Podemos: mejor un paso atrás

La renuncia de Garzón indica el camino para los dirigentes estrellados de una izquierda que cojea mientras la derecha se presenta fortalecida

Ione Belarra, Irene Montero y Alberto Garzón, en el Congreso.CHEMA MOYA (EFE)

Aprobado ya el primer curso de trumpismo, nos matriculamos en segundo, cuyo manual arranca así: los pucherazos lo son solo si perdemos; si ganamos, nos olvidamos.

Ayuso arrojó sombras en vísperas del 28-M sobre un supuesto pucherazo de Pedro Sánchez que no debió funcionar, puesto que el PP ha arrasado. Y ahora arroja sombras sobre un adelanto electoral que se produce en la primera fecha disponible ...

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Aprobado ya el primer curso de trumpismo, nos matriculamos en segundo, cuyo manual arranca así: los pucherazos lo son solo si perdemos; si ganamos, nos olvidamos.

Ayuso arrojó sombras en vísperas del 28-M sobre un supuesto pucherazo de Pedro Sánchez que no debió funcionar, puesto que el PP ha arrasado. Y ahora arroja sombras sobre un adelanto electoral que se produce en la primera fecha disponible y que ella (y Feijóo) atribuyen a un intento de que coincida con el éxodo vacacional. Poco deben fiarse de sus votantes si temen que van a abandonarles tan fácilmente por la hamaca, ajenos a la urgente causa del antisanchismo, mientras los de la izquierda resisten estoicamente los 40 grados para aferrarse al poder. Las artimañas no tienen límites.

Lo cierto es que, más allá de reprobar ahora la anticipación de elecciones que el PP pidió, comienza la pugna. Y que lo que encontramos a uno y otro lado no parecen partidos, sino universos creados en oposición al otro.

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Las papeletas esta vez no ofrecen siglas, sino dos lemas: antisanchismo y antitrumpismo. El primero se construye para demoler las políticas de la coalición y su programa electoral no puede ser más fácil: dar marcha atrás. En memoria histórica, en vivienda, en la derogación de la sedición, en la reforma de la malversación y en impuestos. Las guerras culturales han pasado a primer plano y las políticas europeas que han arrojado ingentes fondos de recuperación, compromisos de transición energética y una modernización del papel de España en el mundo se heredarán sin alharacas. El segundo se construye para frenar la ola conservadora que intenta el revival en EE UU, que avanza en Europa y que en España adquiere —es verdad— tintes trumpistas.

El combate va a ser fiero. Y es desigual. Mientras el PP comparece muy fortalecido tras ganar dos millones de votos y simula apartar a Vox, todos sabemos que cuenta con la ultraderecha en auge para consolidar su posición. Su muleta es de acero valyrio. El PSOE, por su parte, que perdió más de 400.000 votos el domingo, cojea sin algo equivalente. El hundimiento de Podemos convierte en una tarea difícil la forja de ese nuevo espacio, Sumar, que no tendrá un gran entusiasmo por visibilizar a los dirigentes estrellados, que ni siquiera han comparecido aún. El paso atrás de Garzón, que renuncia a estar en las listas, señala el mejor camino para los demás.

Antisanchismo contra antitrumpismo. Y muleta de acero valyrio frente a una cojera autoinfligida que va a necesitar mucha imaginación para recuperar vigor. Es lo que hay.

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