Michael Phelps: “¿Que las camas de la Villa son pequeñas? ¡Yo siempre dormí con los pies colgando!”
El mejor nadador de todos los tiempos, ganador de 23 oros olímpicos, reflexiona sobre su visita a los Juegos de París
“Alguien me preguntó si era cierto que estaba pensando en volver a nadar”, se ríe. “¿Alguna vez dije algo así? ¡No! ¡Estoy bien como estoy! Si quiero canalizar mi carácter competitivo juego al golf con mis amigos”. Michael Phelps está de buen humor. Más flaco que nunca, el pelo atado con una cinta y la barba larga y desordenada le confieren un aire de vagabundo chic cuando entra en el Palacio de Poulpry, en Saint-Germain-des-Prés, sede de Omega, cronometrador de los Juegos desde 1932.
El hombre que más meda...
“Alguien me preguntó si era cierto que estaba pensando en volver a nadar”, se ríe. “¿Alguna vez dije algo así? ¡No! ¡Estoy bien como estoy! Si quiero canalizar mi carácter competitivo juego al golf con mis amigos”. Michael Phelps está de buen humor. Más flaco que nunca, el pelo atado con una cinta y la barba larga y desordenada le confieren un aire de vagabundo chic cuando entra en el Palacio de Poulpry, en Saint-Germain-des-Prés, sede de Omega, cronometrador de los Juegos desde 1932.
El hombre que más medallas (28) y más oros (23) conquistó en la historia olímpica va escoltado por lo que parece la corte de un ministro, pero él asegura que si le da la gana pone la piscina en ebullición: “Cuando estuvimos en los trials mi hijo de cuatro años me preguntó si me podría lanzar al agua y competir contra esos tíos, y yo le dije: ‘Si quisiera, estoy convencido de que todavía podría. Pero en ese caso no verías a tu papá. Tu papá estaría en la piscina todo el día. No te podría llevar al colegio, ni recogerte, ni hacerte la comida, ni sentarse a comer contigo’. Y él me dijo: ‘¡Yo no quiero esto, papá!’. Así es que no pienso en volver”.
Phelps nació en Maryland hace 39 años y desde hace una década vive en Phoenix, en Arizona, el lugar donde se rehabilitó de la depresión con la que convivió mientras ganaba oros olímpicos. En 2016 se convirtió en la primera estrella global del deporte que reconoció haber sufrido problemas mentales graves y animó a sus colegas a compartirlo, al tiempo que creó una fundación para ayudar a deportistas. Desde entonces, Tiger Woods, Naomi Osaka, Grant Hackett, Léon Marchand o Noah Lyles —este último tras ganar el oro en 100 metros lisos en París— han reconocido episodios de depresión. “Mi teléfono está siempre abierto para los deportistas del equipo americano”, dice. “Hacer lo que hizo Noah, declararlo y abrirse, supone mucho. Expuso su vulnerabilidad y estaba tan feliz como cuando yo ganaba medallas. Ojalá todos podamos aprender de eso. Durante la pandemia experimentamos cómo la soledad irrumpe en nuestras vidas. La soledad es la primera causa de depresión. Abrirse, ser auténtico y hablar de esto, te hace más fuerte como ser humano y te ayuda a salir adelante”.
La idea del dopaje le sobresalta. Que la Agencia Mundial Antidopaje no expulsara de los Juegos de Tokio a los 23 nadadores chinos que dieron positivo por trimetazidina en 2020 saca de quicio a Phelps, que la semana pasada vio en vivo cómo tres de esos chinos, Zhang Yufei, Yang Junxuan y Wang Shun, ganaban un total de nueve medallas en la piscina de La Défense. “Quien da positivo no debería competir nunca más en unos Juegos”, dice. “Una vez y fuera. ¡Estos son los Juegos Olímpicos! Se supone que tenemos que venir a competir juntos en un clima feliz. Me rompe el corazón ver deportistas esforzándose con toda su alma para prepararse y que alguien que ha estado haciendo trampas se lleve sus medallas”.
“La gente me llamó tramposo durante toda mi carrera”, recordó. “Me sometí a más pruebas que nadie. Sangre y orina semanalmente. ¿Por qué? Para poder decir: ‘Yo no hago trampas y aquí están los resultados’. Yo gané 23 oros con limpieza. Se puede hacer. ¡Y el que no tenga esa mentalidad que compita en los Juegos de los Tramposos! ¡Que se vayan! Hay que preservar la integridad de los Juegos. Lamentablemente con este sistema de controles creo que no estamos jugando en un terreno parejo. No creo que a lo largo de mi carrera yo compitiera en un terreno parejo ni limpio. Tuve sospechas de deportistas contra los que competí. Yo creo que no iban limpios”.
Yo gané 23 oros con limpieza. Se puede hacer. Lamentablemente, con este sistema de controles, creo que no estamos jugando en un terreno parejo. No creo que a lo largo de mi carrera yo compitiera en un terreno limpio
Hay chinos en la sala. La conversación entre Phelps y un grupo de periodistas de todo el mundo discurre amablemente. Surge la cuestión del récord astronómico del chino Pan Zhanle, 46,40s en 100m libre. Se encoge de hombros. “Fue como cuando hice 4m03s en 400m estilos en 2008″, responde. “Mucha gente dijo que me dopaba. Los tiempos de algunos nadadores son increíbles. Pero hasta que no probemos nada con hechos no podemos señalar a nadie. No puedes hacerle eso a una persona. China está bajo el microscopio porque tiene nadadores que dieron positivo antes de Tokio, pero no puedes señalar a un nadador que no dio positivo”.
La afluencia de la natación china contrastó la semana pasada con la pobreza de los rendimientos exhibidos por los nadadores varones del equipo de Estados Unidos. Fuera de los podios del 100 y el 200 mariposa, y fuera del podio del 100, en París el mejor conjunto de nadadores del planeta fue una sombra de lo que fue con Phelps. “El balance general de Estados Unidos no es para presumir”, admite. “Ha sido una de las peores actuaciones de la historia. Perdimos el oro por primera vez en el relevo de estilos, y por poco no ganamos ni un oro individual masculino. Tenemos que prepararnos mejor para los Juegos de 2028, porque si repetimos en Los Ángeles lo que sucedió en París será mucho más embarazoso. Luego hubo nadadores que dieron un paso adelante e hicieron grandes pruebas: Foster, Armstrong, Fink, Brooks... Las chicas lo hicieron muy bien, pero el equipo masculino tuvo el peor rendimiento que yo recuerdo”.
Phelps es amigo íntimo de Bob Bowman, su entrenador desde la infancia, que ahora dirige la carrera de Léon Marchand. “No me sorprendió lo que hizo Léon porque hablo con Bob cada día”, contó. “El abuelo no deja de enviarme mensajes y me pregunta por los ejercicios de los entrenos, qué hacer, cuándo dar un paso u otro. La noche que nadó 200 mariposa en 1m51s y la braza en 2m05s una hora después, fue de las cosas más grandes que vi en natación”.
No soy quién para juzgar si un niño de ocho años debe o no debe competir en unos Juegos. Yo era un niño cuando fui a Sydney con 15 años y aprendí mucho contra hombres más fuertes y grandes
Ver a chicos de ocho años compitiendo en el torneo olímpico de skate en la plaza de la Concorde, le resultó divertido. “Hay mucha gente muy joven que adquiere un talento rápidamente”, dice. “No estoy capacitado para juzgar si es bueno o malo permitir que un niño compita aquí, pero mi experiencia me dice que esos niños pueden aprender. Yo fui a los Juegos de Sídney con 15 años y fue mi primer viaje al extranjero. No tenía ni idea de qué pasaba, pero el aprendizaje me sirvió para mis otros cuatro Juegos. Si sientes una gran pasión, ¿por qué no? Yo habría querido ser más rápido. Yo quería la medalla. Era un niño contra hombres de 25. Gente más fuerte y más grande y más experta. Pero a mí no me importaba. Yo solo quería tener la oportunidad de tirarme a la piscina con ellos”.
Michael Phelps conserva la curiosidad optimista que le despertaron sus primeros Juegos. Dice que él nunca se habría ido a dormir fuera de la Villa como han hecho muchos deportistas en París, en busca de comodidad. “Vi a Thomas Ceccon durmiendo la siesta en el parque de la Villa Olímpica y pensé: ‘Si no puede dormir en la habitación por la razón que sea, está haciendo lo correcto para prepararse. Necesitaba descansar en un ambiente tranquilo, fue, lo encontró y descansó. Las Villas son siempre muy peliagudas. Yo me quedé dentro en todos los Juegos a los que fui. Nunca dormí en un hotel porque quería ser parte del espíritu olímpico. ¿Que las camas son pequeñas? ¡Yo siempre dormí con los pies colgando! Dormí con tres o cuatro ventiladores en la habitación porque el calor es típico. Hay que adaptarse. No hay nada como estar en una pequeña ciudad en la que ves gente de todo el mundo. Para mí eso es una de las mejores cosas de ir a unos Juegos”.
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