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Nadal, a contrarreloj en las alturas

España irrumpe en la Davis ante Rusia con el número uno al frente, aunque solo ha podido entrenar dos días a los 667 metros de altitud de Madrid: “Mi preparación va a ser corta, pero espero que suficiente”

En vídeo, Nadal, durante un entrenamiento en la central de la Caja Mágica.Foto: atlas | Vídeo: Alex Pantling
Alejandro Ciriza

Mientras en la Caja Mágica todavía se retiran precintos y la edificación estrena lifting para esta Copa Davis –un futbolero césped artificial sustituye a la moqueta tradicional del recinto, numerosos espacios se han reorganizado y la estética general ha mutado hacia el tono verdoso escogido por la nueva empresa organizadora–, el equipo español planificaba entre bambalinas el primer asalto del torneo. Será este martes (18.00, #Vamos) frente a Rusia, y el capitán Sergi Bruguera apuraba las horas y recababa sensaciones para definir quiénes serán los elegidos para la puesta de largo, articulándose la decisión, obviamente, sobre el feeling del gran tótem, Rafael Nadal.

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Llega bien el número uno, sin rasguños después de competir en Londres, adonde llegó con prisas y de donde se fue de la misma manera, porque no hay tregua y el presente le exige sin respiro otra carrera contra reloj. Otro acrobático giro en la preparación, porque en un plazo de tres días el número uno ha tenido que readaptar su tenis a una nueva circunstancia. Comparte Madrid la misma pista sintética que el O2, aunque según precisan desde el equipo, una última cobertura un poco más rugosa ralentiza algo la pelota y eso siempre es una buena noticia; también se juega a techo cerrado y en una clave de iluminación baja que confiere un aire de mayor intimidad; y la nueva Davis también apuesta por el juego abreviado de los tres sets.

Ahora bien, hay un pero. Y se llama altitud; los 667 metros de Madrid. Es decir, poco o nada que ver con el Masters.

“Es una superficie complicada para todos, vamos a ver qué sucede. Esperamos estar bien preparados. Mi preparación va a ser corta, pero espero que suficiente. He venido con la ilusión y la máxima predisposición para hacerlo de la mejor manera posible”, expone Nadal, que el domingo se entrenó a un nivel elevado con Roberto Bautista, después de tomarse el sábado como día de transición –viajó directamente desde Londres al barrio de San Fermín, tras caer en la fase de grupos de la Copa de Maestros–, y que este lunes también ensayó tanto de forma individual como el dobles.

En este sentido, durante la sesión formó junto a Pablo Carreño, que a su vez se unió a Feliciano López, y este también con Marcel Granollers. Dispone de varias variables Bruguera, que ve a Nadal “sano y con ganas de competir”. Extraordinaria señal. Decidirá el seleccionador a última hora, dado que la reglamentación le permite anunciar la formación definitiva tan solo una hora antes de la serie, y en el caso del dobles puede modificarlo con una antelación de solo media hora antes de que se dispute. No obstante, parece que en este primer cruce el mallorquín intervendrá únicamente como solista. Llegó en buen estado, pero su realidad le invita ahora a echar el freno y no excederse lo más mínimo. En el O2 se rodó, invirtiendo seis horas en los dos últimos partidos, y le vino de perlas esa lanzadera para llegar con mayor ritmo al estreno en un escenario que le suscita sentimientos enfrentados.

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Nadal se ha coronado cuatro veces en la Caja Mágica –la primera vez que ganó el Masters de Madrid lo hizo cuando el torneo aún lo albergaba el Rockódromo de la Casa de Campo–, pero lógicamente en un contexto muy diferente, el de la tierra batida; siempre, eso sí, con el hándicap de jugar en esos 667m de altitud. Ese matiz, tal vez insignificante para quien observa desde la barrera pero muy condicionante según transmiten los jugadores, hace que pierda control y su bola se dispara más. Por lo tanto, el balear trabaja contra reloj para calibrar bien su juego y poder ofrecer la versión que demanda España si desea tener aspiraciones de poder levantar el próximo domingo la sexta Ensaladera.

En cualquier caso, Nadal es un tenista bien distinto del que disputó la permanencia contra Ucrania en 2013, también en la Caja Mágica; y, desde luego, es un Nadal muy diferente del que consiguió su primer Masters 1000 en la capital española, en 2005. Entonces tenía 19 años y compensaba sus lagunas tácticas con ese arrebatador despliegue de su época eléctrica. Es ahora el de Manacor (33) todo un señor jugador, menos voltaico pero más camaleónico y con más colmillo. Pese a que no sea su hábitat, su evolución estilística le ha permitido dar un paso adelante en indoor y también sabe morder y tomar la red si hace falta. Se une esto, además, a que la superficie granulosa de la pista le concederá una milésima más para pensar.

“Contra Rusia y Croacia vamos a sufrir”, anticipa Bruguera. “Aunque la altura se nota menos en rápida y bajo techo”, precisa el capitán, muy pendiente de la evolución de su estrella. “Nos ha tocado un grupo complicado en una superficie que, evidentemente, no es nuestra favorita, pero creo que todos estamos concienciados de llegar lo mejor preparados posible”, resuelve Nadal, un darwinista que maneja como pocos el dificultoso arte de la adaptación.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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