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En el Amazonas, mujeres indígenas juma rescatan a su pueblo de la extinción

Tras la muerte del último hombre y líder de los Juma, parecía que este pueblo amazónico desaparecería, pero Mandeí y sus hermanas tenían otros planes

Mandei, Mayta y Borea Juma, hermanas de la última familia del pueblo indígena, en su territorio, cerca de Canutama, Estado de Amazonas (Brasil), en julio de 2023. Foto: AP | Vídeo: AP
El País

Por la noche, en esta aldea cercana al río Assua, en Brasil, reverbera la selva tropical. Este rincón de la Amazonía está habitada por los Juma, pueblo originario que parecía destinado a desaparecer como otras innumerables tribus amazónicas diezmadas por la invasión europea.

A finales de la década de 1990, la última familia juma que quedaba estaba formada por tres hermanas, Boreá, Mandeí y Maytá, y su padre, Aruká, en ese entonces de unos 50 años. En 2021, Aruká murió de COVID-19, por lo que muchos pensaron que la muerte del “último hombre de su tribu” empujaba a los Juma, una sociedad patriarcal, más cerca de la extinción. Pero las hermanas y su padre tenían otro plan: Mandeí Juma se convirtió en la primera mujer en ser jefa de esta tribu amazónica.

Al principio de sus vidas, los últimos juma fueron trasladados por las autoridades brasileñas en contra de su voluntad a los territorios de los Uru-eu-wau-wau, con quienes Mandeí y sus hermanas tomaron la decisión de casarse, manteniendo el linaje de su pueblo, a pesar de la tradición patrilineal.

Hoy, contra todo pronóstico, el pueblo Juma está resurgiendo en su territorio, a dos horas en barca de la carretera más cercana, su aldea está llena de vida. Sin embargo, su territorio indígena, cubierto de selva amazónica, es amenazado por el acaparamiento de tierras y la deforestación ilegal.

Para protegerlo, unos jóvenes, entre ellos Puré, el sobrino de Mandeí, patrullan el territorio en barco. Utilizan drones donados por Kaninde, una organización indígena sin ánimo de lucro local, para vigilar las zonas más remotas contra leñadores, cazadores furtivos y pescadores.

Las hermanas Juma siguen preocupadas por el futuro de su pueblo. Los 24 habitantes de su aldea siguen siendo muy pocos, y no hay suficientes hombres juma para aumentar su población. Más que nunca, las tres mujeres se preguntan cómo transmitir sus tradiciones a las generaciones venideras.

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