Enfoque ‘antidieta’: cuando la alimentación intuitiva está contraindicada

Este tipo de planteamiento nutricional tiene sentido solo cuando no existen trastornos de la conducta alimentaria ni enfermedades como la diabetes

Imagen que agrupa distintos alimentos saludables.Florin Ciobanu (Getty Images)

La alimentación intuitiva, o también llamada “antidieta”, es un enfoque en nutrición que busca una alimentación saludable para todos, sin el objetivo de modificar el cuerpo, desde un modelo de cuerpo neutral y respetuoso con el individuo, lejos de imposiciones, restricciones y dietas. Lo que promueve, a través de sus principios, no es más que una alimentación sana y flexible.

Que no prohíba alimentos no quiere decir, sin embargo, que incite a un consumo desmesurado de los de peor calidad nutricional. Es solo que no los penaliza y apela a la libertad del individuo desde la información, al igual que no promueve la obesidad. El tamaño corporal está fuera de sus principios, se respeta cada uno de los cuerpos, independientemente de su tamaño, por el mero hecho de existir.

No promueve el consumo de alimentos ultraprocesados, pero no lo castiga, que es algo radicalmente opuesto. Quizás es porque comprende la nutrición desde un punto de vista individualizado, por ejemplo, para alguien que ha pasado por un trastorno de la conducta alimentaria, comerse ese bollo industrial es un avance. A su vez, entiende la situación de familias con recursos económicos limitados, que aun sabiendo que estos no son los alimentos más sanos del mundo, son lo que pueden ofrecer a sus hijos y, por ello, no les hace sentir culpables.

Precisamente por eso, aleja la salud de ser un “mérito” alcanzable desde el propio individuo. Existen muchos más factores no controlables por él, que son determinantes de su salud, como, por ejemplo: dónde haya nacido, condiciones socioeconómicas, acceso a la sanidad… Apuestan por políticas públicas de salud, para que el bienestar sea accesible para todos en la misma medida de base, no en función de nuestro poder adquisitivo.

Este tipo de enfoque se centra en volver a ese comedor intuitivo con el que todos nacemos, que come cuando tiene hambre y deja de comer cando está saciado, que respeta sus señales biológicas y no las silencia para lograr el éxito que le promete la delgadez.

Un comedor que cuida su cuerpo y su salud, desde el respeto y no desde el miedo. Ese que no siente culpa porque la comida le sea placentera, ni se premia, ni se castiga con ella. El modelo propone volver a estar conectados con nuestro cuerpo y manejar la alimentación desde ahí, con unos fundamentos nutricionales. De lo que sí se le puede acusar es de hacer apología del respeto.

A pesar de todas sus bondades, no es un modelo válido en cualquier circunstancia, como todo en la vida, tiene sus pros y sus contras. No es recomendable en estas enfermedades:

  • En trastornos de la conducta alimentaria: las señales de hambre y saciedad están alteradas. Dependiendo en qué momento de la recuperación se encuentren los pacientes, pueden estar totalmente contraindicadas. Por ejemplo, en pacientes con anorexia, que tienen inhibidas las señales de hambre y, además, saciedad precoz, si les indicamos que coman cuando tengan hambre y dejen de comer cuando se sientan satisfechos, no comerían prácticamente nada. Desde este enfoque, su recuperación sería imposible. Cualquier práctica de alimentación consciente en estos casos también estaría contraindicada, porque precisamente les sobra conciencia y atención en la comida, lo que necesitan es mecanizar más su alimentación. En estos enfermos, la aplicación de este enfoque puede ser muy peligroso. En cambio, en la prevención de los trastornos de la conducta alimentaria, la alimentación intuitiva ha dado grandes resultados, así como en aceptación corporal.
  • En cirugías bariátricas: después de la intervención la capacidad estomacal queda reducida, se producen cambios anatómicos y metabólicos, que hay que atender de una forma muy concreta. Posteriormente a la cirugía, es imprescindible seguir una dieta que proporcione nutrientes esenciales y se establece hasta un orden en la ingesta de los macronutrientes. Por eso, un abordaje desde la alimentación intuitiva pondría poner en peligro la salud de estas personas. Se debería tratar por un nutricionista especializado en cirugía bariátrica, además de las revisiones médicas correspondientes, y en algunos casos el seguimiento psicológico también es necesario.
  • Diabetes tipo I y Tipo II: la regulación de la glucosa en sangre no se puede manejar desde la alimentación intuitiva. Requiere de unas pautas alimentarias mucho más estructuradas y precisas.
  • Patologías digestivas: son aquellas que requieran un abordaje nutricional mucho más exigente y controlado, por ejemplo, la colitis ulcerosa.
  • Enfermedades renales: los enfermos renales en general tienen unas pautas muy estrictas con la alimentación, ya que es muy importante el control de algunos minerales como el potasio.
  • Cáncer y tratamiento oncológico: los enfermos de cáncer se desnutren en general, y pierden mucha energía y en ocasiones el apetito, con los tratamientos. El acompañamiento nutricional debe ofrecerles pautas muy específicas para su recuperación, e incluso sabotear su falta de apetito, porque si únicamente comen cuando tengan hambre, lo más probable es que se desnutran aún más y se encuentren más débiles.

En general, no es recomendable este tipo de enfoque cuando se necesitan unas pautas dietéticas estrictas por el control de los nutrientes o cuando las sensaciones de hambre y saciedad están alteradas. Es una herramienta más con la que podemos contar los nutricionistas, pero siempre se ha de valorar la situación individual del paciente.

Para mí, sin duda, esta es la forma de enseñar a relacionarnos con la comida y con nuestro cuerpo. Este enfoque nos ahorraría muchos quebraderos de cabeza, distorsiones corporales, enfermedades y culpa, kilos de culpa. Lo bueno es que nunca es tarde para trabajar desde este enfoque. Si su relación con la comida y con su cuerpo está muy dañada, este puede ser un enfoque ideal.

NUTRIR CON CIENCIA es una sección sobre alimentación basada en evidencias científicas y en el conocimiento contrastado por especialistas. Comer es mucho más que un placer y una necesidad: la dieta y los hábitos alimenticios son ahora mismo el factor de salud pública que más puede ayudarnos a prevenir numerosas enfermedades, desde muchos tipos de cáncer hasta la diabetes. Un equipo de dietistas-nutricionistas nos ayudará a conocer mejor la importancia de la alimentación y a derribar, gracias a la ciencia, los mitos que nos llevan a comer mal.

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