‘Intimidades’, mujer en busca de un hogar imposible

Katie Kitamura describe con precisión la vida de una traductora que solo puede compartir su intimidad superficialmente

La escritora Katie Kitamura, en Roma en julio de 2022.Marilla Sicilia (Mondadori Portfolio / Getty Images)

Esta novela, Intimidades, contiene una narración en primera persona realmente interesante. La mujer protagonista escribe en presente y no dice su nombre. Podría pensarse en un relato de corte personal, quizá autobiográfico, pero lo que la hace tan interesante es la sensación que en todo momento acompaña a la protagonista, una sensación de desarraigo perfectamente adecuada a la distancia con que cuenta su historia; una sensación tratada con una delicada sensibilidad, sostenida por una escritura directa y despojad...

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Esta novela, Intimidades, contiene una narración en primera persona realmente interesante. La mujer protagonista escribe en presente y no dice su nombre. Podría pensarse en un relato de corte personal, quizá autobiográfico, pero lo que la hace tan interesante es la sensación que en todo momento acompaña a la protagonista, una sensación de desarraigo perfectamente adecuada a la distancia con que cuenta su historia; una sensación tratada con una delicada sensibilidad, sostenida por una escritura directa y despojada de adornos, una escritura de refinada precisión.

La mujer, de la que sabemos que vivía en Nueva York, se acaba de trasladar a La Haya, donde ha solicitado y obtenido una plaza como intérprete en el Tribunal Penal Internacional. Nueva York era para ella una ciudad en la que se sentía desorientada tras la larga enfermedad que mató a su padre y la decisión de su madre de refugiarse en Singapur. Ninguno de ellos era neoyorquino de origen y ella se siente anclada a esa ciudad sólo por decisión de sus padres, de ascendencia oriental, y entiende su traslado a La Haya como una suerte de liberación personal, un lugar donde empezar algo. “En esos primeros días en los que la ciudad era un misterio para mí, daba vueltas en tranvía y caminaba durante horas sin rumbo”. En su nuevo destino sólo conoce a Jana, conservadora del Mauritshuis.

Desubicación, incertidumbre, necesidad de afecto y una conciencia de sí misma como una persona desasida es lo que vamos encontrando

Por Jana conocerá a Eline; a su hermano Anton, un librero anticuario, y a Adriaan, con el que inicia una relación cautelosa. Comparte alguna intimidad con las dos mujeres y sólo trato con los dos hombres. En el Tribunal ha de traducir las declaraciones de sus componentes y del reo, un señor de la guerra acusado de crímenes contra la humanidad. La característica de su trabajo es la simultaneidad, lo que supone que traduce antes de pensar; es decir: que toma directamente las voces, en particu­lar la del reo, en su propia voz, y en el caso del reo, la disturba y produce confusión. Esto unido a su desarraigo y el trato más bien distante de sus nuevos amigos o compañeros la colocan en un suelo vital que, al pisarlo, le crea una sensación de ajenidad. Esta sensación es la que la autora se aplica a manifestar con una eficiencia envidiable. Desubicación, incertidumbre, necesidad de afecto y una conciencia de sí misma como una persona desasida es lo que vamos encontrando.

Finalmente, los cargos contra el señor de la guerra, gracias a sus abogados, parece que pueden acabar diluyéndose en la maraña jurídica, y entonces el hecho de haber prestado su voz al reo, una sensación inquietante, le crea a ella una disfunción personal que se agrava con la ausencia de Adriaan, que vuela a Lisboa para resolver sus problemas matrimoniales y deja de comunicarse con ella. También descubre que el librero tiene secretos. Toda su falta de agarraderas se precipita. Adriaan vuelve, pero la vuelta crea cambios en la relación. Entonces a ella le proponen convertir su trabajo en fijo y duda.

Esta es una novela excelente sobre una persona que no pertenece a ningún lugar, que no puede compartir su intimidad más que superficialmente y cuya vivencia esconde la necesidad de encontrar alguna clase de hogar, de reducto humano de compensación y afecto. Y en plena incertidumbre siente que ha de tomar una decisión… que de nuevo ha de moverle el suelo. Lo verdaderamente admirable de la novela es la creación de una desubicación que es mucho más que física y de lugar: es una desubicación del yo. Una desubicación que la autora elabora con una escritura directa y precisa, esencial, obtenida por medio de una capacidad de sugerencia dotada de extrema desnudez y de una delicadeza expresiva admirablemente ajustada.

Intimidades

Autora: Katie Kitamura.


Traducción: Aurora Echevarría.


Editorial: Sexto Piso, 2023.


Formato: tapa blanda (192 páginas, 19,90 euros).

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