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El K4-500 gana el oro en la Copa del Mundo a dos meses de los Juegos de Tokio

Tras las tensiones vividas en las últimas semanas, el barco de Craviotto, Cooper, Arévalo y Germade presenta su candidatura al oro olímpico

Saúl Craviotto, Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade, este domingo en la final de la Copa del Mundo donde han ganado el oro. En vídeo, declaraciones de los piragüistas y de Miguel García, entrenador del equipo.Vídeo: BERNADETT SZABO / REUTERS | RFEP
Eleonora Giovio

La última vez que el K4-500 español compitió no había que hacerse tropomil PCR antes de cogerse un avión; había, además, vuelo directo a Budapest y las gradas de Szeged estaban repletas de aficionados. Porque la pista de piragüismo de la pequeña ciudad húngara, a escasos kilómetros de la frontera con Serbia, es lo que San Mamés al fútbol. Por ambiente y por tradición. La última vez que el K4-500, liderado por Saúl Craviotto e integrado por Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade, compitió fue en agosto de 2019. Antes del tsunami pandémico. “¡Ya había ganas de dar caña!”. La frase de Arévalo es posiblemente el mejor resumen de los últimos 20 meses vividos por la embarcación entrenada por Miguel García.

Este domingo han ganado el oro en la Copa del Mundo. Con un golpe de autoridad, con una excelente salida y dominando la prueba de principio a fin con el ritmo impuesto por Saúl Craviotto, el marca de la embarcación. El ruido del agua, de la respiración y de las paladas de nueve barcos se hace tan intenso que es como si de repente llegara un pelotón de 500 ciclistas que arrasa con todo. España ha derrotado a la todopoderosa Alemania (+0,65s) y a Bielorrusia (+1,78s) y presenta así su candidatura al oro olímpico en Tokio. En los dos últimos mundiales, siempre habían quedado por detrás de los alemanes.

“Estoy intentando asimilar lo que hemos hecho”, dijo Cooper a pie de pista, sin haber recuperado todavía la respiración. “Hemos hecho una gran salida y esta victoria es muy, muy importante a nivel mental de aquí a los Juegos”, añadió el que fue oro en Río2016 en el K1-1000. Para mejorar esa salida, precisamente, el K4-500 hizo modificaciones en la piragua para distribuir mejor los pesos, tener una mejor arrancada y no perder aceleración en el tramo final. “El resultado es impresionante, pero tenemos que mantener los pies en el suelo porque los alemanes ahora van a estar heridos”, coinciden todos.

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La de este domingo en Szeged es la única competición en la que participará el K4-500 de aquí a la cita olímpica. La han ganado dominando de principio a fin y se han quitado un peso de encima. De un plumazo han borrado la tensión acumulada en los últimos meses. “Llevamos sin competir casi dos años. Necesitamos tener un toque a nivel internacional”, explicaba García la semana antes de volar a Hungría.

Parece que ha pasado un siglo desde aquella plata mundial de 2019 con la que sellaron la clasificación para los Juegos. No sospechaban que el ciclo olímpico se transformaría en pesadilla. En sprint las normas obligan a llevar tan solo a seis palistas a los Juegos de Tokio, cuando las pruebas en las que se compite incluyen a ocho en categoría masculina (K1-200, K1-1000, K2-1000 y K4-500). La Federación, por lo tanto, tenía que hacer dos descartes. El proceso se dilató en el tiempo y se embarró porque el expresidente federativo Juan Román Mangas y Carlos Garrote acusaron a sus compañeros y al técnico de amañar el proceso para dejar fuera a Garrote. Los selectivos se convirtieron en un polvorín y retrasaron la preparación hacia los Juegos.

“Después del selectivo estaba previsto un ciclo de trabajo hasta esta Copa del Mundo. Hubo que ajustar y modificar un poco los plazos porque hubo días de mucha tensión —Craviotto llegó a perder cuatro kilos de masa muscular— en los que no se pudo entrenar como se debía. Fuimos ajustando sobre la marcha”, analiza Miguel García, el técnico. Se empezó de cero con analíticas y trabajo aeróbico y una concentración de diez días en Portugal, lejos del cuartel general de Trasona. Y a partir de ahí había que hilar muy fino. “Para no condicionar en exceso la puesta a punto de los Juegos. Es complicado, un rompecabezas. Intento ajustar las cargas y hay veces que tenemos que modificar las cosas sobre la marcha más de lo habitual. Pero está saliendo bien la cosa de momento”, decía el técnico antes de la Copa del Mundo.

Los selectivos obligaban a tener dos picos de forma en nueve meses (de enero a agosto). “Por más que yo sea prudente en la preparación, como los deportistas se jugaban la plaza en los selectivos en marzo había que hacer una puesta a punto muy importante, sobre todo a nivel mental. Eso era muy pronto en el tiempo y eso implica correr muchos riesgos de cara a la preparación de los Juegos. El periodo entre el selectivo (marzo) y esta Copa del Mundo es complicado porque teníamos que ser capaces de llegar aquí y estar en un estado de forma más o menos óptimo. Es una competición de preparación, no valía venir a que nos metieran un palo y nos condicionara a nivel mental de cara a los Juegos. Por otro lado, tampoco podíamos forzar mucho porque nosotros ya tenemos una puesta a punto previa como la del selectivo que en otros países no han tenido”, analiza García, cuyo único temor era que ese sobresfuerzo mental repercuta sin avisar en las próximas semanas.

De momento parece haber funcionado como un plus extra de motivación. Dos meses después del polvorín, el K4-500 ha presentado su candidatura para llegar a lo más alto del podio olímpico. La última medalla de un K4 en los Juegos es de Montreal 1976. Fue la plata en los 1.000 metros de los pioneros de este deporte: Herminio Menéndez, Luis Misioné, José Ramón Díaz Flor y Chema Celorrio.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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