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Lalibela (Etiopía), la ciudad roja

DE TODAS las culturas del África subsahariana, las de Etiopía son las más antiguas y las más impresionantes, porque nos han dejado grandes monumentos y una historia escrita en una lengua antiquísima. El conjunto más sorprendente es el de Lalibela, donde hay que mirar hacia abajo para ver los edificios, que están excavados en el basalto rojo. O descender hasta ellos para ponerse a su altura. Cuando se entra en el conjunto de iglesias de Lalibela, sobre todo en una celebración religiosa, como el Día de Ramos –que presenciamos durante la grabación del documental–, te unes a un río de gente envuelta en togas blancas que te acoge respetuosamente, como si fueras uno más entre la multitud de creyentes. Nada parece haber cambiado allí en siglos. Todo es auténtico, sincero, puro. Nadie es un turista en Lalibela. El mejor consejo para el extranjero es este: callar, mirar, sentir. Descalzarse, ser humilde.

Pero antes de visitar Lalibela hicimos un viaje de peregrinación. Cuatro son los peregrinajes históricos de la Cristiandad: a Santiago de Compostela, para visitar la tumba del apóstol, a Roma y a Jerusalén. Pero si eres etíope y cristiano viajas durante semanas o meses a Yemrehanna Kristos. Allí acudimos también nosotros, en coche, claro, pero luego tuvimos que ascender a pie por una larga rampa. Sería por la altitud, pero nos cansamos. Está muy bien que la aproximación a los lugares maravillosos sea lenta y algo trabajosa, para preparar el cuerpo y la mente. Al final del camino hay una cueva en el basalto, que es como una gran boca que se abre en la montaña. En esa cueva había un estanque y en ella habitaban los espíritus que adoraban los lugareños antes de la llegada del cristianismo a esas tierras. Era, pues, una gruta sagrada. Pero un buen día, el rey Yemrehanna Kristos construyó una plataforma sobre el lago y levantó sobre ella un palacio y una iglesia. Era un rey santo y se quedó a vivir y a morir en aquel mágico lugar, donde se encuentra su venerada tumba. Los etíopes se descalzan y dan vueltas alrededor del sepulcro; también lo hicimos nosotros. Muchos de ellos, a lo largo del tiempo, ya no quisieron volver a sus pueblos, a sus vidas corrientes, a sus afanes y a sus preocupaciones terrenales, y se quedaron para siempre en Yemrehanna Kristos, atrapados por la magia del lugar. Vimos sus esqueletos y sus cuerpos momificados. No, no nos sentimos como Indiana Jones, pero sí como los portugueses y españoles que descubrieron el lugar para Occidente.

Un rey posterior de la misma dinastía Zagwe, llamado Lalibela (que subió al trono a finales del siglo XII), decidió, según cuenta la tradición, trasplantar Jerusalén a Etiopía, para que sus súbditos pudieran peregrinar a la ciudad más santa de todas sin abandonar el país. Lo que construyó, o mejor dicho, excavó allí es tan armonioso, bello, perfecto y delicado que hubo europeos –con sus prejuicios–, que dudaron de que fuera obra de los africanos.

San Jorge (Bet Giyorgis) es, por lo general, la primera iglesia que se visita, con su forma de cruz griega. Dentro se encuentran dos arcones de madera, con llave a rosca, que dicen construyó el propio rey. Como todas las iglesias del rito oriental, hay una cortina que separa la parte de los fieles del lugar reservado a los sacerdotes. Además, en las iglesias de Etiopía hay una copia del Arca de la Alianza. Ah, ¿no se lo he dicho?: la verdadera y original Arca de la Alianza se conserva en Etiopía. O al menos así lo afirman ellos.

El final de la ruta de Lalibela suelen ser las iglesias de Bet Golgotha y Bet Mikael. En la primera se encuentran los doce apóstoles tallados en la piedra y, según se dice, la tumba del propio rey Lalibela. Entre San Jorge y Bet Golgotha hay muchas iglesias excavadas que son dignas de verse. Cada uno de nosotros tiene su preferida, pero a mí me emocionó por su equilibrio la de Bet Amanuel.

La más grande de las iglesias esculpidas en piedra del mundo es Bet Medhane Alem, donde se conserva una gran cruz de oro, que hace milagros. Por eso se toca con ella a los enfermos. Nosotros la vimos en acción. En la parte de atrás de Bet Abba Libanos vimos y escuchamos a los sacerdotes cantando salmodias que leían en libros escritos en la vieja lengua geez.

La ciudad vieja de Lalibela se conserva intacta, pero a su alrededor ha crecido una población desordenada. Los hoteles para turistas se asoman a un acantilado que tiene una vista espléndida sobre un valle. Un día, mientras nos relajábamos en la terraza de uno de ellos vimos un ave enorme, que se paseó ante nuestros ojos como si nos pidiera que la reconociéramos. Era un quebrantahuesos. Celebramos la cena de final de grabación en un restaurante colgado sobre el precipicio. Nos acompañó el concejal responsable del turismo de la ciudad. Le contamos nuestro encuentro con los “quebrantas” y le dijimos que para los europeos es un animal mítico, que muchos intentan ver en los pocos lugares donde sobreviven en el continente, y no lo consiguen. Le apuntamos que deberían incluir esas aves en su propaganda turística. Él nos pidió que le ayudáramos, y eso es lo que estoy haciendo. Cuando vayan a Lalibela (y háganlo pronto, antes de que cambie), llévense sus prismáticos.

El tiempo y los avatares de la Historia sitúan al borde de la desaparición a algunos lugares y tradiciones que forman parte de la herencia cultural de la humanidad. ‘Guardianes de la Historia’ es una serie de seis capítulos, producida por Prisa Video para Canal #0 que recorre seis maravillas del planeta declaradas Patrimonio de la Humanidad  y que se encuentran en proceso de recuperación o rehabilitación para preservar su legado.

Los seis documentales, de 45 minutos de duración cada uno de ellos, mezclan el documento arqueológico, la épica de los viajes y el cine de aventuras y para conseguirlo se valen de la participación del paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, la periodista Nira Juanco y el director de cine y fotógrafo Santiago Zannou.

Los tres se convierten en los ojos del espectador en estas expediciones que pretenden concienciar de la importancia de conservar nuestra Historia, al mismo tiempo que nos sumerge en la aventura de recorrer lugares insólitos difícilmente accesibles para los viajeros y conocer la vida de los actuales habitantes de la zona.

Los jueves, durante seis semanas a partir de esta, El País Semanal publicará un resumen de esta aventura y las palabras de Juan Luis Arsuaga nos convertirán en privilegiados visitantes de Lalibela, ciudad monástica en el norte de Etiopía; las misiones de los jesuitas en Argentina y Paraguay; la enigmática ciudad de Pompeya en Italia; la pirámide de Huaca de la Luna, en Perú; Angkor, en Camboya, el mayor complejo de templos del mundo; y La Alhambra y el Albaicín en España.

Los programas completos se podrán ver en Movistar #0 a las 22 horas: 28 de julio, Lalibela (Etiopía); 4 de agosto, misiones jesuitas; 11 de agosto, Pompeya (Italia); 18 de agosto, Hueca de la Luna (Perú); 25 de agosto, Angkor (Camboya)  y 1 de septiembre, la Alhambra y El Albaicín.

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