Las letras de Santiago Auserón

Muchos de los textos del cantante pueden leerse como poemas, aunque el placer se redobla si uno mira el libro y escucha al tiempo la canción correspondiente

Santiago Auserón, en Barcelona en 2010.CARLOS SUÁREZ (EFE)

Se me hace a mí que pocas actividades ayudan con tanta eficacia a limpiarse por dentro como celebrar el talento de los demás. He oído decir que este ejercicio de higiene interior no termina de cuajar en el gremio de los escritores. Como no he emprendido investigaciones de campo, carezco de pruebas; pero, en todo caso, allá cada cual con la dimensión humana de su sombra. Para quienes no se cierren al disfrute de la inventiva ajena, la editorial Demipage ha tenido la excelente idea de publicar una golosina en forma de libro, que recopila letras de canciones de ...

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Se me hace a mí que pocas actividades ayudan con tanta eficacia a limpiarse por dentro como celebrar el talento de los demás. He oído decir que este ejercicio de higiene interior no termina de cuajar en el gremio de los escritores. Como no he emprendido investigaciones de campo, carezco de pruebas; pero, en todo caso, allá cada cual con la dimensión humana de su sombra. Para quienes no se cierren al disfrute de la inventiva ajena, la editorial Demipage ha tenido la excelente idea de publicar una golosina en forma de libro, que recopila letras de canciones de Santiago Auserón. Unas corresponden a los tiempos en que fue compositor y vocalista de Radio Futura (1979 – 1992); otras, la mayoría, a la etapa posterior que se alarga hasta nuestros días y en la que este “negro del Ebro”, como él mismo gusta de definirse, se hace llamar Juan Perro. No anda escaso de vigor poético el título que le ha puesto al libro, Luz de mis huesos. El responsable de la selección y cuidado de los textos ha sido el poeta Francisco Javier Irazoki, lo que garantiza la ausencia de erratas. No conozco a nadie que las persiga con tan sostenida perseverancia como él. Max firma la atractiva ilustración de la cubierta, donde se ve al cantante de perfil con su característico sombrero y una sonrisa canalla. Hay en las letras de este consagrado músico una voluntad ostensible de contenido, hasta el punto de que muchos de sus textos pueden leerse como poemas al margen de la música, aunque el placer se redobla si uno fija la mirada en las páginas del libro y escucha al mismo tiempo la canción correspondiente. Todo ello alejado de la rima fácil, de la simpleza pop, de la tontería bailable o de la matraca ideológica. Uno admira esta visión de la música como vía de conocimiento, compuesta por un doctor en Filosofía que toca la guitarra o viceversa. Mi aplauso.

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