ALPINISMO

De la épica pionera al turismo de altura: 70 años de los ochomiles

El 3 de junio de 1950, Herzog y Lachenal subieron el Annapurna, el primer gigante conquistado. Hoy, el ocio ha desplazado a la exploración y a la aventura en las cimas más elevadas del planeta

Grandes colas en el Everest la pasada primavera.
Grandes colas en el Everest la pasada primavera.NIRMAL PURJA

Es el 3 de junio de 1950 y Maurice Herzog es un héroe, se dice a sí mismo y se lo repite mientras el disparador de su cámara fotográfica trabaja incansable para la historia, capturando el panorama majestuoso de picos y glaciares que se advierte desde la cima del Annapurna, de 8.051 metros. El consumo generoso de anfetaminas alimenta el éxtasis del francés, ajeno a su compañero, Louis Lachenal, cuya figura enjuta y consumida ha iniciado el descenso cansado de tanta cumbre, asustado por las nubes que acechan y consciente de que sufrirá congelaciones en unos pies que ha dejado de sentir hace horas.

70 años después de la ascensión de la primera montaña de más de 8.000 metros, cuya descripción relatada en la obra de Herzog, Annapurna, primer ochomil, contiene tanta épica, tragedia y aventura que inspiró durante décadas a alpinistas de todo el planeta, nada parece haber cambiado pero todo es diferente. Si Francia se llevó el honor de una primera ascensión que durante décadas animó el nacionalismo de montaña, su éxito fue solo el pistoletazo de salida para plantar diferentes banderas en las cimas de los 13 ochomiles restantes. En 1964 cayó el último de ellos, el Shisha Pangma (8.027 m), no por ser una montaña especialmente compleja, sino porque China no permitía acercarse a ella.

Annapurna
8.091 m

Annapurna: La casualidad

El equipo francés escogió el Dhaulagiri como objetivo, pero al no hallar una ruta segura, se trasladó al vecino Annapurna logrando de rebote la primera ascensión de un ochomil.
Peligrosidad: 31,94%
Ascensos: 191|Muertes: 61
Primera ascensión: 3 de junio de 1950
Primeros alpinistas: Maurice Herzog (Francia), Louis Lachenal (Francia).
Everest
8.848 m

Everest: Porque está ahí

Preguntado acerca de los motivos para tratar de escalar la montaña más elevada del planeta, George Mallory atajó cualquier amago de disquisición filosófica: “Porque está ahí”. ¿Más preguntas?
Peligrosidad: 3,94%
Ascensos: 5.656|Muertes: 223
Primera ascensión: 29 de mayo de 1953
Primeros alpinistas: Edmund Hillary (Nueva Zelanda), Tenzing Norgay (Nepal).
Nanga Parbat
8.125 m

Nanga Parbat: Alemania sangra

Conocida como la montaña de los alemanes, 11 de ellos y 15 nepalís murieron tratando de alcanzar su cima entre 1934 y 1937, cuya primera ascensión fue… austriaca, aunque en el marco de una expedición germano-austriaca. Herman Buhl alcanzó la cima en solitario.
Peligrosidad: 20,30%
Ascensos: 335|Muertes: 68
Primera ascensión: 3 de julio de 1953
Primeros alpinistas: Herman Buhl (Austria).
K2
8.611 m

K2: Dopaje encubierto

Una montaña tan bella no merecía semejante mentira: Lacedelli y Compagnoni juraron que no habían empleado oxígeno artificial… hasta que Bonatti demostró lo contrario.
Peligrosidad: 26,47%
Ascensos: 306|Muertes: 81
Primera ascensión: 31 de julio de 1954
Primeros alpinistas: Achille Compagnoni (Italia), Lino Lacedelli (Italia).
Cho Oyu
8.201 m

Cho Oyu: La cima se escapa

Es un secreto a voces que muchos de los que aseguran haber alcanzado su cima no lo han hecho realmente: el tramo final, muy tumbado, se hace interminable y apenas se gana desnivel.
Peligrosidad: 1,40%
Ascensos: 3.138|Muertes: 44
Primera ascensión: 19 de octubre de 1954
Primeros alpinistas: Joseph Joechler (Austria), Pasang Dawa Lama (Nepal), Herbert Tichy (Austria).
Makalu
8.463 m

Makalu: La montaña negra

Su relativo aislamiento la somete al efecto del viento, que limpia de nieve su tercio superior, convirtiendo su estampa en una de las más intimidantes de entre los 14 ochomiles.
Peligrosidad: 8,59%
Ascensos: 361|Muertes: 31
Primera ascensión: 15 de mayo de 1955
Primeros alpinistas: Jean Couzy (Francia), Lionel Terray (Francia).
Kanchenjunga
8.586 m

Kanchenjunga: Cumbre sin cumbre

Los alpinistas que lograron conquistar la tercera montaña más elevada de la tierra no llegaron a poner sus pies en la cumbre: se quedaron unos metros por debajo para respetar a los nativos, que la consideran sagrada.
Peligrosidad: 14,13%
Ascensos: 283|Muertes: 40
Primera ascensión: 25 de mayo de 1955
Primeros alpinistas: George Band (Reino Unido), Joe Brown (Reino Unido).
Manaslu
8.163 m

Manaslu: Japón, a los puntos

Inicialmente explorada por los británicos, entre 1950 y 1955 cuatro expediciones niponas diseccionan la montaña buscando el itinerario más sencillo. Un año después, otro equipo japonés alcanza la cima por una ruta que es la habitual.
Peligrosidad: 9,83%
Ascensos: 661|Muertes: 65
Primera ascensión: 9 de mayo de 1956
Primeros alpinistas: Toshia Imanishi (Japón), Gyalzen Norbu (Nepal).
Lhotse
8.516 m

Lhotse: El hermano pequeño

Pegado al Everest, el Lhotse parece modesto pero es la cuarta cima más elevada del planeta. Fue el último de los 14 alcanzado por Reinhold Messner, el primero en la denominada 'carrera de los ochomiles'.
Peligrosidad: 2,82%
Ascensos: 461|Muertes: 13
Primera ascensión: 18 de mayo de 1956
Primeros alpinistas: Fritz Luchsinger (Suiza), Ernst Reiss (Suiza).
Gasherbrum II
8.035 m

Gasherbrum II: El más fácil

Así define Reinhold Messner esta montaña que él mismo escaló en 1982, su año mágico, puesto que también escaló el Kangchenjunga y el Broad Peak.
Peligrosidad: 2,26%
Ascensos: 930|Muertes: 21
Primera ascensión: 7 de julio de 1956
Primeros alpinistas: Josef PLarch (Austria), Fritz Moravec (Austria), Hans Willenpart (Austria).
Broad Peak
8.047 m

Broad Peak: La gran travesía

Cabalgar sus tres cimas independientes es una llamada a la aventura. Los polacos Kukuzcka y Kurtyka, en 1984, fueron los primeros; los japoneses Hattori, Kitamura y Todaka, los segundos y los vascos Iñurrategi, Vallejo y Zabalza, los últimos. Tres gestas.
Peligrosidad: 5,20%
Ascensos: 404|Muertes: 21
Primera ascensión: 9 de junio de 1957
Primeros alpinistas: Herman Buhl (Austria), Kurt Diemberger (Austria), Marcus Schmuck (Austria), Fritz Wintersteller (Austria).
Gasherbrum I
8.068 m

Gasherbrum I: El pico oculto

Se conoce el G I como el pico oculto, porque queda escondido tras la pared oeste del Gasherbrum IV, donde se dio, en 1985, la llamada 'ascensión del siglo' en estilo alpino por la cordada formada por Kurtyka y Schauer.
Peligrosidad: 8,68%
Ascensos: 334|Muertes: 29
Primera ascensión: 5 de julio de 1958
Primeros alpinistas: Andrew Kauffman (Estados Unidos), Pete Schoening (Estados Unidos).
Dhaulagiri
8.167 m

Dhaulagiri: El doblete de Diemberger

Kurt Diemberger conquistó el Broad Peak junto a Herman Buhl. Diemberger también repitió la primera ascensión con éxito en el Dhaulagiri. Como Buhl había sido el primero en el Nanga Parbat. Ambos son los únicos que pueden atribuirse dos 'primeras' a un ochomil.
Peligrosidad: 15,40%
Ascensos: 448|Muertes: 69
Primera ascensión: 13 de mayo de 1960
Primeros alpinistas: Kurt Diemberger (Austria), Peter Diener (Alemania), Nawang Dorje (Nepal), Nima Dorje (Nepal), Ernst Forrer (Suiza), Albin Schelbert (Austria).
Shisha Pangma
8.027 m

Shisha Pangma: La cima prohibida

Completamente ubicada en territorio tibetano, las autoridades locales impidieron su conquista hasta que un equipo chino-tibetano colocó a ¡10 personas! en la cima. Su cara sur es el santuario del estilo alpino himaláyico.
Peligrosidad: 8,28%
Ascensos: 302|Muertes: 25
Primera ascensión: 2 de mayo de 1964
Primeros alpinistas: Hsu Ching (China), Chang Chun-yen (China), Wang Fu-zhou (China), Chen San (China), Cheng Tien-liang (China), Wu Tsung-yue (China), Sodnam Doji (China), Migmar Trashi (China), Doji (China), Yonten (China).

La historia atribuye al inglés Alfred F. Mummery el primer intento serio de ascensión de un ochomil, el Nanga Parbat (8.125 m). Fue en 1895, pero su admirable exploración acabó sepultada por la avalancha en la que desapareció. Para cuando cayó el Annapurna, el ser humano había alcanzado ya una altitud muy superior, los 8.570 metros, en la vertiente norte del Everest: Edward Norton alcanzó sin ayuda de oxígeno embotellado esa cota sideral ¡en 1924!, días antes de la desaparición camino de la cima de George Mallory y Andrew Irvine, protagonistas del mayor misterio del himalayismo: ¿murieron antes o después de conquistar el techo del planeta?

La pugna por escalar los 14 ochomiles es uno de los últimos grandes ejemplos de exploración y aventura genuina: a falta de mapas fiables, sin la información que hoy abunda a golpe de ratón, fue necesario dar con las aproximaciones a las montañas, encontrar sus debilidades, imaginar sus rutas, esquivar glaciares terribles, entender el peligro de los aludes, aprender a vivir en hipoxia, soñar que lo improbable podía ser real. El alpinismo, en última instancia, es algo sencillo: buscar un camino que dibuje un sueño. 70 años después, registrados más de 1.000 fallecidos en sus laderas, los ochomiles siguen fascinando al público mientras el alpinismo genuino busca nuevas fronteras lejos de sus cumbres, en los vecinos e inexplorados seismiles y sietemiles.

Messner, en 1980 en el Everest junto al trípode chino.
Messner, en 1980 en el Everest junto al trípode chino.

Uno de los ejercicios más admirados en relación con los ochomiles es el deseo de coleccionarlos todos, afición que estrenó el surtirolés Reinhold Messner, sin duda una de las figuras clave en el desarrollo del himalayismo. Entre 1970 y 1986, Messner escaló los 14 sin ayuda de oxígeno artificial. En 2019 el nepalí Nirmal Purja los escaló todos en 6 meses y 6 días, empleando oxígeno artificial en numerosas ascensiones y un poderoso equipo de compatriotas. El mundillo del alpinismo, lejos de glorificar la marca, señaló una evidencia: su récord banalizaba el ochomilismo. Messner, sin embargo, es mucho más: suya es la primera ascensión de un ochomil en estilo alpino (el Gasherbrum I, en 1975, con Peter Habeler), la primera ascensión del Everest sin oxígeno embotellado (en 1978, también junto a Habeler), la primera ascensión del Everest en solitario y sin oxígeno auxiliar (1980), varias nuevas rutas…

En el año 2000, apenas siete alpinistas habían completado la lista de los 14. El alavés Juan Oiarzabal fue el sexto, en 1999. En los últimos 20 años, 36 nombres se han unido a la lista, en especial Edurne Pasaban, la primera mujer en lograrlo (2010). Un año después, Gerlinde Kaltenbrunner sería la primera en lograrlo sin usar oxígeno artificial, mientras que Nives Meroi sería la tercera, siempre junto a su marido Romano Benet, hasta convertirse en el primer matrimonio con la colección. Italia es el país con mayor número de catorceochomilistas (siete), seguido por España (a los mencionados se suman Alberto Iñurrategi, Jorge Egocheaga, Ferrán Latorre y Oscar Cadiach) y Corea del Sur, con seis cada uno. Es en estas dos últimas décadas cuando el trabajo de los sherpas (así se conoce a los porteadores de altura y guías de esta etnia de Nepal) ha alcanzado su grado de maestría, siendo capaces de hacer todo el trabajo sucio en la montaña colocando cuerdas fijas hasta la cima.

Polonia estrenó una curiosa manera de entender el ochomilismo: el telón de acero había privado a sus alpinistas de la libertad de conquista, así que decidieron ser los primeros en hacerlo en invierno, hinchándose de paso en primavera y otoño a estrenar nuevas rutas. Empezaron por el Everest, colocando en el invierno de 1980 a Leszek Cichy y Krzysztof Wielicki en lo más alto. Solo el K2 no ha conocido aún una ascensión invernal, asunto que todavía ocupa a los polacos.

Fue en los años 80 cuando el estilo alpino irrumpió con fuerza en las alturas máximas del Himalaya, espoleado por alpinistas que deseaban medirse a estas montañas de forma pura, elegante y arriesgada. Definir el estilo alpino no es un asunto sencillo. Se puede resumir como la manera de escalar montañas arrancando desde el campo base con una mochila que contenga todo lo necesario para escalar una ruta y regresar de forma autónoma, esto es, prescindiendo de campos fijos de altura, cuerdas fijas, porteadores y señalando el uso de oxígeno artificial como la mayor de las trampas imaginables. También se contemplan matices de belleza, cuando no de arte en el ejercicio de no dejar huella de su paso, de asumir un compromiso vital con la actividad. El citado Mummery se midió al Nanga Parbat en estilo alpino… hace 125 años, y ese era el deseo de los franceses del Annapurna en 1950, hasta que tuvieron que hincar la rodilla y plantar campos de altura. Hoy en día, todas las rutas clásicas de los ochomiles siguen escalándose con el estilo que imperaba hace 70 años.

Los que deseen saber qué tipo de alpinistas recorrían el Himalaya en los ochenta pueden observar de cerca la ascensión en estilo alpino de la sur del Shisha Pangma, en 1982, a cargo de Alex McIntyre, Doug Scott y Roger Baxter Jones. O, también, la apertura en 1990 de una ruta en la cara suroeste del Cho Oyu (8.201 m) a cargo de Wojcieck Kurtyka, Jean Troillet y Erhard Loretan sin llevar siquiera material para vivaquear. Minimalismo y velocidad en estado puro.

“Es evidente que en este sentido vivimos una involución”, señala Alberto Iñurrategi, una de las voces más coherentes y sinceras del escenario, alguien capaz de decir que su fama “no se corresponde con la realidad”. “Hay alpinistas que no tienen los 14 con los que no puedo ni soñar compararme. Es necesario que entre todos expliquemos que las rutas normales de los ochomiles ni siquiera exigen de uno que sea escalador, que el mérito es muy, muy relativo, que el verdadero alpinismo o himalayismo de vanguardia está en otros lugares, también en los ochomiles, pero lejos de las rutas normales”, afirma.

Las grandes paredes del Himalaya también centraron durante décadas los esfuerzos de los alpinistas de vanguardia, capaces de enfrentarse a la vertiente Rupal del Nanga Parbat (1970), a la cara sur del Annapurna (1970) o al pilar suroeste del Everest (1982), por citar solo algunas de las ascensiones más representativas.

Si existe una fecha clave en el cambio de la percepción del gran público hacia los ochomiles es 1996, el año de la tragedia narrada en el libro Mal de altura por Jon Krakauer. La concesión por parte del Gobierno de Nepal de múltiples permisos de cima para aquellos que pudiesen pagarlos fue el pistoletazo de salida para la comercialización de los ochomiles, cuyo ejemplo más triste es el Everest. Las ascensiones guiadas arrancaron en los años noventa y pudieron morir de éxito en 1996, cuando una tormenta acabó con ocho personas, clientes y guías mezclados. Pero, superada la tragedia, el negocio se disparó hasta alcanzar el año pasado un nuevo hito siniestro: 11 muertos en las colas para alcanzar el techo del mundo.

Un detalle que ilustra a la perfección la mercantilización de los ochomiles puede comprobarse en las fotos de cima. Todas los que entre 1950 y 1964 conquistaron las montañas más elevadas salen retratados con un piolet en la mano. En las fotos recientes de cima en el Everest, por citar el ejemplo más sangrante, no hay rastro de la principal herramienta (junto a los crampones) de un alpinista. Las cuerdas fijas sustituyen al piolet, matando de paso cualquier posibilidad de autonomía para los que juegan a ser montañeros: el piolet no solo es un apoyo, es la única posibilidad de no matarse en caso de caída. Algo así como conducir un coche sin volante esperando que nunca llegue una curva.

Louis Lachenal cayó en la depresión tras su episodio en el Annapurna: perdió todos los dedos de los pies y esto, para un guía de alta montaña enamorado de su profesión, resultó dramático. Murió en 1955 al caer en una grieta cuando esquiaba el Valle Blanco de Chamonix. Puede que jamás imaginase que el futuro de las rutas clásicas de los ochomiles perteneciese a los guías y a sus empresas, puede que no hubiese entendido cómo el turismo de montaña que ya existía en su Mont Blanc querido llegó a trasladarse a las montañas más severas del planeta.

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