Sémper o no Sémper

A pesar del ruido y la furia, la gente valora el talante y la autenticidad por encima del tribalismo y el tacticismo

El portavoz del comité de campaña del PP, Borja Sémper, durante una rueda de prensa posterior a la reunión del comité de dirección del Partido Popular, el pasado 13 de febrero en Madrid.Alejandro Martínez Vélez (Europa Press)

¿Qué político de nuestro país se encuentra en la posición más difícil con la contaminación de la campaña por el tema Bildu? Probablemente, Borja Sémper, quien, a pesar de su conocida tolerancia hacia Bildu, es el portavoz de campaña del PP.

¿Y qué político de nuestro país ganaría unas elecciones presidenciales hoy si tuviéramos un sistema como el de Estados Unidos o Francia? Probablemente, Borja Sémper. No recuerdo político en nuestra tierra que suscite una admiración tan compartida, desde analistas muy de izquierda...

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¿Qué político de nuestro país se encuentra en la posición más difícil con la contaminación de la campaña por el tema Bildu? Probablemente, Borja Sémper, quien, a pesar de su conocida tolerancia hacia Bildu, es el portavoz de campaña del PP.

¿Y qué político de nuestro país ganaría unas elecciones presidenciales hoy si tuviéramos un sistema como el de Estados Unidos o Francia? Probablemente, Borja Sémper. No recuerdo político en nuestra tierra que suscite una admiración tan compartida, desde analistas muy de izquierdas hasta Federico Jiménez-Losantos, y me cuesta imaginar uno que pudiera aunar más apoyo a ambos lados del espectro ideológico.

El extraño caso del Sr. Sémper muestra que, a pesar del ruido y la furia, la gente valora el talante y la autenticidad por encima del tribalismo y el tacticismo. A diario, intentan convencernos de lo contrario: de que ganan los que se erigen en defensores de la tribu (“¡hay que echarlos!”) y agitan estratégicamente los temas espinosos en campaña para sacar rédito (“ETA está viva”, “Franco está en el poder”).

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Pero eso es porque muchos candidatos en estas elecciones (y las posteriores generales) no buscan ganar, sino que pierda el rival. Su objetivo no es maximizar sus votos, sino minimizar los de su adversario, con lo que, en lugar de airear sus virtudes, un candidato conservador prefiere sacar el tema que más divide al electorado socialista (como los pactos con Bildu), para desmovilizarlo.

Sin embargo, esto puede ser pan para hoy, pero hambre para mañana. El tribalismo y el electoralismo es gasolina que se quema rápido y eso explicaría la extrema brevedad de las carreras políticas en la España actual, donde apenas se sobrevive unos pocos años en primera línea.

A largo plazo, los estudios indican que los votantes premian la autenticidad. En términos técnicos, un político auténtico es, según el pionero estudio de la politóloga Sofia Breitenstein y varios coautores, aquel candidato que: 1) sabemos qué piensa de los temas; 2) no teme decirlo en voz alta; 3) no cambia su opinión por conseguir votos; 4) habla desde la convicción; 5) es honesto; y 6) actúa igual en público que en privado. En lenguaje coloquial, cualquier político del PNV. O Sémper hasta el momento.

No le será fácil mantener esa actitud de serenidad en mitad de la tormenta. Es su dilema y nuestro dilema como país: Sémper o no Sémper. @VictorLapuente

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