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Así se gestó la salida de Alejandro Gaviria del Gobierno de Gustavo Petro

En la primera crisis de Gabinete, tras un semestre en el poder, salieron también las ministras de Deporte y Cultura

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, anuncia la salida de los ministros de Educación, Alejandro Gaviria; Cultura, Patricia Ariza, y Deporte, María Isabel Urrutia, este lunes.Foto: Presidencia de Colombia | Vídeo: EPV
Juan Esteban Lewin

La primera crisis de Gabinete de Gustavo Petro, como cualquier crisis, estalló tras una gestación visible solo en parte. La decisión del presidente de sacar a tres de sus ministros este martes es un capítulo, uno particularmente sonoro, de la tensión que produce su apuesta por una reforma sanitaria con cambios profundos al sistema que ha construido Colombia durante tres décadas. Que el presidente decidiera relevar al ministro más crítico de esa propuesta, Alejandro Gaviria, y que lo hiciera justo en este momento, marca el derrotero de una reforma que probablemente defina el futuro del Gobierno.

Cuando Petro incluyó a Gaviria en su Gabinete como ministro de Educación, la decisión se valoró como un gesto de apertura política, de recibir a los diversos. Venían de enfrentarse en la campaña presidencial, en la que Gaviria buscó la candidatura de una coalición de centro que competía con la izquierda. Aunque Petro lo elogiaba entonces, y llegó a decir que era el más inteligente de los competidores, estaban en orillas claramente opuestas. Gaviria venía de ser rector de la más prestigiosa universidad de élite privada, Los Andes, y antes había sido por seis años ministro de Salud de Juan Manuel Santos.

Luego Gaviria lo apoyó para la segunda vuelta, ayudó a reducir el miedo a un inédito Gobierno de izquierda y un sector del centro terminó votando por Petro. Eso no es menor: aunque las campañas no son ecuaciones, la suma de los votos que habían obtenido su rival en el ballotage, Rodolfo Hernández, y el candidato más a la derecha y más antipetrista en la campaña, Federico Gutiérrez, eran más que los de Petro y todas las demás opciones.

Ya en el Gobierno, la reforma a la salud fue un fantasma permanente. Anunciada por Petro desde la campaña, su designación de la médica Carolina Corcho como ministra de Salud le dio un cariz más radical y claro. La actual ministra ha sido una fuerte crítica del sistema, y especialmente de la función de las afiliadoras y aseguradoras, las Entidades Promotoras Salud (EPS), a las que acusa de ver la salud como un negocio y no un derecho, y de negar sistemáticamente el acceso a los ciudadanos. Gaviria ha defendido la necesidad de que haya competencia entre aseguradores y de que haya un actor en el sistema con la capacidad y el incentivo de ser un “comprador inteligente” de procedimientos, medicamentos y servicios.

Incluso en 2021, cuando Gaviria lanzó su aspiración, Corcho dijo en su cuenta de Twitter que si no lo presionaban a virar su visión, sería “un duro candidato de las EPS a la Presidencia de Colombia”. Poco después, en un análisis del desempeño de Gaviria como ministro, profundizó en esas críticas. “Si uno tuviera que caracterizar el grueso de la gestión de Alejandro Gaviria en el sistema de salud, uno podría calificarlo como el logro de una sofisticada gestión tecnocrática para atornillar, en una serie de actos administrativos y medidas, la salud como negocio y mantener a toda costa las EPS como intermediarias del sistema con flexibles exigencias de regulación”, escribió. ”Errar es de humanos, pero persistir en convicciones erróneas es inaceptable moralmente en un momento de crisis social, económica y humanitaria que reclama cambios reales y profundos.”

La tensión era latente. Mientras el Gobierno se acomodaba, y el presidente priorizaba en su estrategia de cambio una reforma fiscal que daba recursos a todos los sectores, podía pasar desapercibida. Pero cuando se hizo claro que la reforma a la salud iba a estar entre las prioridades para el primer semestre de 2023, y que la ministra la estaba construyendo de acuerdo a su visión en las antípodas de la de Gaviria, aumentó. Fue entonces que el ahora exministro escribió un documento con sus reparos a la propuesta, que expuso en un consejo de ministros a fines de enero y que luego fue filtrado.

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El documento mostraba su distancia, que se ha revelado insalvable, frente a la reforma. “Todo esfuerzo reformista debe empezar por un diagnóstico, por un análisis de lo que funciona y no funciona, por una evaluación de las capacidades instaladas (nunca se comienza de cero) y las heterogéneas realidades territoriales”, apuntaba en el arranque de sus reflexiones. “Eso no ha ocurrido con la reforma a la salud que ahora se propone. El diagnóstico no es claro. Pareciera insinuar que todos, o la mayoría de los problemas se originan en la administración (privada o no pública) del sistema. Como si eliminar las EPS fuera una solución a los problemas de insostenibilidad financiera, corrupción y desigualdades territoriales. No es así. Los problemas financieros existen en todos los sistemas de salud. Los sistemas públicos europeos están al borde de la quiebra”.

Los rumores de su renuncia empezaron a correr. Él negó, públicamente, que fuera a salir, e insistió en el debate. Fueron varias reuniones de discusión. Algunos en un comité estratégico de alto nivel del Gobierno en el que estaban él, los ministros de Interior, Alfonso Prada, y Ambiente, Susana Muhammad; el secretario de Presidencia, Mauricio Lizcano, el Consejero de regiones, Luis Fernando Velasco, y la secretaria privada del presidente, Laura Sarabia. También en el Consejo de Ministros. El tiempo corría y la tensión aumentaba.

Llegó a un punto muy alto cuando la ministra Corcho presentó el borrador del proyecto a sus colegas, el jueves 9 de febrero. Eliminaba las EPS y creaba un sistema en el que el Estado administra todos los recursos, asegura la salud de los colombianos y audita y revisa las facturas que le envían los prestadores de salud, las clínicas y profesionales.

Ese día, Gaviria y otros tres miembros del Gabinete presentaron una carta de duros cuestionamientos al borrador. El grupo incluye también a los ministros de Hacienda, José Antonio Ocampo; Agricultura, Cecilia López, y al director del Departamento de Planeación Nacional, Jorge Iván González. Entre otras, advertían sobre el impacto fiscal de la iniciativa e insistían en que se debe mantener un modelo mixto de aseguramiento en salud. De los cuatro, Gaviria era el más distante ideológicamente a Petro, el único que había participado en Gobiernos de los que el presidente fue opositor, el único que había sido ministro de Salud.

La existencia de ese documento se rumoró desde la semana siguiente. La tensión aumentó. El presidente radicó el proyecto, que para Gaviria tenía muy pocos ajustes y que dejó a las EPS teóricamente con vida pero muy debilitadas, convocó a marchas para respaldarlo, lo defendió desde el balcón del palacio presidencial. La ministra López explicó que efectivamente habían argumentado, que a su juicio el documento había mejorado y que es usual en los Gobiernos que haya discrepancias que ayuden a mejorar las propuestas. ”Hicimos lo que toca”, dijo entonces. La pelota parecía haber salido del Gabinete para quedar en los partidos con representación con el Congreso.

Pero entre este domingo y este lunes revivió el choque. Primero la revista Cambio reveló el documento de los funcionarios, a pesar de que ninguno de los firmantes había querido hacerlo público hasta entonces. La mañana del lunes, el presidente confirmó su autenticidad. Argumentó que no hizo caso omiso de las críticas, que se ajustó el borrador gracias a ellas y que el Ministerio de Hacienda había revisado el cuadro de costos de la reforma, por lo que el argumento de su carga fiscal ya no era válido. Mostró una tabla de costos diferente a la del documento filtrado. Horas después, también el lunes, el ministro Ocampo públicamente refrendó que los costos revisados eran los válidos: ante un comunicado conjunto de los ministerios de Salud y Hacienda, dijo vía Twitter: “Este es el acuerdo actual del Gobierno sobre los costos de la reforma a la salud”.

Los lunes suele haber consejos de Ministros. Gaviria fue convocado a la Casa de Nariño a una reunión que sería posterior a la del presidente con las cabezas de los partidos de su coalición de Gobierno. A la salida de ese primer encuentro, Petro habló en redes sociales, y se refirió a la reforma: “Hemos acordado que los presidentes de los partidos nos traerán propuestas para los artículos que consideren deben ser modificados. En la democracia la diversidad es vital, la búsqueda en medio de esa diversidad de consensos ha sido un principio del Gobierno”. El tono era de serenidad, no de tensión.

Poco después le avisó a Gaviria de su salida. Pasados pocos minutos hizo una alocución presidencial, que ya había anunciado. “En democracia, la diversidad de opiniones es un valor que yo comparto plenamente”, fue su primera frase. “Estamos en un momento decisivo para nuestras reformas y necesitamos más cohesión y determinación.” dijo más adelante. “Agradezco los servicios prestados por los ministros Alejandro Gaviria, María Isabel Urrutia y Patricia Ariza, Con sus aportes han contribuido a enriquecer el debate y a iniciar los cambios por los que votó el país. Y los invito a que desde el lugar donde estén nos ayuden a construir este pacto social”, dijo casi al cierre. “Seguiremos buscando consensos y acuerdos para consolidar y profundizar nuestras reformas. Mi gabinete y yo como Presidente de la República seguimos comprometidos en sacar no solo las reformas, sino unas reformas que mejoren sustancialmente la vida de todos los colombianos y colombianas”.

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Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.

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