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El trayecto de incertidumbre y solidaridad hacia el exilio

Tres millones de ucranios han abandonado el país desde que comenzó la ofensiva rusa. Por mucha preparación que hagan del viaje, todos necesitarán ayuda durante su periplo para combatir el frío, comer y alojarse. Así es su odisea

Tres millones de residentes en Ucrania han abandonado el país desde que comenzó la ofensiva rusa el 24 de febrero, según Acnur. Quienes no cuentan con una red de contactos para buscar alojamiento en una vivienda particular, acaban en grandes superficies habilitadas para la acogida, como la feria de exposiciones de Moldavia, Moldexpo. En uno de los cubículos descansa una madre con sus dos hijos hasta decidir si permanecerá en la antigua república soviética o si marcha a Rumanía.Gonzalo Höhr (ACH)
Una de las dudas de quienes toman la decisión de huir es hacia qué país y por qué punto fronterizo. Palanca, al sur de Moldavia, es uno de los más concurridos entre ambas naciones, puesto que la presencia en el Transdniéster de fuerzas del Ejército ruso y paramilitares separatistas, hacen la franja al este de Moldavia muy peligrosa para el tránsito de refugiados. Los primeros días, como se observa en la foto, Palanca no estaba preparado para la llegada masiva de ucranios y se producían aglomeraciones y confusión entre los recién llegados.Gonzalo Höhr (ACH)
En el Solidarity Transit Center, dos locales comerciales en Chisináu cedidos a tres organizaciones de ucranianos en Moldavia para la acogida de refugiados descansan decenas de personas, entre madres e hijos. Los voluntarios estaban, diez días después de habilitar el espacio, escribiendo unas normas de convivencia. “Todo ha ido muy rápido”, confiesa Russu Roman, periodista freelance de 30 años, ahora implicado en esta nueva labor solidaria. Intuitivamente, hacen lo que las ONG hacen profesionalmente para, por ejemplo, contribuir al bienestar de la infancia. “La mitad son niños, así que les damos juguetes y les hemos llevado al cine”.Gonzalo Höhr (ACH)
El palacio de deportes de Chisináu, la capital de Moldavia, tiene capacidad para 650 personas, pero hay días que han dormido aquí más de 800. La ONU ha pedido evitar levantar grandes campamentos de refugiados que nacen con carácter temporal, pero acaban convirtiéndose en permanentes cuando las crisis se cronifican. Por eso, y ante la falta de alojamiento privado para la acogida de refugiados, las autoridades han habilitado este tipo de grandes espacios que deberán recuperar su normal actividad cuando pase la emergencia. Sin duchas ni privacidad, y con la opción un autobús en la puerta rumbo a Rumanía, los voluntarios confirman que aquí la mayoría no se queda más de tres días.Gonzalo Höhr (ACH)
A las necesidades básicas tradicionales de los refugiados, como alimento, aseo y cama, se suman otras nuevas: cargar el teléfono y otros dispositivos es una de las más importantes, pues bien sirven para mantener la comunicación con familiares y amigos, informarse o para entretener a los chiquillos.Gonzalo Höhr (ACH)
Depende del día y la hora, pero la espera en vehículo para entrar a Moldavia desde Ucrania por Palanca, puede prolongarse durante varias horas. Por eso, quienes han viajado en transporte colectivo o privado pero sin intención de llevarse el coche, acaban optando a pesar del frío por caminar los últimos kilómetros hasta la frontera, que pasarán a pie. Todo lo que llevan para emprender su nueva vida es, en la mayoría de los casos, un par de maletas.Gonzalo Höhr (ACH)
El cansancio y el frío son compañeros de viaje. Una familia descansa en una carpa levantada por voluntarios y redes vecinales en la frontera, justo antes de cruzar a territorio moldavo por Palanca. Este el final de un trayecto y el inicio de otro.Gonzalo Höhr (ACH)
Muchos refugiados viajan con sus mascotas. En los centros de tránsito, estaciones y casas de acogida es fácil encontrar comida donada para ellos. En la imagen, dos perros entre un grupo de personas que esperan bajo la nieve en la frontera un minubús que les llevará a otro punto de espera desde donde parten grandes autobuses hacia Rumanía y la capital moldava, Chisináu.Gonzalo Höhr (ACH)
Unicef ha advertido que un niño abandona Ucrania cada minuto y ha pedido que se preste especial atención a la protección de la infancia. Las casuísticas son variadas, pero una común es que los más pequeños no cuentan con pasaporte internacional biométrico, imprescindible para entrar en la Unión Europea. El temor de las ONG locales moldavas es que, debido a esta traba burocrática, se queden atrapados en este país donde el sistema público de atención a colectivos vulnerables es deficiente. Abrir la mano significaría, sin embargo, facilitar el tráfico de seres humanos.Gonzalo Höhr (ACH)
Antes de la instalación de cuatro carpas dotadas por Unicef para el esparcimiento de los niños en el complejo de acogida en tránsito de Palanca, esta de la imagen era la única instalación templada con calentadores eléctricos para madres e hijos, donde poder dar el pecho y resguardarse del frío. El espacio era insuficiente y nadie controlaba que no entrasen hombres. Pocos días después, la ONU y ONG internacionales empezó a intervenir en el lugar para garantizar una mejor atención de los refugiados, que hasta entonces había recaído en la solidaridad ciudadana de los vecinos.Gonzalo Höhr (ACH)
Una de las primeras ONG españolas en llegar a Moldavia fue Acción contra el Hambre. Su equipo de emergencias evaluó que la urgencia de intervenir era tal, que no esperaría a volver a Madrid y resolver la burocracia para empezar a distribuir ayuda. En menos de una semana desde su llegada, ya contribuyeron con 7.000 euros en alimentos para preparar 2.000 comidas para los refugiados a uno y otro lado de la frontera en Palanca.Gonzalo Höhr (ACH)
Para un mejor control de la ayuda, Janire Zulaika, coordinadora de emergencias de Acción contra el Hambre España, visita una de las cocinas donde se prepararán los menús calientes con los alimentos que ha adquirido la ONG. La directora y las maestras de esta escuela culinaria en Altonesti, que no dudó en ofrecerse para ayudar a los refugiados, agradecen la donación, pues dependían hasta ese momento de la generosidad limitada de la comunidad. Si bien, confiesan que están agotadas y piden más recursos humanos profesionales; llevan diez días doblando turnos para mantener su normal actividad formativa y preparar además 800 raciones al día.Gonzalo Höhr (ACH)
En Moldavia, uno de los más pobres de Europa y con 2,6 millones de habitantes, los vecinos de las ciudades cercanas a los pasos fronterizos se encontraron con la llegada masiva de ucranios; miles cada día desde que Putín ordenó el ataque sobre Ucrania. Hasta el 15 de marzo, han pasado por este país más de 330.000 refugiados, de los que se desconoce con precisión cuántos han seguido su camino a Rumanía por carretera (el espacio aéreo está cerrado) y cuántos permanecen en el país.Gonzalo Höhr (ACH)
Moldavia y Rumanía han acordado abrir lo que ambos países han bautizado como corredores verdes. En la práctica, decenas de autobuses trasladan a los refugiados desde distintos enclaves en Moldavia hasta Rumanía, sin mucho control ni una información detallada sobre cómo será la acogida en destino. Voluntarios anuncian las salidas y apenas un cartel en una de las carpas en el punto fronterizo de Palanca muestra un mapa y una página a una web donde obtener más datos.Gonzalo Höhr (ACH)
Para sobrellevar las horas de espera bajo un frío paralizante, voluntarios reparten comidas calientes en el complejo habilitado por las autoridades a modo de intercambiador de tránsito entre Ucrania, Moldavia y Rumanía. Este es uno de los servicios que ahora apoya la ONG Acción contra el Hambre.Gonzalo Höhr (ACH)
Otras entidades como Acnur y Unicef también están presentes en Palanca, suministrando mantas y prestando apoyo psicológico y entretenimiento para los más pequeños.Gonzalo Höhr (ACH)
El viaje de los refugiados no solo es físico, sino también emocional. En el periplo de quienes ahora huyen de Ucrania, a la decisión de marchar, el trayecto y el frío, se suma la incertidumbre de saber dónde comerán, se alojarán, se asearán, dormirán y, finalmente, se asentarán.Gonzalo Hörn (ACH)
Decenas de autobuses trasladan gratuitamente cada día a cientos de refugiados desde distintos enclaves de Moldavia hasta Rumanía. El espacio aéreo de la república exsoviética está cerrado por seguridad, de ahí que la única vía de salida para quienes desean llegar a Europa -Alemania o Polonia, dicen- sea por tren o carretera.Gonzalo Höhr (ACH)