Columna

Las vaquillas del ‘Grand Prix’ ya no son para verano

TVE estudia recuperar el programa de Ramón García, pero quizás sea mejor darle una vuelta

No ganamos para disgustos con la pública. En plena era del flashback, RTVE estudia recuperar el Grand Prix. Sí, la nostalgia nos ha llevado definitivamente a un punto sin retorno, y La 1, en pleno éxtasis noventero y centrada en sus abuelos, se plantea en serio que lo único que le hace falta para mejorar su dudosa programación son los zurriagazos, las guerras entre pueblos y ese clásico veraniego de las villas españolas: las vaquillas.

Eso es. Suena la banda del maestro Leiva c...

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No ganamos para disgustos con la pública. En plena era del flashback, RTVE estudia recuperar el Grand Prix. Sí, la nostalgia nos ha llevado definitivamente a un punto sin retorno, y La 1, en pleno éxtasis noventero y centrada en sus abuelos, se plantea en serio que lo único que le hace falta para mejorar su dudosa programación son los zurriagazos, las guerras entre pueblos y ese clásico veraniego de las villas españolas: las vaquillas.

Eso es. Suena la banda del maestro Leiva con movimientos taurinos. Se abren las puertas y sale Paola, "la vaquilla que más mola". Hace 20 años parecía un divertimento infantil e ingenuo, pero en 2017 nadie en su sano juicio colocaría a esa despistada vaquilla en prime time. O eso esperamos. Por suerte, en eso sí hemos avanzado. No queremos dar más material para indignar a Twitter.

Recordamos con cariño la levedad de Grand Prix. Estábamos en la casa de la playa y reíamos a carcajadas acompañados por nuestros abuelos. Ya lo decía su melodía: era "el programa del abuelo y del niño". Ambos éramos felices. Pero no es necesario seguir rebuscando en el pasado, ni pedir que cualquier cosa que nos hizo disfrutar cuando teníamos ocho años regrese, añorando aquel momento en el que todo era más simple. Incluso la televisión del verano. Si queremos ver golpes sin fundamento, la parrilla estival ya cuenta con Ninja Warrior. Piénsenlo, seguro que no hace tanta gracia como entonces.

Ay, el verano televisivo. Esa época que comienza cuando Ana Rosa Quintana se va de vacaciones y llegan en tropel decenas de presentadores a los que solo vemos durante dos meses, sin que pierdan la esperanza de heredar algún día la camiseta titular. Ay, el verano. El momento cuando Telecinco está tan aburrida que programa concursos de preguntas (con dosis de dramatismo) de noche y cuando programas baratos como First Dates logran convertirse en éxitos inesperados. Ay, el verano. Tiempo en el que TVE lanza programas de magia y series ambientadas en peluquerías que podrían haberse emitido hace dos décadas. Pero respiren tranquilos. Al menos no hay vaquillas. De momento.

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