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Los sueños de un antropólogo llamado Richard Linklater

TCM estrena un documental que refleja la personalidad, obstinada y libre, de uno de los últimos iconos del cine independiente

Héctor Llanos Martínez

"El cine es un universo paralelo para los que rechazan el mundo real; para los que no saben comportarse del modo oficial". La cita, aunque no la ha pronunciado Richard Linklater, bien define su personalidad. La recupera Louis Black en el documental que ha rodado sobre el director y que estrena el canal TCM el sábado 16 de junio.

Ambos se conocieron en Austin (Texas) en los años 80, cuando uno escribía para uno de los periódicos locales y el otro intentaba sacar adelante una de sus primeras películas, Slacker (1991). Desde entonces, Black ha comprobado cómo su amigo se ha pasado toda su carrera saltándose los límites físicos y temporales que marca la industria de Hollywood. Su filmografía se ubica en escenarios improbables, alejados de Los Ángeles y Nueva York, y está repleta de relatos que se prolongan durante décadas como Boyhood.

Los sueños de Richard Linklater, que codirige Karen Berstein, tiene algo de Boyhood, porque Black aprovecha esas vivencias en común para desmenuzar, con imágenes de archivo y documentos personales, la identidad del cineasta. En especial esa forma de crear, obstinada, libre y antropológica, que le ha permitido aspirar a la excelencia artística sin renunciar a la sencillez.

Una lesión en su juventud hizo que cambiara el deporte por la escritura, pasión que luego le colocó tras la cámara. Se compró su primera cámara de Super 8 con el dinero que había ahorrado trabajando en una plataforma de petróleo en el golfo de México. Con ella rodó sus primeros trabajos.

“Es un visionario que controla infinidad de lenguajes narrativos; tan imaginativo que siempre termina encontrando el camino para hacer la película que desea hacer. Si fuera ahora un veinteañero, sería perfectamente capaz de rodar con presupuesto nulo, grabando con un teléfono y publicando en YouTube”, cuenta Louis Black a EL PAÍS a través del teléfono.

Para demostrar que su opinión no es solo cuestión de afecto, el documental recopila testimonios e imágenes de archivo que explican esa necesidad genuina de Linklater por contar historias auténticas sobre personas de verdad, aunque sea desde un mecanismo tan artificial como es el cine.

Fruto de esa imaginación que tanto alaba Black, fundador de uno de los grandes festivales de cine independiente, el South by Southwest (SXSW), son sus dos experimentos con una técnica clásica como la rotoscopia. Fusiona la animación con las imágenes reales y es ha dado forma a Despertando a la vida (2001) y A Scanner Darkly (2006).

En Antes del amancer y sus dos secuelas, Linklater supo darle un giro al romance en el cine, "contándolo con los pies en la Tierra", explica Black. Encontró en Julie Delpy y Ethan Hawke a dos aliados capaces de entender la particular visión del director. Cada nueve años, se encierran durante semanas en una habitación y los tres escriben juntos el siguiente capítulo de la historia de amor de Céline y Jesse. De nuevo, el relato transcurre en tiempo real. "Las dos primeras películas son agradables de ver, pero la tercera se tornó algo más agria, como tantas relaciones amorosas. Hasta donde yo sé, han descartado hacer una nueva película", comenta.

El homenaje en forma de documental de Louis Black, destacado miembro desde hace décadas de la Austin Film Society que fundó Linklater, no se centra tan solo en el director que tan bien conoce. "Es también un reconocimiento a todos esos directores que se han atrevido a tomar el camino más complicado e intentar ser innovadores desde lugares por lo que el cine convencional no apuesta".

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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