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Starmer recorta el gasto social en el Reino Unido para elevarlo en defensa hasta el 2,5% del PIB

El Gobierno laborista reducirá las ayudas por baja laboral y el presupuesto de cooperación y desarrollo para cumplir con sus objetivos fiscales

01:09
El Gobierno británico anuncia al Parlamento la actualización del presupuesto
El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, y la ministra de Economía, Rachel Reeves, el 28 de octubre en Downing Street, en Londres. Foto: Hollie Adams (REUTERS) | Vídeo: EPV
Rafa de Miguel

No se puede ser todo al mismo tiempo y tener a todo el mundo contento. El Gobierno laborista del Reino Unido, encabezado por Keir Starmer, está decidido a incrementar el gasto en defensa del 2,3% al 2,5% del producto interior bruto en apenas dos años y a la vez se empeña en mantener el rigor presupuestario y fiscal para tranquilizar a los mercados. Con unas previsiones de crecimiento económico endebles, la ministra de Economía, Rachel Reeves, ha anunciado este miércoles una corrección en las cuentas que incluye nuevos recortes en el gasto público. La medida ha provocado la ira de muchos diputados laboristas y votantes de la izquierda.

“Nuestra misión es asegurar el futuro del Reino Unido en un mundo que está cambiando ante nuestros ojos. La tarea de un Gobierno responsable no se reduce a ser mero espectador de ese cambio”, ha dicho Reeves. Defendía así sus decisiones frente a una bancada laborista inquieta ante la sombra de lo que muchos anticipan como una nueva era de austeridad.

La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria ha reducido drásticamente su previsión de crecimiento del PIB británico, del 2% al 1%, y ha señalado un supuesto desfase de casi 6.000 millones de euros en las cuentas que ha presentado la ministra.

El Gobierno de Starmer ya provocó las iras de muchos empresarios y las críticas de no pocos economistas el pasado octubre, cuando en su primer presupuesto anunció una subida de impuestos de cerca de 48.000 millones de euros. La mayoría de esa presión recayó sobre las empresas, al aumentar las cotizaciones sociales de los empleadores. El resultado fue un enfriamiento de la economía y de las contrataciones laborales.

Ucrania y el rigor fiscal

Como le ocurrió en su día al conservador Boris Johnson, Starmer ha encontrado en su firme apoyo a Ucrania, y en su afán por hacerse con el liderazgo militar europeo, una vía para resucitar una popularidad política en horas bajas. Pero ese ímpetu viene con precio añadido. La promesa del primer ministro británico de acelerar el gasto en defensa ha tenido que compensarse con recortes en áreas muy queridas por la izquierda, como la ayuda internacional a la cooperación y el desarrollo, que se verá reducida del 0,5% al 0,3% del PIB. Cuando Johnson tomó en su día una decisión parecida, el Partido Laborista, entonces en la oposición, puso el grito en el cielo.

Al ardor guerrero de Starmer se suman el celo y la ortodoxia fiscal de su ministra de Economía, que se aferra a su doble promesa de financiar el gasto corriente únicamente con los ingresos de los impuestos y de reducir el porcentaje de la deuda respecto al PIB al finalizar sus cinco años de mandato. El cambio en el entorno geopolítico ha añadido presión a este compromiso.

“Este Gobierno fue elegido para cambiar nuestro país. Para proporcionar seguridad a la clase trabajadora. Y para poner en marcha una década de renovación nacional. Esta tarea comenzó en julio, y estoy orgullosa de lo que hemos hecho en nueve meses”, ha defendido Reeves en la Cámara de los Comunes. Son pocos, sin embargo, los que ven avance alguno.

El Gobierno se ha comprometido a impulsar reformas como la inversión en infraestructuras; la construcción de nueva vivienda social; la renovación de carreteras y ferrocarriles; la liberación de los mercados y reducción de la regularización, y el impulso a la industria de la inteligencia artificial. Pero junto a estas promesas (ambiciosas, pero poco concretas aún) de reformas económicas, lo único concreto hasta la fecha ha sido una subida de impuestos a las empresas y el anuncio de recortes en el estado de bienestar.

Se añade a todo esto una economía que se mantiene lánguida, una inflación superior a la deseada y unos tipos de interés aún elevados en comparación con los de la UE.

Estado del bienestar menguado

Todas esas condiciones imprevistas han acabado prácticamente con las reservas de casi 12.000 millones de euros que Reeves aparcó en el presupuesto de octubre, y han llevado al Gobierno laborista a imponer nuevos recortes.

Con el argumento de que es necesario incentivar la vuelta al mercado laboral de los millones de trabajadores con baja indefinida después de la pandemia, la ministra de Trabajo y Pensiones, Liz Kendall, anunció la semana pasada un endurecimiento de los requisitos para reclamar ayudas, así como la congelación de las subvenciones existentes. Todo ello por un valor de casi 6.000 millones de euros. Se prevé que el Gobierno pase a destinar a estas partidas, que hoy suponen un gasto anual de 77.000 millones de euros, cerca de 120.000 millones en 2029.

Añadido a ese tijeretazo al estado del bienestar, Reeves ha revelado este miércoles un recorte extra de casi 2.000 millones del gasto público, de los cuales casi 600 surgirán de una congelación del llamado Crédito Universal, el pago único mensual que reciben los ciudadanos más vulnerables.

“Estos recortes devastadores e inmorales van a empujar a la pobreza a más gente enferma, y van a empeorar la salud de las personas”, ha denunciado el Consorcio de Beneficiarios por Discapacidad, que agrupa a más de 100 organizaciones humanitarias.

Cientos de personas se manifestaban este miércoles, mientras se celebraba el debate en la Cámara de los Comunes, ante el edificio del Parlamento británico, en contra de los recortes a las ayudas sociales.

El propio Ministerio de Trabajo y Pensiones ha calculado en 3,2 millones las familias que verán mermados sus ingresos para el ejercicio fiscal 2029/30, con un recorte medio anual de cada una de unos 2.000 euros. Sin embargo, con los mismos cálculos, cerca de 3,8 millones de hogares experimentarán una mejora en sus finanzas con nuevas ayudas, según el Gobierno.

Unas 250.000 personas, señalan esas previsiones, entrarán en una situación de pobreza relativa en el plazo de cuatro años.

John McDonnell, portavoz de Economía del Partido Laborista durante los años de liderazgo de Jeremy Corbyn, y hoy uno de los diputados más críticos con el Gobierno de Starmer, ha intentado llamar a la rebelión ante los recortes: “La falta de entendimiento y de empatía en la planificación y desarrollo de las políticas de este Gobierno es estremecedor”, ha escrito McDonnell en el diario The Guardian. “Todavía están a tiempo los ministros de enfrentarse al Tesoro y frenar esos recortes en las ayudas a los enfermos y discapacitados”, exigía el veterano político de izquierdas.

Los equipos de Starmer y de Reeves, sin embargo, se han empleado a fondo para frenar cualquier conato de rebelión, aunque no se descarta que algún diputado acabe presentando su dimisión en señal de protesta.

El Gobierno dispone de una holgada mayoría y de un largo mandato por delante, pero muchos de sus críticos comienzan a exigir resultados cuanto antes, en forma de crecimiento económico y mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos. Y no tantos tambores de guerra.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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