Biden afirma que Israel tiene derecho a defenderse de los ataques
EE UU envía a un mediador a la zona mientras frena la adopción de una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU
Los apuros que Ned Price, portavoz del Departamento de Estado, pasó este lunes intentando explicar a los periodistas la postura de la Casa Blanca ante la nueva escalada de tensión en Oriente Próximo son un ejemplo revelador de las dudas que asaltan a la Administración de Joe Biden. Las reticencias del presidente demócrata, que hasta ahora había evitado implicarse en un conflicto de difícil resolución a corto plazo, y en el que ninguno de sus predecesores alcanzó ningún logro, han frenado la adopción de una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU, que esta semana se ha reunido dos veces a puerta cerrada. Pero tras una conversación telefónica con Benjamín Netanyahu, primer ministro en funciones de Israel, el presidente de EE UU ha dicho este miércoles que confía en que la espiral de violencia termine “más pronto que tarde”, a la vez que mostraba su “inquebrantable apoyo” al legítimo derecho a la seguridad y la defensa de Israel “cuando ha recibido miles de cohetes en su territorio”.
A iniciativa de Noruega, el borrador de un comunicado conjunto que satisfaga a los 15 miembros del Consejo sigue esperando ver la luz, ya que Washington teme que pueda resultar contraproducente, si no perjudicial, para los esfuerzos diplomáticos en curso, según fuentes de la misión de EE UU ante la ONU citadas por la agencia Reuters. El borrador ha incorporado, a instancias de EE UU y el Reino Unido, enmiendas para reflejar una condena sin paliativos al lanzamiento de cohetes desde Gaza. El Departamento de Estado ha anunciado este miércoles el viaje a la zona, la semana próxima, de Hady Amr, subsecretario adjunto para Asuntos de Israel y Palestina. Pero el claro mensaje de Biden ha servido para disipar algunas dudas, también las relativas a la implicación diplomática de Washington, que está en contacto con Egipto, Qatar y Jordania, así como con representantes palestinos, para “el restablecimiento de una calma sostenible” en la zona.
A medida que la violencia se recrudece, el intento de seguir al margen, o mantener una pretendida equidistancia, resultaba cada vez más difícil para Biden entre sus propias filas, dado el creciente coro de voces que le exigen un papel más proactivo. En definición de Martin S. Indyk, que fue embajador en Israel y enviado especial a la región, la postura de Biden se ha limitado, hasta ahora, a “la gestión del conflicto, en vez de [a intentar] la resolución del mismo”, según declaraciones recogidas por The New York Times. Es decir, a amortizar el statu quo y eludir cualquier protagonismo para no comprometer capital político o contrarrestar esfuerzos enfocados a otras partes del mundo.
Detonante de la crisis
La Casa Blanca ya había afirmado este martes que Israel tiene derecho legítimo a defenderse de los ataques con cohetes lanzados desde Gaza, pero también que Jerusalén debe ser un lugar de coexistencia pacífica, en alusión al proyectado desalojo de familias palestinas del distrito de Sheij Yarrah, al norte de la ciudad y uno de los detonantes de la peor crisis entre israelíes y palestinos desde la guerra de 2014.
Price, el portavoz del Departamento de Estado, fue objeto de un bombardeo de preguntas el lunes, muchas de ellas de periodistas de origen árabe, que cuestionaron su equidistancia -pidió “contención a ambas partes”. También lo han hecho prominentes miembros de la facción progresista de los demócratas, como la congresista Ilhan Omar. “Hasta que podamos defender los derechos de los palestinos como hacemos con los de los israelíes, no tenemos base sobre la que apoyarnos en lo que respecta a la justicia o la paz”, tuiteó Omar sobre la azorada intervención de portavoz.
En abril, la Administración demócrata anunció el restablecimiento de relaciones con la Autoridad Palestina, más de dos años después de que el proisraelí Donald Trump pusiera fin a las mismas, y por extensión franqueó la reanudación de la ayuda, además de los 15 millones de dólares para combatir la pandemia prometidos en marzo. También reiteró el apoyo a la solución de dos Estados, pero, según los más críticos, no fue suficientemente tajante a la hora de condenar la actividad de los asentamientos judíos, la cuestión, junto con la de Jerusalén, en la que encalla cualquier intento de diálogo.
Pero el desplazamiento del eje de la política exterior hacia Oriente -para frenar la competencia de China- no ayuda ante esta nueva crisis, arguyen la mayoría de los analistas, como tampoco el vacío de poder -y la falta de interlocutor- instalado en Israel tras la celebración de las cuartas elecciones no concluyentes en dos años. La opción de sostener o apuntalar una situación enquistada se ve cuestionada incluso por parte de grupos de presión proisraelíes como J Street, radicado en Washington, que apoya una solución negociada al conflicto y urge a Biden a “hacer todo lo posible para rebajar la tensión”. “Instamos a la Administración de Biden a manifestar públicamente que los esfuerzos israelíes para desalojar y desplazar a familias palestinas en Jerusalén Este y Cisjordania son completamente inaceptables para EE UU, al igual que el uso continuado de fuerza violenta y excesiva contra manifestantes palestinos y fieles, especialmente durante el Ramadán. Nos ha animado ver muchos llamamientos similares de miembros del Congreso”, como el de la congresista Omar, señalaba el grupo en un comunicado publicado el lunes. Un día después, el lobby pedía a Biden “pasos urgentes, proactivos y decisivos para rebajar la tensión y asegurar un urgente alto el fuego”.
El nombramiento de Antony Blinken como secretario de Estado fue bien recibido en Israel por su condición de judío. Blinken ha reiterado en numerosas ocasiones su apoyo a la solución de los dos Estados aunque es consciente de que las partes siguen lejos de estar preparadas para negociar un acuerdo permanente. Este martes, habló con su homólogo israelí, Gabi Ashkenazi, a quien manifestó su preocupación por los ataques de Hamás y sus condolencias por la pérdida de vidas, a la vez que instaba a las dos partes a cesar en la violencia. Esa nueva muestra de equidistancia, equiparando acciones y entidades -el Estado de Israel frente a un grupo armado como las brigadas de Hamás, con la población civil en medio, además del énfasis en el derecho a defenderse de Israel-, ha añadido más críticas a la actitud de Washington.
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