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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los leones de Tik Tok y Amber Heard

El mediático juicio por difamación del actor Johnny Depp contra su exesposa ha sentado un pernicioso precedente que puede acobardar a las víctimas de abusos sexuales

Amber Heard a la salida de la corte de circuito de Fairfax (Virginia) el 1 de junio. Foto: TOM BRENNER (REUTERS) | Vídeo: EPV
María Antonia Sánchez-Vallejo

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Una sala de vistas convertida en un circo romano, con los leones ensañándose con Amber Heard. El mediático juicio por difamación del actor Johnny Depp contra su exesposa, también actriz, condenada por haber mentido sobre el supuesto maltrato continuado de aquel, ha sentado un pernicioso precedente que puede acobardar a las víctimas de abusos sexuales pese al gran camino recorrido por el movimiento MeToo. Esta es la principal conclusión que activistas, feministas y parte de la opinión pública estadounidense han sacado del proceso, televisado en directo hasta el más escabroso de sus detalles, y en el que jóvenes influencers han producido contenido a favor del actor y demandante, como apuntaba este viernes un artículo del diario The Washington Post sobre la mediatización del caso. Los tiktokers como nuevos togados de la plaza pública.

Los siete miembros del jurado determinaron que Heard había difamado a Depp en un artículo de opinión publicado en 2018 en el Washington Post, al inventarse los malos tratos. En el texto, sin nombrar al actor, la mujer se presentaba como “una figura pública que representa el abuso doméstico”, es decir, la violencia de género. Heard ha sido condenada a pagar 15 millones de dólares en desagravio a su expareja, y esta, a compensarla con dos millones por haber sido difamada por uno de sus abogados.

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Pero más allá del veredicto, lo que más inquieta es la instrumentalización ideológica e incluso política del caso. Minutos después de conocerse el fallo, memes sobre un Depp triunfante empezaron a correr como la pólvora por las redes sociales, como uno, publicado en la cuenta oficial del comité judicial en el Congreso del Partido Republicano, que mostraba a Depp como el desafiante pirata Jack Sparrow, el protagonista de la célebre franquicia de Disney Piratas de Caribe. Disney anunció que no contaría más con el actor para dar vida al personaje, algo que el actor calificó de cancelación y que le ha privado de un contrato de 22,5 millones de dólares. Donald Trump Jr, hijo mayor del expresidente republicano —conocido por sus vulgares comentarios acerca de las mujeres—, tuiteó enseguida, en apoyo de Depp: “Crean a todas las mujeres... menos a Amber Heard. 15 millones como compensación a Depp y, tal vez, un caso que podría terminar con el rabioso mensaje feminista de que todos los hombres son culpables antes de que se demuestre su inocencia, [mensaje] tan en boga últimamente”.

El comentario del hijo de Trump va directo a la línea de flotación del fundamento del movimiento MeToo: la credibilidad del testimonio de una mujer frente a un hombre poderoso. Horas después, una corte de apelaciones de Nueva York confirmaba la sentencia de 23 años de cárcel impuesta en 2020 al productor Harvey Weinstein, cuyos abusos a decenas de mujeres fueron el germen del MeToo. La periodista especializada en temas de género Joanna Schroeder resumió muy bien esa inquietud en un tuit publicado minutos después de conocerse el fallo del caso Depp contra Heard: “Este es un día muy malo para las mujeres que son víctimas. El silencio contra el que tantas lucharon durante tantos años se abatirá una vez más sobre las supervivientes de violencia sexual y violencia doméstica”. El tuit de Schroeder fue replicado de inmediato por una legión de defensores de Depp.

Por si no fuera poco el escrutinio público de dos versiones irreconciliables de una única realidad, la opinión pública parecía haber condenado de antemano al cadalso a Heard. La hipotética losa que puede suponer su condena para un fenómeno que a duras penas había ido normalizándose, gracias a la tipificación de la violencia que sucede entre cuatro paredes, es la consecuencia más grave del veredicto, y la sociedad civil también sale perdiendo. Cabe recordar que los primeros borradores del artículo que Heard publicó en 2018 fueron redactados por la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, de la que la actriz fue embajadora y que se ocupa de los derechos de las mujeres y la violencia de género. Y también es preciso subrayar que hace dos años Depp perdió una demanda contra un diario sensacionalista británico, que le había llamado “maltratador de esposas”. La distancia entre ambos fallos es tan abismal que ha acabado engullendo a Amber Heard.

La combinación de ingredientes (dos estrellas de Hollywood, detalles íntimos de su vida sexual y cámaras en la sala del tribunal) convirtió el juicio en carnaza para internet. Un juicio en paralelo se desarrolló a base de memes y publicaciones que atacaban a Heard, algunos creados por superfanáticos de Depp. La mujer declaró haber recibido miles de amenazas de muerte durante el proceso.

En un artículo de opinión publicado esta semana en la revista Vanity Fair, Monica Lewinsky, la becaria de la Casa Blanca tristemente famosa por su relación con el presidente Bill Clinton, subrayó que todos somos culpables al respecto. “La pornografía en los tribunales y las redes sociales han convertido a los observadores inocentes en una masa de embusteros”, expone Lewinsky. “Con un juicio accesible en directo, en nuestras pantallas, pensamos, inconscientemente, que tenemos derecho a mirar y mirar. A juzgar. A comentar”.

Además de espectáculo, durante el proceso se han desplegado, con luz y taquígrafos, grandes dosis de misoginia. “El drama de la corte parece haber expuesto nuestras tendencias misóginas más profundas. Heard, creas o no su testimonio, ha soportado el escarnio público: solo los memes han reemplazado a las piedras” en la lapidación, sentencia en un artículo de opinión Jessica Bennett, antigua corresponsal de género del New York Times. Si para Lewinsky todos somos culpables, para Bennett, nadie ha salido ganando del proceso.

Nuestros recomendados de la semana:

Unas sugerencias para acabar:

💃🏿 Un proyecto musical: La Dame Blanche, por Almudena Barragán:

La Dame Blanche es el proyecto de la cantante, flautista y percusionista cubana Yaite Ramos, heredera de la rumba afrocubana. Su música es un gran exponente de fusión contemporánea, reguetón, trap, hip hop e incluso flamenco.

Criada en una familia de músicos, se formó con su padre Jesús ‘Aguaje’ Ramos (trombonista y director artístico de la orquesta Buena Vista Social Club). Entre sus numerosas colaboraciones están las que ha hecho con Celso Piña o con Control Machete. Las letras de Ramos están cargadas de intención. Por eso canta contra el racismo, a favor de la libertad y contra la violencia machista, entre otros temas. Como en la canción que aquí compartimos, ‘La maltratada’.

👧 Un pódcast: Niñas, no madres

Es un espacio de reflexión sobre las causas y las consecuencias de las maternidades forzadas en América y el Caribe, donde las cifras crecen cada año. En cada capítulo, el pódcast explora la realidad detrás de las niñas que son obligadas a ser mamás, víctimas de abusos sexuales y sistemas de salud que no atienden sus necesidades. Niñas, no madres es parte del movimiento regional a favor de los derechos de las menores latinoamericanas, que busca generar lugares seguros para que todas puedan elegir de forma libre e informada sobre su salud y su futuro. En cada episodio, expertas de diferentes países de la región dan pistas sobre lo que podemos hacer como sociedad para garantizarles infancias más plenas a todas las latinoamericanas.

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