Solo Isak anima a la Real Sociedad

El conjunto donostiarra choca con la defensa del Getafe

Isak lanza a la puerta del Getafe ante la oposición de David Soria.Juan Herrero (EFE)

Como el hueso de un chuletón de vaca vieja de los que sirven en las sidrerías de Astigarraga, el partido de Anoeta se tuvo que trocear a machetazos y aún así, no quedó sabroso. Planteó Quique Sánchez Flores una defensa de cinco, que rebajaba las brasas que Imanol quería echar a la parrilla, así que la chuleta le quedaba siempre demasiado poco hecha al técnico de la Real.

Pese al empuje ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Como el hueso de un chuletón de vaca vieja de los que sirven en las sidrerías de Astigarraga, el partido de Anoeta se tuvo que trocear a machetazos y aún así, no quedó sabroso. Planteó Quique Sánchez Flores una defensa de cinco, que rebajaba las brasas que Imanol quería echar a la parrilla, así que la chuleta le quedaba siempre demasiado poco hecha al técnico de la Real.

Pese al empuje que Oyarzabal quería darle al asunto, encontró poca compañía. Ausente otra vez Isak, que animó los últimos minutos, el técnico de la Real apostó por Sorloth, que a diferencia de lo que ocurrió frente al Atlético en la Copa no supo conectar durante la primera parte, con lo que la fantasía de Rafinha no era suficiente ante la solidaridad de los madrileños, atentos siempre a cualquier desajuste defensivo.

El fútbol no fluyó durante 45 minutos estériles en los que la Real no acertaba a abrochar su juego y el Getafe se limitaba a dejar pasar la vida, que así les parecía ir bien. Óscar Rodríguez le dio un susto a Remiro casi a la media hora, cuando recorrió la banda derecha y su disparo lo desvió el guardameta. Con rabia, Oyarzabal trató de buscarse la vida por su cuenta y encontró un pasillo para correr desde su campo y acabar con un disparo que atajó Soria, tal vez el héroe de su equipo, porque le buscaron poco, pero con peligro, los delanteros de la Real, y le encontraron siempre, enorme. Le Normand, ya en la segunda parte, le puso a prueba en un remate desde muy cerca, tras un córner, que el portero del Getafe desvió al larguero. La madera fue una fiel aliada de Soria, que cuando no podía por sí mismo, se ayudaba de los palos.

Sin apenas fútbol, sólo la aparición como agitadores de Portu e Isak animó a la parroquia. El sueco pudo decantar la balanza en el descuento, con un primer remate que sacó la defensa y otro, ya en el último minuto, armando la pierna para enganchar un disparo desde fuera del área que se estrelló en la cruceta, amiga de nuevo de Soria. El chuletón, demasiado gordo para hincarle el diente, se quedó sin hacer.

Puedes seguir a EL PAÍS DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Más información

Archivado En