría comercio de proximidad y productos hechos sin prisa, con mimo…

Yas, Carme, Cris y Sara ya no son las mujeres de los pastores. Son pastoras. Ganaderas. Emprendedoras de la tierra. Independientes. Autónomas. Formadas. Y todas conectadas y trabajando con pasión en un sector en vías de extinción. Que vivan las pastoras.

Escucha la historia


Contenido adaptado del vídeo de Yas, Cris, Sara y Carme

00:01

(Intro) El pastoreo es un oficio que estaba a punto de desaparecer. Yas, Cris, Sara y Carme dejaron la ciudad para vivir de cuidar a sus cabras, ovejas y vacas. Ellas han creado la red Ramaderes de Catalunya, una comunidad de 60 mujeres jóvenes que apuestan por la ganadería extensiva, sostenible y el comercio de proximidad.

00:30

(Sara) Una de las bases fundamentales del ideario de Ramaderes es el respeto por el bienestar animal y por el entorno. A mí realmente salir al campo con las cabras, lo que me hace es que me carga las pilas, es que sales, es el sol, son las nubes, cada día el paisaje es diferente, cada día el cielo es diferente.

00:53

(Yas) Y dentro de esta línea del respeto por el entorno y por los animales, creo que entra también la línea del respeto a nuestro propio género, el respeto y el empoderamiento de la mujer.

01:10

(Carme) Yo vengo de una familia tradicionalmente payesa, estudié Derecho, estuve trabajando 10 años de abogada.

01:15

(Sara) Estuve trabajando en una revista, después nos pusimos por nuestra cuenta, viajando por todo el mundo.

01:19

(Cristina) Hice dos años de historia y vi que no tenía nada de sentido.

01:24

(Yasmin) No podíamos nosotros seguir en ese ritmo de trabajar por trabajar, ¿no?

01:29

(Carme) Bueno, para mí ha sido una liberación.

01:32

(Yasmin) Esto no es un hobby, no somos hippies comeflores acá viendo a ver qué, todo tiene que ser funcional.

01:38

(Sara) Ninguna de nosotras, por más que nos guste nuestro trabajo, trabajamos por amor al arte, y lo que sí que queremos es que el producto se valore porque hay muchísimo trabajo detrás. Cuando estamos haciendo la venta directa, a la gente le dices: “Mira, es que de este queso te puedo decir de qué prado han comido las cabras para que tu te estés comiendo este queso”. Ahora la gente alucina, pero es que es así, para mí la trazabilidad es eso.

02:01

(Cristina) Te cuestionan, ¿no?, y tienes que demostrar que eres buena en esto.

02:06

(Carme) Tienes que demostrar más de lo que habitualmente es, porque parece que no seas buena porque eres una mujer. Sí.

02:14

(Sara) Pero precisamente yo creo que la gente que viene de fuera y que llega al campo, porque se ha ido y ha vuelto o porque viene de nuevo, es la que precisamente puede abrir un poquito la mentalidad y romper un poco todos los tópicos.

02:25

(Carme) Por eso, yo veía que mis padres se tenían que jubilar y que eso quedaba muerto, yo me he criado allí, yo amo eso, lo llevo en la sangre.

02:40

(Cristina) Ramaderes de Catalunya empezó para estar relacionadas entre nosotras.

02:45

(Yasmin) Si en realidad en el grupo se plantean a diario cuestiones del día a día laboral.

02:53

(Sara) Como un apoyo mutuo, el saber que están todas ahí y que si no es una es otra que te van a echar una mano.

03:00

(Cristina) Yo creo que a nivel personal te hace crecer, un grupo así con tanta fuerza, la energía que se mueve como grupo.

03:08

(Yasmin) O sea, nos une nuestro trabajo y la realidad es que nos une nuestro género.

03:13

(Sara) Sé que suena como muy cursi, es verdad, ¿no?, pero aportar algo que digas: “Bueno si yo mañana no estoy, al menos que haya hecho algo por esto que tanto nos gusta”.

03:25

(Carme) He contribuido.

03:26

(Yasmin) Quiero creer que de momento vamos lográndolo.

03:30

(Sara) Ves lo que tienes, lo que has conseguido, lo que estás haciendo y dices: “Buah, ¿eh?, es que no tiene precio”.


Este contenido ha sido elaborado por Yoigo



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