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El desarrollo de África también pasa por el espacio

El domingo se inauguró la Agencia Espacial Africana (AfSA), con la que el continente une esfuerzos en el avance de la tecnología espacial, que contribuirá a la prosperidad, la gestion sostenible de los recursos o la reducción de la brecha digital

Desarrollo de África
Marc Español

En el año 1993 se publicó un breve cuento en Libia que narra las excéntricas andanzas de un astronauta solitario que, tras haber viajado a lo largo y ancho del espacio y haber vagado por todo nuestro sistema planetario sin hallar ni vida inteligente ni un lugar para vivir, decidió regresar, frustrado, a la Tierra. Fue entonces cuando el resuelto aventurero dio por terminado su sueño, se desprendió del traje espacial y se entregó a una nueva misión: encontrar trabajo.

Primero se dirigió a un taller de carpintería, pero fracasó. Luego probó, sin suerte, labores de tornero, herrero, albañil y fontanero. Incluso lo intentó como pintor, solo para darse cuenta de que nada tenía que ver con su especialización. Sin fortuna en la ciudad, el trotamundos se marchó al campo y buscó trabajo en una granja, que no lo quiso ni de peón. Al final, habiendo aceptado la inutilidad de sus conocimientos espaciales en la Tierra, el astronauta se suicidó.

El autor de la fábula no fue otro que el lunático expresidente libio Muamar el Gadafi, que fue lo suficientemente breve y fatalista como para que a nadie se le escapara la moraleja. En los últimos años, sin embargo, cada vez son más los países africanos que están emprendiendo el camino opuesto y están desarrollando programas espaciales como apuesta estratégica para afrontar retos como el cambio climático, la gestión de recursos y la brecha de conectividad.

Los satélites de observación de la Tierra y de telecomunicaciones tienen un enorme potencial en África para abordar retos en la gestión sostenible de los recursos y para salvar la brecha digital
Kwaku Sumah, fundador de la consultoría Spacehubs Africa

En la última década se han fundado en África en torno a una veintena de agencias espaciales nacionales e instituciones especializadas. Y desde el domingo, quedó inaugurada oficialmente en Egipto la Agencia Espacial Africana (AfSA), una institución impulsada por la Unión Africana (UA) con el fin de fomentar y coordinar esfuerzos para el avance de la ciencia y de la tecnología espaciales en el continente al servicio de su desarrollo económico, social y medioambiental.

Desde su oficina provisional en la sede de la Agencia Espacial Egipcia (EgSA), en El Cairo, el presidente de la AfSA, Tidiane Ouattara, avanza que trabajarán con las agencias nacionales para mejorar su coordinación, fijar un marco regulador común, localizar el sector y garantizar que todos tengan acceso a productos y servicios espaciales. “[Los gobiernos del continente] saben que el espacio es un pilar clave para el desarrollo socioeconómico de África”, enfatiza, en una entrevista con EL PAÍS, previa al lanzamiento oficial de la agencia.

Este laboratorio se utiliza para probar las propiedades ópticas de los paneles solares y los sensores ópticos de los satélites. Imagen cedida por la Agencia Espacial de Egipto.

Satélites para el desarrollo

La atención de la mayoría de países africanos que han elaborado programas espaciales está centrada en poner satélites en órbita aprovechando su amplio abanico de aplicaciones y la caída de costes de fabricación y lanzamiento que han experimentado en los últimos años, explica Kwaku Sumah, el fundador de la consultoría Spacehubs Africa. “Los satélites de observación de la Tierra y de telecomunicaciones tienen un enorme potencial en África para abordar retos en la gestión sostenible de los recursos y para salvar la brecha digital”, señala.

El primer satélite propiedad de un país africano que se puso en órbita, en 1998, fue el NileSat 101, de una empresa egipcia de telecomunicaciones. Desde entonces otros 16 países más han lanzado 62 satélites, según un recuento de Spacehubs, con Egipto, con 13, y Sudáfrica, con 12, a la cabeza. La mayoría están destinados a la observación de la Tierra, seguidos por los de telecomunicaciones y los de uso militar. El último satélite del continente lo lanzó Yibuti en diciembre de 2024 para mejorar la recopilación de datos sobre el clima y recursos hídricos.

Uno de los principales usos de los satélites de observación de la Tierra es que permiten una mejor gestión de los recursos naturales. Sudán, por ejemplo, lanzó su primer satélite en 2019 para, entre otros fines, poder identificar recursos y monitorear cambios medioambientales y el estado de su agricultura. Y Uganda hizo lo propio en 2022 para analizar la calidad del agua de su territorio, la fertilidad del suelo, la deforestación y posibles yacimientos petrolíferos.

“[Este tipo de satélites] sirven para muchas aplicaciones”, constata Sherif Sedky, el director general de la EgSA, que detalla que, en el caso de Egipto, les permiten, por ejemplo, clasificar los cultivos y detectar infecciones y hacer un seguimiento de sus escasos y valiosos recursos hídricos, incluidos los niveles de agua que transporta el Nilo y el estado de todas sus presas.

Gracias a los datos por satélite no solo puedes ver rápidamente el impacto [de los fenómenos meteorológicos extremos], sino que incluso puedes anticiparte
Ouattara Tidiane, presidente de la AfSA

En el campo de las telecomunicaciones, los satélites pueden jugar un papel clave en muchos países africanos para ayudar a reducir la que todavía hoy es una profunda brecha en términos de conectividad, sobre todo en las zonas rurales e interiores. Egipto es uno de los países del continente que más ha invertido en este tipo de tecnología, y en 2022 puso en órbita el Nilesat 301 para proporcionar internet en zonas remotas, ya sean urbanas o campos de gas y petróleo.

“África es un gran continente de 30 millones de kilómetros cuadrados. No se puede instalar infraestructura terrestre en todas partes, pero en cambio los satélites lo pueden cubrir”, señala Ouattara, que pone el ejemplo de la constelación de satélites de telecomunicaciones Starlink, del magnate estadounidense Elon Musk, para ilustrar el potencial de este tipo de proyectos.

Los satélites también están llamados a jugar un papel importante en la lucha del continente africano contra los efectos del cambio climático, ya que pueden ayudar a prevenir fenómenos meteorológicos extremos, mejorar los sistemas de alerta temprana y agilizar la respuesta. En 2023, Kenia lanzó su primer satélite de observación de la Tierra y uno de sus objetivos era apoyar las políticas de mitigación del cambio climático y mejorar la gestión de catástrofes naturales.

“Gracias a los datos por satélite no solo puedes ver rápidamente el impacto [de los fenómenos meteorológicos extremos], sino que incluso puedes anticiparte y preparar a la población”, destaca Ouattara, que nota que después también te permiten “conocer la magnitud de los daños”.

Otros usos de los satélites que pueden resultar prácticos para muchos países africanos es que permiten obtener mapas muy precisos que pueden ayudar a planificar su crecimiento urbano y a mejorar el transporte por carretera, mar y aire. Un satélite lanzado por Sudáfrica en 2018 cuenta con receptores que permiten organizar y evitar choques en el transporte marítimo, y el Alcomsat-1 de Argelia, puesto en órbita en 2017, contiene una treintena de transpondedores cuya señal se utiliza para la navegación aérea, marítima, terrestre y de ferrocarriles.

El desarrollo de satélites tiene igualmente amplias utilidades educativas. En 2017 Ghana puso en órbita un nanosatélite que se produjo, en parte, para estimular el interés en el país hacia este tipo de ciencia y tecnología, que luego puede tener aplicaciones en otros ámbitos que no sean estrictamente el espacial, como la medicina. Ese mismo año, Nigeria lanzó el EduSat-1, otro nanosatélite fabricado por una universidad local que, entre otras funciones, transmitía contenido de divulgación científica por señales que se podían captar a través de la radio.

Cooperación y soberanía

A pesar de sus avances en el sector, los países africanos aún dependen mucho de la tecnología y capacidades de potencias extranjeras para desarrollar sus satélites. El Nilesat 301 de Egipto, puesto en órbita en 2022, fue por ejemplo fabricado por la empresa francesa Thales con la italiana Leonardo. El satélite que lanzó Sudán hace seis años lo desarrolló la china Shenzhen Aerospace. Ghana y Nigeria han colaborado con el Instituto de Tecnología de Kioto, en Japón. Y el AngoSat 2, angoleño y lanzado en 2022, lo fabricó la empresa rusa Reshetnev.

Ouattara, sin embargo, considera que la complejidad de las ciencias espaciales requiere este tipo de colaboraciones, y señala que la mayoría de países africanos se han sumado a la carrera espacial hace relativamente poco, así que todavía les queda camino por recorrer. “Trabajar con otros debería incluso fomentarse. Si África quiere convertirse en un actor global, tenemos que colaborar con otros”, apunta, “pero de una forma en la que todos salgamos ganando”.

Sumah, de Spacehubs Africa, resalta que la mayoría de satélites que lanzan actualmente países africanos son de hecho “demostradores tecnológicos” para probar el concepto y crear la capacidad necesaria para desarrollar una industria local. “Nosotros, africanos, nos queremos asegurar de que [a partir de ahora] la mayor parte de los recursos y de los medios financieros procedentes de los productos y servicios espaciales se quedan en África”, declara Ouattara.

Egipto es de nuevo un ejemplo de esta apuesta por la localización de la industria sin renunciar a trabajar con otros países. Sedky, el director de la EgSA, señala que han firmado 13 acuerdos de colaboración. Y al mismo tiempo, cuentan con una instalación de ensamble, integración y pruebas de satélites; con laboratorios de diseño y simulación; con un centro de análisis; y con un parque tecnológico en desarrollo para fabricar componentes. “Necesitamos disponer de la tecnología que sirva a los objetivos de desarrollo sostenible del país y de la región”, afirma.

Queremos que primero el espacio se use en el continente para el mantenimiento de la paz, la seguridad, el desarrollo económico y social, la creación de empleo y el bienestar
Ouattara Tidiane, presidente de la AfSA

Desde la AfSA, Ouattara asegura que también quieren formar parte de las conversaciones internacionales sobre el ámbito espacial porque hasta ahora se han firmado numerosos tratados y convenios para regular el sector sin la participación de África, lo que provoca que, a veces, se enfrenten a dificultades añadidas para, por ejemplo, poner en órbita sus satélites.

Más allá del desarrollo de satélites, varios países africanos se están abriendo paso igualmente en otro ámbito de las ciencias espaciales como la astronomía. En este sentido, Sumah nota que hay nueve países del continente, incluidos Argelia, Namibia y Etiopía, que disponen de observatorios astronómicos o telescopios, así como planes para expandir sus capacidades.

“África estará allí”, asegura Ouattara, “pero hay que ir paso a paso”. “Queremos que primero el espacio se use en el continente para el mantenimiento de la paz, la seguridad, el desarrollo económico y social, la creación de empleo y el bienestar”, agrega. “Y para poder conseguirlo, necesitamos tener nuestros propios satélites, necesitamos nuestras estaciones, y necesitamos desarrollar productos y servicios adaptados a la realidad y necesidades africanas”, concluye.


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Sobre la firma

Marc Español
Escribe en EL PAÍS desde 2020. Desde El Cairo, su trabajo se centra principalmente en Egipto y Sudán, y sigue de cerca Gaza y Libia. Licenciado en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
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