Te lo dije, Marie Kondo

Twitter celebra la conversión de la gurú del orden al ‘be water, my friend’ tras el nacimiento de su tercer hijo

Marie Kondo, en su casa, en julio de 2019.Michael Buckner (Getty)

A veces, una derrota ajena es una victoria en casa. ¿No se alegran cuando, ocasionalmente, en los concursos de belleza, alguna mujer despampanante dice una tontería en respuesta a una pregunta pretendidamente profunda? ¿Acaso no sonríen, no se sienten más vivas, más felices, cuando esa cintura de avispa, esa sonrisa de piano, esos ojos mar del Caribe afirman: “Bueno, el periodo histórico en el que me hubiera gustado vivir es la II Guerra Mundial. Hoy todo es tan plano…”? Pues bien, Marie Kondo, la gurú del orden, vendedora ...

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A veces, una derrota ajena es una victoria en casa. ¿No se alegran cuando, ocasionalmente, en los concursos de belleza, alguna mujer despampanante dice una tontería en respuesta a una pregunta pretendidamente profunda? ¿Acaso no sonríen, no se sienten más vivas, más felices, cuando esa cintura de avispa, esa sonrisa de piano, esos ojos mar del Caribe afirman: “Bueno, el periodo histórico en el que me hubiera gustado vivir es la II Guerra Mundial. Hoy todo es tan plano…”? Pues bien, Marie Kondo, la gurú del orden, vendedora de millones de libros y, aparentemente responsable de que la infancia de otros tantos hombres y mujeres haya acabado en la basura para hacer hueco en el armario, acaba de rendirse, y Twitter lo ha celebrado por todo lo alto.

La japonesa, de 38 años, y autora de la frase “La vida no empieza realmente hasta que no tienes tu casa ordenada”, se convirtió al be water my friend el pasado 26 de enero, en una entrevista con The Washington Post para promocionar nuevo libro y consecuente nuevo método. Dijo: “Hasta ahora era una limpiadora profesional, así que hice todo lo posible para mantener mi casa ordenada en todo momento. Me he dado por vencida en ese aspecto. Ahora lo importante para mí es disfrutar del tiempo con mis hijos [parece que ha sido el tercero el que ha derribado todo el sistema]”. “Mi casa está desordenada, pero la manera en la que gasto mi tiempo es la correcta para mí en esta etapa de mi vida”, añadió. Menuda confesión. Buena parte del mundo desarrollado, especialmente el que tiene prole, gritó: “¡AJÁ!”.

La fiesta se extendió por varios continentes. “Una derrota para Marie Kondo, pero una victoria para la humanidad”, tuiteó @iCarlosRuano. “Marie Kondo ya ha claudicado y sus hijos aún no son adolescentes. Verás, Marie Kondo, verás”, advirtió @LaPijortera. “Vamos, que Marie Kondo ha reconocido implícitamente lo que muchos y muchas llevamos tiempo diciendo: que no hay manera más fácil de ser un padre/madre perfecto que no teniendo hijos”, se regodeó @CristianBilba12. “Se veía venir, Marie Kondo, las madres ya sabíamos que tu método hacía aguas”, compartió, ufana, @CuckiTheTravel. “Marie Kondo, esa sociópata con flequillo de escuadra y cartabón que es capaz de convertir un piso de universitarios en la celda de una monja, se ha vuelto desordenada. Bienvenida al lado oscuro”, la invitó, magnánimo, @Ebaezan.

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Aunque la mayoría festeja la rendición, también ha habido tuiteros que se han animado a defenderla: “No os enteráis, Marie Kondo se ha deshecho de su propio método. No hay nada más Marie Kondo que eso”, advierte @sebasesrad. Con buenos reflejos, el community manager de Ikea en Chile, escribió: “Querida Marie Kondo, no te rindas. Tenemos muchas soluciones para que tu vida siga siendo ordenada”.

Algunos se animan a poner título al próximo libro de la japonesa —”Esto no es un hotel, cualquier día cojo la puerta y me voy” (@Noesporpresumir)— y a hacer bromas: “Marie Kondo está a un tris de empezar a decir: ‘¿Qué os creéis, que soy el banco de Tokio?”.

También hay mensajes amargos: “¿Quién nos devuelve lo que nos hizo tirar Marie Kondo?”, se pregunta, melancólico desde Argentina, @ElflacoEse1.

El revuelo por la confesión de la gurú, los tuits de rabia, ese gustirrinín al verla claudicar y abdicar de su propio bestsellerLa magia del orden— refleja algo que ya intuíamos —la perfección no existe— aunque a menudo dejemos que nos amargue más de la cuenta. Y también muestra la que sigue siendo la frase favorita para gran parte de la humanidad: “Te lo dije”.

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