Se buscan jóvenes preparados para trabajar en entornos rurales

La despoblación rural afecta a regiones de toda España, pero muchas veces no se trata tanto de una falta de oportunidades laborales como del acceso deficitario a toda una serie de servicios esenciales

Las energías verdes representan una gran oportunidad de desarrollo para el medio rural.Jennifer Griffin

¿Es posible desarrollar una carrera profesional satisfactoria en un ámbito rural? A juzgar por la opinión de los expertos, sí, pero para ello es necesario abordar toda una serie de desafíos que hagan de esta una realidad no solo posible sino plenamente atractiva. Se da hoy un hecho contradictorio: muchas empresas rurales tienen dificultades para cubrir plazas especializadas, pero gran parte de los jóvenes que marchan a las ciudades a estudiar no regresan por miedo a no encontrar puestos que encajen con su formación. “La mayoría de los jóvenes que salen de las zonas rurales no vuelven, porque creen que no hay oportunidades para ellos. Pero, de hecho, lo que pasa es lo contrario: muchas empresas rurales no encuentran el talento profesional que necesitan. Y no hablamos solo de empleos en agricultura y turismo, sino de ámbitos muy diversos como ingenierías, salud, marketing, asistencia o dinamización social y cultural”, explica Mireia Font, gerente del Consorcio GAL Alt Urgell-Cerdanya, uno de los 284 grupos de acción local que trabajan en España al amparo del programa Leader de la Unión Europea, y que impulsa el desarrollo económico y social de las zonas rurales.

Una contradicción que tiene en la formación una de sus muchas causas: “Hay una gran disarmonía entre las necesidades formativas del tejido productivo y la oferta de las enseñanzas regladas”, afirma María José Mulero, coordinadora de proyectos de cooperación del Colectivo para el Desarrollo Rural Tierra de Campos, en Valladolid. “Por ejemplo, aquí, en nuestro territorio, los institutos y ciclos formativos dan mucha Administración. Y eso está bien, pero tenemos muchos administrativos y carecemos de formación en electricistas o mecánicos, que se necesitan. Tenemos, incluso, ofertas de trabajos en electricidad que no podemos cubrir en las bolsas de empleo... Es necesario ir a las grandes ciudades y hablar con los centros educativos para que conozcan las oportunidades del medio rural”.

El éxodo migratorio es una evidencia que dura ya décadas: entre 1975 y 2021, la población española aumentó un 38 % (de 34 a 47 millones de habitantes), pero 17 provincias perdieron población (la que más, Zamora, con un 31 % menos), y las que crecieron lo hicieron concentrando su población en grandes núcleos urbanos y zonas colindantes. Hasta el punto de que el 80 % de la población española se concentra en áreas urbanas que representan apenas el 15 % del territorio, mientras que el otro 20 % se reparte en el 85 % restante. España es el cuarto país de la Unión Europea, tras Estonia, Finlandia y Letonia, con más municipios en riesgo de despoblación (3.400, el 42,4 % del total). Y los números siguen: la mitad de los 3,3 millones de empresas que hay en España se concentran en solo seis provincias: Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante, Málaga y Sevilla.

Revertir esta tendencia requiere, apuntan los expertos, de una acción en múltiples frentes como la vivienda, el acceso a servicios básicos y, sobre todo, el empleo y el apoyo al emprendimiento; una labor en la que cobran protagonismo los Grupos de Acción Local, de los que hay más de 2.800 en toda la UE. Pero se trata también de un esfuerzo en el que las universidades, por su rol formativo, juegan ya un papel fundamental gracias a proyectos de prácticas remuneradas como Odisseu, impulsado desde la Generalitat de Catalunya y en el que participa la UOC: desde 2016, se han beneficiado 391 empresas rurales y más de 400 estudiantes de grado y máster, generando medio centenar de contratos de trabajo estables, actividades de networking e iniciativas de micromecenazgo para apoyar proyectos de emprendimiento. “Odisseu aprovecha la ventana de oportunidad que nos dan los programas educativos con prácticas obligatorias incorporadas, para que se desarrollen en el entorno rural”, cuenta Angels Fitó, vicerrectora de Empleabilidad y Competitividad de la UOC. “Y esas prácticas, a su vez, ayudan a solucionar algunas de las lagunas que tienen las zonas rurales para desarrollar su actividad, con ayuntamientos muy pequeños que a lo mejor precisan expertos en leyes, en tecnología, en ingeniería, en telemedicina o dinamizadores culturales”.

No se trata de la única iniciativa de estas características: en 2022, por ejemplo, ha arrancado el programa Campus Rural, impulsado por los ministerios de Universidades y Transición Ecológica y Reto Demográfico, con el apoyo de CRUE Universidades Españolas. Más de 350 estudiantes de 37 universidades públicas participaron en esta edición, una cifra que Joan Subirats, ministro de Universidades, ha anunciado que se ampliará hasta los 1.000 alumnos en la convocatoria de 2023. El objetivo es que los universitarios de cualquier titulación puedan realizar prácticas académicas inmersivas de entre tres y cinco meses en entornos rurales o en riesgo de despoblación, favoreciendo así el crecimiento económico de los mismos. Además de su trabajo (por el que reciben una remuneración de 1.000 euros brutos al mes), los alumnos participantes deben residir en sus lugares de destino, y así poder conocer en profundidad y entender la realidad social de esos entornos. Se trata de que “convivan y colaboren con su gente, y puedan verlos como un lugar de oportunidades para su desarrollo profesional”, explican desde CRUE.

“De cara al futuro, el principal reto es que podamos estar ahí; que la gente del entorno rural entienda que las universidades generamos talento joven y que ellos pueden aportar innovación y otras maneras de trabajar”, reflexiona Ángela Alcalá, secretaria ejecutiva de CRUE-Asuntos Estudiantiles y vicerrectora de Estudiantes de la Universidad de Zaragoza. “La llegada de estos jóvenes puede ser muy significativa, pero tienen que abrirles las puertas. Las grandes ciudades están colapsadas y no hay trabajo para todos; y tenemos que empezar a entender otra manera de vivir y otra manera de trabajar”, añade.

Un contexto de oportunidades

Desarrollar una carrera profesional en el ámbito rural depende, en gran medida, de políticas públicas que la faciliten, esgrime Fitó. “Lo primero que necesitamos es cobertura: necesitamos acceso digital desde cualquier punto del territorio; y luego, a nivel individual, otra serie de competencias, como el aprender a lo largo de la vida”. El acceso a la tecnología está dando nuevas oportunidades para que las personas puedan trabajar desde cualquier lugar, e incluso se ha convertido casi en un requisito indispensable para poder atraer talento.

“Ahora tenemos una clara coyuntura de oportunidad, porque, primero, hay un interés creciente, a nivel social, político y mediático, por todo lo que es la España vacía; segundo, por la aceleración de los procesos de digitalización a causa de la pandemia; por la presencia cada vez más numerosa de organizaciones que están sensibilizadas y que se muestran colaborativas y proactivas frente a este reto; y finalmente, por la presencia de fondos de ayuda tanto a nivel europeo, como los de Next Generation [y Leader] y otros a nivel nacional, autonómico y local”, añade la académica catalana. Un contexto de oportunidad en el que, sostiene, la labor vertebradora de la universidad resulta fundamental, tanto desde el punto de vista de la formación (desarrollando las capacidades necesarias), como promoviendo la investigación y la generación de conocimiento en el ámbito rural.

El proyecto +Empresas, +Empleo, +Rural, impulsado en Castilla y León por el Colectivo para el Desarrollo Rural Tierra de Campos, junto con otros 11 grupos de acción local, tiene por su parte el objetivo de impulsar el desarrollo sostenible del medio rural mediante la innovación tecnológica, el apoyo al tejido empresarial y la generación de empleo, y está dirigido tanto a personas (desempleadas o buscando una mejora) como al tejido empresarial (desde nuevas iniciativas a otras ya existentes y que quieran diversificar sus negocios). Las oportunidades, afirma Mulero, están ahí, según se desprende de un reciente estudio que han realizado en colaboración con la Universidad de Valladolid. “Hay un gran dinamismo económico y un mercado de trabajo creciente, principalmente en la industria agroalimentaria, las energías verdes y los servicios turísticos; un gran nivel de emprendimiento, principalmente ligado a mujeres; y un empresariado que tiene una gran relación afectiva con el territorio: el 83 % de ellos no movería su actividad a otras zonas territoriales aun cuando les ofrecieran condiciones mucho más ventajosas”, afirma.

Pero si las oportunidades están ahí, ¿cuáles son los problemas? “El mercado laboral, por sí solo, no es suficiente para solucionar los problemas de mantener esa población rural. Tiene que haber un contexto social mucho más amplio si queremos atraer a gente joven; y para eso hay que garantizar que haya servicios atractivos. No se trata de que cada municipio tenga todo tipo de servicios culturales o turísticos, pero sí que tienen que estar relacionados y, sobre todo, que haya buenas comunicaciones para que se puedan desplazar”, asevera Mulero. Pero si el transporte es un gran problema, el de la conectividad o el de la vivienda son aún mayores. En numerosas zonas rurales la conectividad sigue siendo inexistente o muy deficitaria y no hay suficiente vivienda disponible, “y la que hay es muy cara, por estar en zonas turísticas, o no está en condiciones de alquilar o vender, al venir de herencias en las que han dejado que se deterioren”.

La iniciativa +Empresas, +Empleo, +Rural gestiona ahora mismo unas 90 ofertas de empleo, y en los 20 meses que lleva funcionando la plataforma han gestionado 1.153, además de 178 recursos empresariales que incluyen desde negocios en traspaso a oficios de zapatero, fontanero o electricistas. “Realmente necesitamos ese capital humano que venga al medio rural, porque hay muchas oportunidades e incluso algunas que a día de hoy no se pueden cubrir”. Desde el colectivo realizan una orientación laboral personalizada en la que capacitan a las personas para realizar una búsqueda de empleo activa, además de formar digitalmente a las empresas y emitir, en formato de podcasts, Radio Lumbre, una emisora que incluye todo tipo de temáticas, desde jóvenes y mayores a parentabilidad positiva, sensibilización contra la violencia de género o prevención de adicciones.

¿Y las soluciones? Para Mulero, las acciones han de abarcar diferentes ámbitos, empezando por la mejora de la conectividad, pero yendo mucho más allá: “Hay que introducir, por ejemplo, el concepto de la rentabilidad social, no solo económica. Nosotros como asociación damos atención a niños de cero a tres años allí donde una guardería no es viable económicamente. Pero también hay que fomentar y apoyar las empresas pequeñas a nivel comarcal: el llamado kit digital está ahora en la tercera fase de subvenciones a empresas con menos de 10 trabajadores, pero tiene el requisito de facturar al menos dos millones de euros para acceder a las ayudas, unos criterios que resultan imposibles para empresas del medio rural. Así que al final las ayudas van siempre a las grandes ciudades”. Mulero señala, además, otras posibles medidas como la necesidad de impulsar la capacidad real de los ayuntamientos para incentivar las bolsas de alquiler o venta de viviendas; o la introducción de una fiscalidad bonificada para las empresas o residentes que aporten una residencia permanente.

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