Aplauso sin complacencia
España debe aprovechar la buena marcha de su economía, subrayada por el FMI, para seguir combatiendo el desempleo y la desigualdad
España protagoniza la gran sorpresa del último informe de previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para 2024 y se sitúa como la economía avanzada que más crece (2,9%), dos décimas más de lo que prevé el Gobierno y por delante incluso de Estados Unidos (2,8%). Es la segunda revisión al alza del organismo para la economía española en lo que va de año —un punto en total—, gracias en parte a la actualización de la contabilidad nacional llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística y por el extraordinario comportamiento que muestran las exportaciones y el turismo, además de por el dinamismo del mercado laboral y de la aportación de la inmigración.
La economía está demostrando así que es capaz de mantenerse al margen de la trifulca política y de hacerlo pese al deterioro del entorno regional. En contraste con el horizonte económico español, el Fondo rebaja la previsión de crecimiento en la zona euro —lastrada por la debilidad de la locomotora alemana— hasta un anémico 0,8% este año y apenas un 1,2% el año que viene. Eso explica que, en parte, el FMI mantenga sin cambios sus previsiones para el PIB español en 2025 (2,1%), dada su elevada dependencia de la marcha de los países emisores de turistas y de las ventas al exterior. No obstante, espera que el impacto de los fondos europeos de recuperación y las bajadas de los tipos de interés favorezcan una mejora del consumo, tanto público como privado, y de la inversión, lo que permitirá compensar parte de los vaivenes de nuestros socios.
Parte del brillo, sin embargo, palidece al comprobar que pese a la mejora del crecimiento y de la creación de empleo en los últimos meses, la tasa de paro se mantiene invariable en el 11,6% para 2024 y el 11,2% en 2025. Un dato que sitúa a España a la cabeza del desempleo no solo de Europa sino del conjunto de las economías desarrolladas y que exige una actuación decidida. No cabe complacencia con las buenas perspectivas de crecimiento si el talón de Aquiles histórico de la economía —una tasa de paro muy superior a la del resto del mundo desarrollado— no baja de los dos dígitos.
El FMI arroja dudas sobre el ajuste de las cuentas públicas comprometido por el Gobierno con Bruselas. Si bien confía en que este año y el próximo se cumplan los objetivos de déficit —del 2,9% y el 2,7% del PIB, respectivamente—, cree que la brecha entre ingresos y gastos aumentará hasta el 3% en 2027 y siga en ese entorno varios ejercicios, casi el doble de lo previsto por el Ejecutivo (1,5% del PIB). Hay pues que aprovechar los años de bonanza económica para hacer más mullido el colchón fiscal.
El informe de otoño del Fondo Monetario da la batalla global contra la inflación “casi por ganada”, una rúbrica en la que España también saca ventaja a sus socios del euro (1,9% frente al 2% a finales de año). El desempeño en la gran mayoría de las macrocifras es mejor en España que en el resto de Europa y, en general, que en el resto de grandes economías occidentales. Pero las consecuencias de la crisis inflacionaria de los últimos años serán duraderas y dolorosas. Porque desde enero de 2020, con los datos del INE en la mano, la cesta de la compra ha aumentado un 18,4%. La reciente mejora de los salarios aún está lejos de compensar ese incremento, que percute especialmente en dos problemas clave: el riesgo de pobreza y el acceso a la vivienda.