Las elecciones más reñidas de la historia del País Vasco se celebrarán el 21 de abril
El lehendakari Urkullu pone fin a 12 años de mandato y abre la pugna por la supremacía electoral con el PNV y EH Bildu muy igualados
El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha anunciado este jueves por la tarde que las elecciones vascas se celebrarán el día 21 de abril. Este jueves ha pulsado el botón que da inicio a una carrera electoral en el País Vasco que supone un cambio de ciclo político —hay cinco candidatos nuevos— y abre las puertas a una disputa cerrada entre las dos formaciones nacionalistas. El PNV y EH Bildu concurren con las fuerzas muy igualadas, según todos los sondeos, en un m...
El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha anunciado este jueves por la tarde que las elecciones vascas se celebrarán el día 21 de abril. Este jueves ha pulsado el botón que da inicio a una carrera electoral en el País Vasco que supone un cambio de ciclo político —hay cinco candidatos nuevos— y abre las puertas a una disputa cerrada entre las dos formaciones nacionalistas. El PNV y EH Bildu concurren con las fuerzas muy igualadas, según todos los sondeos, en un momento en el que los primeros llegan tras sufrir un retroceso en las anteriores citas electorales, mientras que la izquierda abertzale, en cambio, llega con el viento a su favor. La celebración de las elecciones el 21 de abril no supone en realidad un adelanto electoral, puesto que hace cuatro años fueron señaladas para el 5 de abril de 2020, aunque tuvieron que postergarse a julio de ese año por la pandemia. En tono de despedida, Urkullu ha recalcado que su nombramiento como lehendakari fue “el mayor honor” que jamás hubiera imaginado.
La convocatoria electoral se publicará el próximo martes en el Boletín Oficial del País Vasco., con lo que la campaña electoral arrancará el día 4 de abril por la noche, pocos días después de los actos que los partidos nacionalistas celebran para celebrar el Aberri Eguna, el Día de la Patria Vasca. Urkullu ha afirmado que ha elegido la fecha del 21 de abril siguiendo tres criterios: haber cumplido los compromisos adquiridos en su programa de gobierno, dejar un buen legado a su sucesor y realizar una defensa del interés general de la ciudadanía. Ha sido una comparecencia tras el consejo de Gobierno y en presencia de los miembros de su gabinete.
La decisión ya ha sido comunicada a la presidenta de la Cámara vasca, Bakartxo Tejeria (PNV) y a los responsables de los grupos parlamentarios. No así al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aunque Urkullu ha asegurado que lo hará en las próximas horas. En su comparecencia, ha aprovechado para agradecer el comportamiento “ejemplar” de la sociedad vasca durante su mandato en “momentos de gran dificultad, con una crisis tras otra”. Y ha nombrado a todos y cada uno de los consejeros que han formado parte de sus Ejecutivos desde que juró su cargo en Gernika en diciembre de 2012.
El mandatario vasco ha hecho un balance positivo y satisfactorio de su gestión al frente de la principal institución vasca. La reducción del paro, una población activa que supera ya la cifra del millón de trabajadores en el País Vasco, han sido algunas de las conquistas que ha citado durante su intervención. “He trabajado lo mejor que he sabido, buscando en cada momento lo que creía que era mejor para la sociedad”, ha proclamado. “Pido perdón por los errores y doy gracias a Euskadi por todo lo que se me ha dado”, ha concluido. Antes, ha querido acordarse de los dos trabajadores fallecidos en el derrumbe del vertedero de Zaldibar (Bizkaia), de las víctimas de violencia machista y de los muertos por la covid.
Fin del mandato de Urkullu
El anuncio hecho por Urkullu supone el fin a 12 años de mandato (tres legislaturas), en las que ha gobernado en solitario durante la primera y en coalición con los socialistas las dos siguientes, desde 2016. Su paso al frente del Gobierno vasco arrancó con síntomas de inestabilidad (tuvo que prorrogar los primeros Presupuestos), hasta que el pacto firmado por el PNV y el PSE-EE en 2015 —acordaron gestionar juntos las instituciones vascas donde sumaban mayoría tras las elecciones municipales y forales de aquel año— supuso un salvavidas durante los años sucesivos de Urkullu en la Lehendakaritza.
Urkullu se propuso al inicio dar un impulso a la aprobación de un nuevo estatus político para Euskadi tras el fracaso del plan Ibarretxe, pero no logró alcanzar los consensos suficientes en esta materia. El acuerdo con EH Bildu y Podemos, que introducía el derecho de autodeterminación en el nuevo texto estatutario, fue una línea roja que los socialistas vascos se negaron a traspasar. Esto hizo que aquel intento fracasara y fuese desapareciendo de su agenda con el paso de los años. Urkullu optó entonces por moderar su discurso y adoptar una estrategia más pragmática, y puso en lo alto de sus reivindicaciones la exigencia al Gobierno español de transferir al País Vasco todas las competencias que tenía pendientes hasta cumplir íntegramente el estatuto de Gernika de 1979.
Además de renovarse durante este periodo el régimen fiscal previsto en el Concierto Económico, el Gobierno vasco ha logrado, entre otras, la gestión de las tres cárceles vascas y está a punto de conseguir el traspaso de los trenes de Cercanías y la asunción de las políticas de inmigración y de la homologación de los títulos extranjeros, según consta en el acuerdo que sellaron el PNV y el PSOE a finales del año pasado para asegurarle a Pedro Sánchez el apoyo de los nacionalistas a lo largo de esta legislatura en el Congreso. No está en el calendario la entrega del régimen económico de la Seguridad Social, una materia sensible a la que no renuncian los nacionalistas.
En los 12 años que ha gobernado Urkullu, según ha recordado este jueves, se han traspasado 11 competencias y están previstas otras tres en las próximas semanas. Ha destacado el compromiso adquirido por el Gobierno de Pedro Sánchez de cumplir íntegramente el estatuto vasco en un plazo de dos años. De la actividad parlamentaria, el lehendakari ha recordado que se han aprobado 121 leyes en tres legislaturas, de las que el 85% han recibido el respaldo de al menos algún partido de la oposición.
La etapa de Urkullu se ha cerrado con unos índices de bienestar por encima de la media española, pero al mismo tiempo se ha dado un alto grado de conflictividad laboral por la presión que están ejerciendo los sindicatos en el sector público, o los problemas que adolece el sistema vasco de salud Osakidetza, los continuos varapalos recibidos en los tribunales por la exigencia del euskera en la administración pública o el descontento entre los agentes de la Ertzaintza con sus condiciones laborales. Se marcha cuando el grado de satisfacción de la ciudadanía con la gestión de su Gobierno es el más elevado de la historia vasca, según el Sociómetro vasco.
Urkullu dice adiós tras la decisión del PNV de introducir un “relevo generacional” en sus listas y dar paso a un candidato más joven aunque con un perfil semejante. Imanol Pradales (el día de las elecciones cumplirá 49 años) presentará su dimisión como diputado de Infraestructuras de Bizkaia y liderará el cartel del NV con un discurso moderado en lo identitario, aunque sin esconder que se siente “independentista con los pies en el suelo”. Tras el anuncio de la convocatoria, el candidato ha asegurado que la fecha escogida permitirá a los partidos vascos “aislarse del ruido de otras elecciones”, recoge Europa Press. El relevo de Urkullu lo justifica su partido por razones estatutarias internas, pues no se permite que una misma persona del partido se mantenga al frente del Gobierno vasco durante más de tres legislatura, aunque existe la salvedad de José Antonio Ardanza, que fue lehendakari durante 14 años.
El PNV llega a estos comicios autonómicos tras sufrir un fuerte desgaste en las anteriores citas electorales. Ha ido perdiendo la ventaja que siempre ha tenido con relación a la izquierda abertzale, a que todos los sondeos (incluido el último realizado en enero por el Gobierno vasco), pronostican que cualquiera de estos dos partidos nacionalistas podría resultar triunfador el 21 de abril. Podría producirse un sorpasso en Euskadi a la vista de la tendencia al alza que trae EH Bildu. Este partido también ha optado por rejuvenecer sus candidaturas y decidido apostar por un aspirante, Pello Otxandiano, ingeniero de profesión, que ha estado a la sombra de Arnaldo Otegi marcando la línea ideológica de Bildu durante los últimos años.
Otxandiano está tratando de marcar un perfil moderado durante la precampaña. Habla de “más y mejor autogobierno” para Euskadi, sin cargar tanto las tintas en la exigencia de la independencia y la creación de un estado soberano vasco, precisamente cuando todos los estudios sociológicos advierten de que esta no es, ni de lejos, una de las principales preocupaciones de la sociedad vasca.
EH Bildu es partidario que tras las elecciones gobierne la lista más votada. Es un indicativo que se ve fuerte de cara a esa cita con las urnas. Apoyaría incluso al PNV si este partido sale ganador. No descarta tampoco un acuerdo con el resto de fuerzas de izquierda (el PSE y Podemos) para desbancar al PNV si dan los números.
Los socialistas vascos vienen de ganar las elecciones generales de julio de 2023 en el País Vasco. Su candidato, Eneko Andueza, aspira a ser lehendakari, aunque los sondeos le dejan lejos de alcanzar ese deseo. No obstante, el PSE-EE tendría casi con toda seguridad la llave de la gobernabilidad. En esta circunstancia, Andueza es claro al asegurar que en ningún caso dará sus votos para que el próximo lehendakari sea de EH Bildu, ni aceptará “nunca” gobernar con la izquierda abertzale. El resultado del PSdeG en las galegas no es un buen presagio para los socialistas vascos, aunque su candidato sostiene que las realidades sociales y políticas de estas dos comunidades autónomas no tienen ningún parecido entre sí.
La renovación también se da en el PP, que despide a Carlos Iturgaiz y cede el testigo a Javier de Andrés, que fue diputado general de Álava y delegado del Gobierno en la época de Rajoy. En las anteriores elecciones vascas se tuvo que presentar Iturgaiz en medio de una crisis interna y la despedida de Alfonso Alonso. Los populares fueron en el miso cartel electoral con Ciudadanos, aunque la comunión entre estas dos formaciones no duró mucho tiempo y esta legislatura han acabado por separarse en dos grupos parlamentarios en la Cámara vasca.
La falta de sintonía entre Podemos y Sumar impedirá que concurran unidos, como ha sucedido en Galicia, lo que podría abocar a estas dos fuerzas a la irrelevancia en el Parlamento vasco. Con el paso de los años, esta parte de la izquierda no ha hecho más que perder peso y representatividad institucional, una sangría de votos perdidos desde aquellas generales de 2016 en las que fueron la primera fuerza en Euskadi. No ha habido forma de alcanzar un acuerdo para conformar una lista conjunta. Los morados repetirán candidata, Miren Gorrotxategi, y el partido que lidera Yolanda Díaz presentará a Alba García con el arrope de IU y Berdeak Equo. Y quedaría la incógnita de comprobar si Vox consigue mantener el único escaño, ahora en manos de Amaia Martínez, logrado en 2020 tras alcanzar por poco margen el 3% de los votos en la circunscripción de Álava.