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Cómo combatir el frío de forma responsable (y ahorrar en la factura energética)

Las bajas temperaturas invitan a subir unos grados la calefacción, un gesto que atenta contra la salud del planeta y eleva el recibo energético. Cepsa, comprometida con la sostenibilidad y la eficiencia, desvela en cinco consejos cómo caldear la casa sin renunciar al confort térmico en el hogar... y sin tirarla por la ventana

El sistema de calefacción debe ajustarse a la distribución de cada vivienda y ha de verse como una carrera de fondo: la temperatura debe ser estable y no registrar picos.Getty Images/iStock

Según datos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), más de la mitad de la energía consumida por las familias españolas se destina a calentar la vivienda (47%) y producir agua caliente sanitaria (18,8%). En las zonas más gélidas de la península, el porcentaje de gasto dedicado a lograr la temperatura ideal dentro del hogar asciende hasta el 70%.

Disfrutar del confort térmico en la vivienda no es sinónimo de engrosar la factura final. Tampoco está reñido con derrochar energía y lanzar más emisiones contaminantes a la atmósfera. Desde Cepsa aseguran que haciendo un uso responsable de la calefacción es posible templar el hogar, cuidar el planeta y economizar en el recibo tan solo siguiendo unos prácticos consejos.

Además, en la tarea de minimizar las emisiones de CO₂, la compañía energética está inmersa en una campaña que compensa la huella de carbono de todos los consumos de calefacción residenciales durante este invierno (unas 55.000 toneladas de CO₂) a través de la financiación de distintos proyectos de reforestación. El objetivo de dichos proyectos, ya en marcha, es ayudar a mantener la masa forestal afectada por los incendios.

Temperatura templada y ropa de abrigo

Subir y bajar la potencia de la calefacción en función del frío que haga en el exterior no es lo más eficiente; tampoco contribuye al bienestar térmico de los ocupantes de una vivienda. Caldear un hogar debe verse como una carrera de fondo: la temperatura debe ser estable y no registrar picos.

El mejor rango térmico es el que oscila entre los 20-21°C durante el día y los 15-17°C a lo largo de la noche. Tal y como recuerda el IDAE, por cada grado que se incrementa la temperatura de un edificio o una vivienda el consumo energético aumenta en un 7%, al igual que el gasto en calefacción y las emisiones de CO₂.

La calefacción tampoco está para crear un clima tropical en casa. Si lo que se pretende es combatir el frío, nada mejor que ropa de abrigo. Chaquetas, jerséis, calcetines de lana y unas buenas zapatillas son grandes aliados en el invierno, y complementos ideales del sistema de calefacción. Recurrir a la socorrida manta para ver la televisión o al edredón cuando al meterse en la cama es más sano (y económico) que elevar el termostato por encima de los 24 oC.

Aprovechar los recursos naturales

Los rayos solares son de gran valor a la hora de calentar una casa. Descorrer las cortinas durante las horas centrales del día y dejar que el sol radie su calor es una manera natural (y gratuita) de ganar grados en la vivienda. Para preservar la temperatura cuando el sol se pone, conviene bajar las persianas, lo que también ayudará a aislar la vivienda del frío.

El mejor rango térmico es el que oscila entre los 20-21°C durante el día y los 15-17°C a lo largo de la noche. Por cada grado que se incrementa la temperatura de un edificio o una vivienda el consumo energético aumenta en un 7%

Las bajas temperaturas no deben ser excusa para no ventilar y renovar el aire de la casa; este acto, que ha de ser rutinario, es importante para expulsar las partículas contaminantes y regular la humedad en la vivienda. En invierno hay que airear en las horas centrales del día, justo cuando el sol calienta más, y por un tiempo limitado, entre 5 y 10 minutos.

Ojo con calentar las habitaciones cerradas

El sistema de calefacción debe ajustarse a la distribución de cada vivienda. Dotar a ciertos espacios (el recibidor, por ejemplo) con un radiador o colocar varias unidades en una estancia pequeña o ya de por sí caliente (como una cocina) conduce a desperdiciar energía. Definir en qué zonas es imprescindible calefactar y en cuáles no, resulta fundamental.

También hay que atender al tiempo que se permanece en cada habitación. Si la casa es grande o se vive solo, muy probablemente habrá cuartos cerrados o en los que se esté en ciertos momentos del día, como el dormitorio. Estas estancias son las llamadas habitaciones fantasma: en ellas, la temperatura ha de ajustarse al periodo de uso, con el fin de no desperdiciar energía.

Personalizar el uso de la calefacción

Hoy en día los edificios se construyen bajo criterios sostenibles. Los materiales, el aislamiento o la eficiencia energética son soluciones que ayudan a preservar la salud del planeta y de sus habitantes. Los sistemas de calefacción inteligentes también aportan un importante granito de arena en esta lucha medioambiental.

Hay que evitar cubrir los radiadores porque su rendimiento calorífico se verá afectado, alrededor de un 10%.Getty Images/iStock

La calefacción conectada permite personalizar su uso a las necesidades de cada persona. La temperatura de la vivienda puede ajustarse por días, estancias y horas de uso con el fin de que sea siempre óptima. Actualmente, garantizar el confort térmico apoyándose en las nuevas tecnologías es cómodo y fácil.

Renovar, cuidar y desconectar

El margen de mejora del gasto energético en una vivienda no solo se circunscribe al uso de la calefacción. Hay otra serie de medidas que se pueden tomar pensando en la sostenibilidad y el ahorro. El primer paso es reducir el consumo de los electrodomésticos atendiendo a su clasificación energética, que debe ser A. Desenchufar los aparatos de la red eléctrica cuando no se usan también suma: la medida puede proporcionar hasta un 10% de ahorro en la factura.

Revisar la caldera de forma periódica previene de las averías y de posibles accidentes. Asimismo, hay que evitar cubrir los radiadores porque su rendimiento calorífico se verá afectado, alrededor de un 10%, al igual que el confort térmico de la vivienda. Poner a secar la ropa sobre la calefacción es una práctica bastante común y muy gravosa para el bolsillo, puesto que aumentará la demanda de potencia de la caldera y, consecuentemente, el coste energético.

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