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PERFIL
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Juana Dolores, la voz y el martillo de la literatura catalana

Poeta y actriz de origen andaluz, y protagonista de una polémica entrevista en TV3, reclama dar la palabra a la clase trabajadora en el debate público

Juana Dolores Foto: LUIS GRAÑENA
Tomàs Delclós

El lunes 29 de mayo, Juana Dolores atronaba en un plató de TV3 como raramente se ha visto en una televisión. Indignada, contundente, algunas veces equivocada. Con sus reclamaciones de clase dejó aturdido a su entrevistador y perpleja a la audiencia. Una parte de la misma vivió la felicidad de poder escuchar lo que estaba escuchando, dicho con aquella furia, en una televisión pública. Dos días después, Juana Dolores presentaba su libro en Vic y hubo quien acudió pensando que viviría una segunda bronca. No la hubo. “Soy poeta, actriz, pero no payasa”. Dicen las crónicas que fue un acto literario, también político, sobre I si una nació desfilant per una catifa vermella, Rèquiem català (Y si una nación desfilando por una alfombra roja, Réquiem catalán). Un réquiem que tiene música, de Marc Migó, y que se ha escuchado en el auditorio de Barcelona. Juana Dolores sabía dónde debía decir lo que quería. En la televisión pública. Pasolini, cuya obra y compromiso admira, ya lo escribió: la televisión no solamente es un espacio por donde circulan los mensajes, es un medio autoritario que también los elabora y difunde.

Juana Dolores Romero Casanova (Prat de Llobregat, 31 años) pertenece a la primera generación de su familia nacida en Cataluña. “Mis padres vinieron de Huelva. Mi madre sigue limpiando casas. A ella, de la entrevista, no le gustó lo de “puto viejo”, pero por primera vez se sintió interpelada, como trabajadora, desde TV3″. Su madre intervino en un corto de 11 minutos que ella tituló Limpieza. Con unas escenas documentales, de homenaje, de sarcasmo… el filme denuncia la precariedad de estas trabajadoras.

Dolores empezó a trabajar a los 16 años. Lo hizo en una papelería, en el aeropuerto, dando clases de repaso… Aunque terminó los cursos del Institut del Teatre, dice que allí no aprendió nada. Solo les preocupaba que hablara un catalán correcto. “Aquello es un nido de machismo, maltrato psicológico y clasismo”. De donde sí tiene un buen recuerdo es del Teatre Kaddish, en El Prat. Allí, con Pau Bou, su profesor, lo aprendió “todo”. Gracias a su formación teatral trabajó en proyectos de inmersión lingüística en escuelas e institutos y llevó un taller en un centro de tratamiento de trastornos alimentarios. No lo pensaba como una terapia, ni a las chicas las trataba de enfermas.

También ejerce como performer. Ahí aparece una Juana Dolores irreverente, rabiosa, desnuda…, pero que se exhibe vulnerable. Su última performance se vio en el festival Temporada Alta de Girona. Para su director, Salvador Sunyer, “tiene un talento claro”. “Le falta solidez dramatúrgica, pero eso se obtiene con los años y esta solidez le dará aquello que siempre busca: la belleza”

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2020 es un año clave. Aquella chica nacida en la “periferia asfáltica” gana el Premio Amadeu Oller para poetas jóvenes inéditos con Bijuteria, un poemario en catalán. Y lo redondea una entrevista en la revista digital Núvol que, gracias a las redes sociales, llega a salones donde si se habla de cultura es para sacarle punta política. Se consagra la figura de la charnega integrada. Una etiqueta facilona que se cuelga a una poeta exigente consigo misma que reivindica que es más revolucionario escribir bien que hacerlo en catalán. Que explica que no sabe vivir de otra manera que no sea comprometida apasionadamente con su clase. En una entrevista en 2021 con este diario, negaba que hubiera conflicto de lenguas en Cataluña. El conflicto mayor es entre clases, aunque el procés, afirmaba, hizo mirar hacia otro lado.

Una crítica a su primer libro, en general bien recibido, habló de “vistosidad verborreica opaca” (¿?), pero eso siempre es preferible al silencio que ha envuelto su segundo libro y del que se queja. Aquellos salones han dejado de ser amigos. Y más, seguramente, después de lo de TV3. “Me arriesgué y surtió efecto. Se trataba de combatir la agenda política controlada por los medios. Hablan de mi rabia, pero las clases trabajadoras y otras entendieron mi arrebato. Y el suyo, saliendo en mi defensa en las redes, ha sido mucho mayor. Soy crítica con la cultura de masas, pero se puede hacer guerrilla desde ahí”.

Siempre cercana a organizaciones de la izquierda dice que, ahora, milita como poeta: “No vivo sola políticamente, pero no estoy bajo ninguna sigla”. Juana Dolores admite que, como independentista, el referéndum de 2017 en Cataluña y la manera en que se gestionó le provocó un enorme desengaño. Tuvo que, poco a poco, reubicarse políticamente, emocionalmente. Los referendos que le interesan ahora son sobre la municipalización del agua o el control de los alquileres. No ve necesario que se convoquen sobre quimeras. Políticamente se define marxista y, con el historiador Eloi Gummà, organizó este 2023 un seminario en el Ateneu barcelonés sobre cultura, marxismo, Pasolini, Gramsci… Gummà, que trabaja en una historia del PSUC, encuentra en el discurso de Juana Dolores muchas coincidencias con aquel partido comunista catalán. “Cómo articular la cuestión nacional con un sentido de izquierdas, cómo construir un discurso político sobre la identidad más abierto…”. Además, subraya, nació en El Prat, un histórico feudo psuquero. Como poeta, dice Gummà, tiene la ventaja que Sigmund Freud les atribuyó: tener un acceso más directo a la verdad. “Juana Dolores tiene una lúcida intuición poética y política, que es muy natural”.


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