José Luis López Vázquez: sus mejores películas a través de sus recuerdos

De ‘El cochecito’ a la trilogía nacional de Berlanga, el hijo del prolífico actor repasa, con las vivencias de su padre, los grandes trabajos de una leyenda del cine que hoy cumpliría 100 años

José Luis López Vázquez.

Hoy hace 100 años nació José Luis López Vázquez en Madrid. Desde su rodaje en 1951 en Esa pareja feliz, con otros debutantes como Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga, hasta su trabajo final en ¿Y tú quién eres? (2007), de Antonio Mercero, su rostro recorre la cinematografía española en una prolífica carrera en la que combinó la comedia más popular con cine más de autor e incluso arriesgado. En sus inicios fue diseñador de vestuario y de decorados, una faceta que, cuenta su hijo José Luis Lóp...

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Hoy hace 100 años nació José Luis López Vázquez en Madrid. Desde su rodaje en 1951 en Esa pareja feliz, con otros debutantes como Juan Antonio Bardem y Luis García Berlanga, hasta su trabajo final en ¿Y tú quién eres? (2007), de Antonio Mercero, su rostro recorre la cinematografía española en una prolífica carrera en la que combinó la comedia más popular con cine más de autor e incluso arriesgado. En sus inicios fue diseñador de vestuario y de decorados, una faceta que, cuenta su hijo José Luis López Magerus, dejó en cuanto empezó a interpretar. “Y no cogió nunca más los pinceles”.

A ese trabajo de figurinista y escenógrafo en su juventud le ha dedicado la Filmoteca Española la exposición Del escenario a la pantalla. Los diseños de José Luis López Vázquez. “Estamos entristecidos con las respuestas de instituciones como el Ayuntamiento de Madrid y esperamos algo de la Comunidad”, cuenta López Magerus, sobre el poco eco del centenario de su progenitor. Ha recibido el apoyo de la Academia de Cine y del ICAA, el organismo que regula el cine en el Ministerio de Cultura, “pero ellos no tienen posibilidades económicas como sí otras corporaciones”.

Luis García Berlanga con José Isbert y José Luis López Vázquez, en el rodaje de 'Los jueves, milagro' en 1957.Basabe (Fototeca Municipal de Sevilla, ICAS-SAHP)

López Magerus, estudioso de la obra de su padre, comenta para EL PAÍS algunas de las mejores películas de López Vázquez, “que fue un padre distante, probablemente porque para él ante todo estaba su trabajo como actor”. Dos ejemplos. El tour de force de Plácido, que él mismo aclara en sus memorias: “Yo rodaba en Barcelona por la noche ¡Cuidado con las personas formales!’, salía con mi coche a las seis de la mañana y llegaba a Manresa a rodar con Luis [García Berlanga]”. O, como subraya su hijo, las 11 películas que hizo seguidas en 1973.

El cochecito (1960), de Marco Ferreri. “Mi padre la consideraba mejor película que El pisito”. El tiempo, con el estreno de la versión sin censurar, le dio la razón. “Es un título que va un poco más allá, más atrevida”, dice López Magerus. “Es una pena que se haya borrado de la memoria colectiva varias generaciones de actores secundarios como los que pueblan esta película. Es indignante”.

Plácido (1961), de Luis García Berlanga. “Una obra maestra mundial”, dice López Magerus, cinéfilo empedernido. “Es que hay hasta 14 personajes hablando a la vez sin pisarse... Nadie ha reflejado tanta complejidad humana en el cine como lograron en Plácido”. Y sobre otra de las comedias berlanguianas de aquellos años, apunta: “Le dolió muchísimo no hacer el protagonista de El verdugo, que acabó en manos de Nino Manfredi, por ser una coproducción. Pero sabía que el guion era importante. A él se le ocurrió la idea de medir la cabeza del niño”.

Atraco a las tres (1962), de José María Forqué. “Berlanga decía de mi padre que era el actor de la revolera. Y aquí luce esta habilidad, que subrayaba con lo mañoso que era. Eso se nota en la secuencia en que lanza el sombrero y encaja perfecto en el perchero”. El reparto de la película parece una reunión de intérpretes en estado de gracia. Y contiene la mítica frase: “Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo”.

Peppermint Frappé (1967), de Carlos Saura. “Mi padre, al que le horrorizaban los cambios, nunca logró estar cómodo en el mundo de Saura, no encontraba afinidad, aunque encontraron un terreno de trabajo”, explica su hijo. “Peppermint Frappé fue un hito en su carrera porque con ella pudo demostrar su capacidad dramática. Hay que agradecérselo a Azcona, autor del guion, que recomendó a Saura que cogiera a mi padre. Se puso nervioso porque le quitaron el bigote y sin él se sentía ‘un lavabo”. Hubo más colaboraciones, como El jardín de las delicias (1970), “un trabajo de una inmensidad como película y de interpretación solo con la mirada”, porque López Vázquez aparece en silla de ruedas, paralítico y amnésico por un accidente de tráfico, o La prima Angélica (1974). “Estaban rodadas por técnicos y cineastas jóvenes, distintos a todo su pasado. Me dijo que allí se sentía ‘un bulto sospechoso”.

El turismo es un gran invento (1968), de Pedro Lazaga. Una de las mejores películas que conforman la otra gran carrera de López Vázquez, las españoladas. ”La pareja que hacían Paco Martínez Soria y José Luis López Vázquez era incompatible. Se querían y respetaban mucho, y a casa todas las Navidades Martínez Soria nos enviaba una caja de botellas con sus vinos de Cariñena. Pero en pantalla eran estilos muy distintos. El turismo es un gran invento me parece que tiene detalles reivindicables”.

El bosque del lobo (1970), de Pedro Olea. “Fue un hallazgo. A mi padre le fascinó el personaje. La oferta le llegó durante el rodaje de El jardín de las delicias”. Benito Freire, el protagonista, es un buhonero que sufre ataques de epilepsia en la Galicia más profunda y supersticiosa. “Mi padre entendió que era un reto, y que había que hacerlo”.

Mi querida señorita (1972), de Jaime de Armiñán. “Le dio pánico. Le pareció un guion brillante y luego se echó para atrás. Armiñán y José Luis Borau, coguionista, le dieron unas semanas y luego le convencieron”. El reto: encarnar a Adela, una mujer de 43 años de un pueblo que descubre que en realidad es un hombre, Juan. “Necesitaba seis horas diarias de transformación de hombre a mujer, y no lo llevaba bien. Con el tiempo, lo consideró el personaje más sublime de su carrera”.

La cabina (1972), de Antonio Mercero. “De forma fortuita leyó el guion, llamó a su representante, Gavilán, y le dijo que eso había que hacerlo”. La agenda del actor estaba completa, y López Vázquez soltó el envite: “Lo hago hasta sin cobrar”. Rodaron en un agosto madrileño con mucho calor una decena de jornadas. “Lo pasó mal por el calor, aunque sabía que merecía la pena. Primer Emmy de la historia de la televisión española “y otro espaldarazo en su consideración de actor con todo tipo de recursos”.

Viajes con mi tía (1972), de George Cukor. La leyenda asegura que Cukor se quedó tan impresionado con el actor madrileño que le empujó a hacer carrera en Hollywood. “No es leyenda, pasó así. Y se lo llevó, y se reunió con un comité de Metro Goldwyn Mayer, que le puso delante un cheque en blanco. Mi padre se asustó, se quedó apabullado. Él se debía a su gente, al público español. Y además se definía como ‘perezoso idiomático’. Decidió que en Hollywood no pintaba nada”, explica López Magerus.

Habla, mudita (1973), de Manuel Gutiérrez Aragón. “Mi padre era conservador en sus formas y, sin embargo, apostó cuando pudo por cineastas jóvenes. Ejemplos son Ferreri y Azcona en El pisito o su trabajo con Manuel Gutiérrez Aragón. Se entregó a la nueva ola del cine español. Lo pasaron muy mal en el rodaje en Potes; en cambio, en pantalla se ve una joya”.

Trilogía Nacional (1978-1981-1983), de Luis García Berlanga. Berlanga, que trabajó con López Vázquez en 11 películas, contaba: “Es mi favorito; de todos los actores que han trabajado conmigo, es el que más aportaciones me hizo”. Y la nunca rodada cuarta parte, ¡Viva Rusia!, arranca con Luis José de Leguineche (el personaje que encarnaba José Luis López Vázquez) en un avión llegando a Barajas con un peluquín rubio. Y sigue: “Vuelve de su exilio en Miami. Un grupo de ancianos lleva una pancarta donde se lee ‘Los últimos exiliados saludamos a la España del 92′. Uno, más muerto que vivo, agita una bandera republicana. En la cabina del avión, Luis José vuelve para recoger un montón de revistas sadomasoquistas. Y pone cara de disgusto...”.

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