Porvenir

Cuando no es posible pensar con optimismo sobre el futuro, ese tiempo imaginado y posterior al presente, podemos fijarnos un plazo, por ejemplo, el mes que viene

El rey de España Felipe VI camina junto a la poeta Sharon Olds el pasado viernes, durante un evento en el Instituto Cevantes de Nueva York.Angel Colmenares (EFE)

Siempre hay un tiempo posterior al presente, un lugar que tiene que ver con el porvenir y con el taller de costura en el que se tejen las palabras esperanza y desolación. Como la desolación arrastra el hundimiento de lo edificado, me sitúo de forma instintiva en el mañana.

Cuando no es posible pensar con optimismo sobre el porvenir, ese tiempo imaginado y posterior al presente, podemos fijarnos un plazo, por ejemplo, el mes que viene. Para seguir caminando, basta a veces con echar mano de la palabra luego. He recordado este sentimiento porque acabo de estar en el Instituto Cervantes de ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Siempre hay un tiempo posterior al presente, un lugar que tiene que ver con el porvenir y con el taller de costura en el que se tejen las palabras esperanza y desolación. Como la desolación arrastra el hundimiento de lo edificado, me sitúo de forma instintiva en el mañana.

Cuando no es posible pensar con optimismo sobre el porvenir, ese tiempo imaginado y posterior al presente, podemos fijarnos un plazo, por ejemplo, el mes que viene. Para seguir caminando, basta a veces con echar mano de la palabra luego. He recordado este sentimiento porque acabo de estar en el Instituto Cervantes de Nueva York. El rey Felipe VI entregó a la poeta estadounidense Sharon Olds el Premio Internacional Joan Margarit.

Joan murió el 16 de febrero de 2021. Tres días antes, su hija Mónica me llamó para decirme que su padre quería que fuese a Barcelona para que nos despidiéramos. Desahuciado por los médicos, mi amigo era un animal escondido en el bosque de su familia. Entré en la página de Iberia, saqué un billete de ida y vuelta, volé a Barcelona al día siguiente. Tuve la oportunidad de abrazar a Mariona, Mónica, Carles, y pasar la tarde hablando con Joan de poesía, es decir, nosotros, nuestros secretos y nuestra gente. Estaba en paz consigo mismo, certero y responsable como un buen endecasílabo. Saber despedirnos así fue uno de los mayores premios que le debo a la vida.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Cuando aquella tarde entraba en la sala de embarque del aeropuerto para volver a Madrid, el lector digital sonó a protesta, el encargado miró el billete, después me miró a mí con una sonrisa y dijo, señor, sí, es para el día 14, pero no hoy, sino del mes que viene. Joan se despidió, entró en cuidados finales esa noche, pero a mí me quedó, me quedará siempre, el mes que viene, la verdad de la palabra luego.

Más información

Archivado En