Ansiedad, depresión y rechazo: la herida menos visible de los migrantes
Además de los peligros del camino, los miles de desplazados que cruzan América para tratar de llegar a EE UU cargan con problemas de salud mental como depresión, ansiedad y fuertes sentimientos de culpa
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Cuando José cruzó la selva del Darién, supo que su vida no iba a ser la misma. Y eso que la migración no era un fenómeno nuevo para él. Nacido en Colombia, de joven migró a Venezuela y, con la crisis de ese país, se fue a Ecuador, donde abrió un negocio. Hace unos meses, su hija de 19 años le anunció que se iba a Estados Unidos, en busca del sueño americano. Desesperado, después de un tiempo sin noticias de ella, puso rumbo a México a tratar de encontrarla. Ahí fue cuando le tocó superar el Tapón del Darién, uno de los tramos de selva más peligrosos e impenetrables del mundo que divide Colombia y Panamá.
“Esta historia ilustra bien las dinámicas migratorias en la región, los movimientos mixtos, las desapariciones, la exposición a la violencia, y oportunidades de una mejor vida que luego se truncan y se convierten en otro desplazamiento”, dice en entrevista con América Futura María Cristóbal Alonso, asesora regional de salud mental y apoyo psicosocial para Latinoamérica y Caribe de HIAS, una organización que brinda ayuda humanitaria a los refugiados y que trabaja a ambos lados del Darién, donde pudo entrevistar a José.
El paso de migrantes por esa espesa muralla verde que se conoce como el Tapón del Darién está alcanzando niveles inéditos este año. Se estima que ya lo han cruzado más de 102.000 personas y que al menos 30 han muerto en esa selva en lo que va de 2022. A los peligros que ya viven se le suman la proliferación de medidas restrictivas y punitivas a la movilidad y el cierre de algunas fronteras, lo que, en la práctica, implica orillar más a los márgenes a los migrantes y un aumento de los peligros que enfrentan. “Las personas han optado por caminos más inseguros, donde se ven más expuestos, hay mayor violencia, incluidas las redes de trata, redes de tráfico”, dice Cristóbal Alonso.
En ese entorno hostil, los desplazados cargan con problemas de salud mental como depresión, ansiedad y fuertes sentimientos de culpa por abandonar sus lugares de origen, como advierte la especialista de HIAS, al hablar de las heridas menos visibles de los migrantes. “Estas personas tienen problemas de concentración, no son capaces de dormir, tienen problemas para tomar decisiones, que les impide juntar la energía para levantarse de la cama. Sus posibilidades de sobrevivir o al menos de prosperar se ven muy limitadas”, señala.
El doloroso daño del estigma
A esto debe sumársele el estigma que muchos de ellos enfrentan al cruzar fronteras, el racismo y la xenofobia, como, por ejemplo, se comenzó a ver en México con la proliferación de caravanas de migrantes desde 2019. Los migrantes van sumando así traumas, duelos sin cerrar y daños a su salud mental, quizás los menos visibles en una situación de vulnerabilidad como la que viven, pero problemas al fin y al cabo que deben ser tratados para sanar. “Desde los programas de salud mental y apoyo psicosocial es crucial comprenderlos, identificarlos, explorarlos e investigarlos cuando es posible. Pero también es igualmente importante explorar y comprender la otra cara de la moneda: los factores que contribuyen a la integración de estas personas”, comenta Cristóbal.
La experta señala que el duelo tiene muchos rostros para los desplazados: estrés, confusión e incertidumbre ante la falta de estabilidad, aislamiento e insomnio, además de sentimientos de rabia y culpa por haber tenido que huir de sus países de origen. Pero los recursos disponibles para atenderlos son escasos.
Y pide poner atención en los más vulnerables de todos: los menores de edad. “Para los niños, las niñas y los adolescentes, estos impactos del desplazamiento forzado son mucho más profundos y sobre todo, más duraderos”, dice la especialista de HIAS. La atención psicológica focalizada en ellos y sus familiares más cercanos marcará una pauta distinta en su desarrollo, advierte. “Dentro de la de la estrategia más comunitaria de salud mental, hay apoyo psicosocial, promover el apoyo mutuo, los mecanismos de afrontamiento que la comunidad usa para sanar, para recuperarse, para salir de la adversidad”, reflexiona.