Javier Milei arría sus banderas ideológicas y se acerca a China: “Es un socio interesante”
En busca de inversiones para una economía en recesión, el presidente ultra de Argentina anuncia que viajará a Pekín en enero próximo
Sin dejar de proclamar su alineamiento con Estados Unidos, el presidente Javier Milei dio un giro en su discurso respecto de China, en busca de inversiones y reservas para reactivar una economía en recesión. “No voy a hacer negocios con China. No voy a hacer negocios con ningún comunista”, decía hace un año, cuando se encaminaba a la presidencia de Argentina. Doce meses después, su postura frente al segundo destino internacional de las exportaciones del país cambió por completo: “Me sorprendí muy gratamente con China. Es un socio comercial muy interesante, porque no exige nada, lo único que piden es que no los molesten”, declaró este domingo, en una entrevista por televisión. Para que no queden dudas, anunció que viajará a China en enero próximo, cuando aspira a una reunión bilateral con Xi Jinping.
Si bien las relaciones comerciales entre empresas de Argentina y China nunca se detuvieron, desde la asunción de Milei sí se frenaron acuerdos e inversiones que involucraban a ambos Estados. Además de las tajantes definiciones ideológicas de Milei y sus diatribas contra el comunismo, el país tomó decisiones que deterioraron el vínculo, como la negativa a ingresar en el grupo de los BRICS —un gesto hacia los Estados Unidos, al igual que la suspensión de la construcción de una central nuclear con financiamiento chino—. Tampoco colaboraron errores no forzados, como la apreciación de la canciller argentina, Diana Mondino, acerca de que “los chinos son todos iguales”.
Ahora el Gobierno de ultraderecha inició un aparente viraje hacia una recomposición de las relaciones. El domingo, Milei elogió a los chinos como socios comerciales, en particular destacó el acuerdo alcanzado para renovar un swap de monedas —lo que le permitió al país, escaso de divisas, postergar el pago de yuanes por el equivalente a 5.000 millones de dólares—. También afirmó que planea participar, a comienzos de 2025, de una cumbre conjunta entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
“Hay una serie de relaciones en las que China siempre ha obrado eficazmente y ha respondido a los requerimientos que le ha formulado nuestro país en situaciones complejas”, sumó este lunes el jefe de los ministros, Guillermo Francos. “El presidente está reconocido por eso y ha tenido conversaciones con el representante del Gobierno chino”, agregó. Desde el Ejecutivo se dejó saber que la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, la poderosa hermana del mandatario, tiene previsto ir a Shanghái el mes que viene, a la Exposición Internacional de Importaciones.
Detrás del drástico cambio exhibido por Milei hay fuertes datos económicos. En lo que va del año, hacia China se dirigió el 8,8% de las exportaciones argentinas, sobre todo soja, carne bovina y madera. Solo se exportó más a Brasil, que concentró el 16,8% de las ventas al exterior. A su vez, desde China llegó el 17,1% de las importaciones, detrás, también, de Brasil, con el 22,4%.
“Nadie puede desconocer la importancia de China para nuestra economía y para la economía mundial. Si bien había un enfriamiento de las relaciones políticas, los negocios, los intercambios nunca se interrumpieron”, dice Ernesto Fernández Taboada, director del Consejo Argentino Chino y coordinador del grupo China en el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales. Fernández Taboada celebra que el Gobierno haya “recapacitado” y “retomado el acercamiento” con el país asiático y destaca: “Hay 75 empresas chinas en Argentina y esperamos que lleguen más inversiones”.
Después del profundo ajuste aplicado por Milei, con el 52,9% de la población bajo la línea de la pobreza, con un derrumbe del 3,5% del PIB estimado para este año por el FMI, el Gobierno apuesta a la llegada de inversiones extranjeras para salir de la recesión económica y soñar con el fin de las restricciones cambiarias, el famoso “cepo”. Pero los numerosos viajes del presidente a Estados Unidos y Europa para reunirse con empresarios hasta ahora no han dado frutos concretos.
En ese contexto, la restauración de la relación con China podría reactivar el flujo de fondos para, por ejemplo, retomar la construcción de dos represas hidroeléctricas en la provincia de Santa Cruz, paralizadas desde el cambio de Gobierno. Otra versión sugiere que el Ejecutivo buscaría en territorio chino una empresa capaz de suplantar a Petronas en el proyecto conjunto con la petrolera argentina YPF para construir una planta de licuefacción de gas natural. Se trata de una multimillonaria inversión de 30.000 millones de dólares, anunciada como un gran éxito por el Gobierno ultra, pero de la que la firma malaya evalúa retirarse ante la inestabilidad económica y social del país.
“La realidad material está condicionando los posicionamientos ideológicos de Milei y su alineamiento ultra con el Occidente geopolítico, en particular con sus sectores más conservadores”, observa Gabriel Merino, investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de La Plata. “La economía de Asia es el tractor del mundo. Casi el 50% de lo que creció el planeta el año pasado se explica por China e India. Buscar exportaciones o inversiones para dinamizar la economía lleva inevitablemente a retomar el diálogo con China”, dice. Sobre todo, porque “los gestos de Milei en apoyo a la política exterior de Estados Unidos no se tradujeron en grandes inversiones ni en un acuerdo con el FMI”. Merino recuerda que ya le pasó algo similar a Jair Bolsonaro cuando gobernó Brasil (2019-2023): “Arrancó con un discurso furioso contra China y terminó enviando a su vicepresidente a China a decir que los dos países tenían un matrimonio inevitable”.
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