Análisis

La generación Z quiere salir temprano del trabajo. Y eso también es progreso

A menudo vemos decadencia en transformaciones que son un salto adelante

Grupos de jóvenes en Barcelona, el pasado mes de julio.Enric Fontcuberta/EFE (EFE)

Se dice que los jóvenes ya no quieren trabajar duro. El tío de Rafael Nadal ha explicado así el éxito de su sobrino: los tenistas que llegaron después desdeñaron el esfuerzo, ha venido a decir. Otros se quejan de su actitud: “Llegan el primer día de trabajo preguntando por la hora de salida”. Ven una señal de decadencia civilizadora en que la generación Z quiera salir temprano de la oficina. ¿No es absurdo esta reacción? Soy el primer perfeccionista, y disfruto con mi trabajo, pero no seamos lo...

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Se dice que los jóvenes ya no quieren trabajar duro. El tío de Rafael Nadal ha explicado así el éxito de su sobrino: los tenistas que llegaron después desdeñaron el esfuerzo, ha venido a decir. Otros se quejan de su actitud: “Llegan el primer día de trabajo preguntando por la hora de salida”. Ven una señal de decadencia civilizadora en que la generación Z quiera salir temprano de la oficina. ¿No es absurdo esta reacción? Soy el primer perfeccionista, y disfruto con mi trabajo, pero no seamos locos. Querer una vida sin tu empleador es lógico y saludable. No es síntoma de ningún retroceso, sino lo contrario: una señal de progreso.

Como escribió hace poco Marta García Aller, quizá los pringados sean esos jefes que trabajan 60 horas.

Pongo este caso como ilustración de un patrón paradójico. Donde algunos ven una involución, señales de que nos encaminamos hacia el fin, a menudo lo que hay son avances. Pongo otros ejemplos.

  • Los suicidios se han convertido en la primera causa de muerte externa, pero no tanto porque aumenten —su registro ha subido un 15% en dos décadas—, sino porque en ese periodo los accidentes de tráfico se han reducido a una cuarta parte.
  • Miramos con desconfianza a la inteligencia artificial por temor a que haga innecesarios ciertos empleos, pero ¿no es un viejo sueño acabar con el trabajo? Si esta tecnología resulta transformadora, habrá perdedores que es justo proteger y riquezas que es justo distribuir. No obstante, es también evidente que automatizar tareas trajo bienestar y ocio en el pasado. Las personas juegan más con sus hijos desde que la ropa se lava sola.
  • La salud mental nos preocupa más que nunca, pero las crecientes tasas de ansiedad —por ejemplo— también son el reflejo de una mayor conciencia: algo está cambiando —a mejor— para que demos el mismo estatus a la salud mental y física.
  • ¿Ves un retroceso en que haya vegetarianos porque sientes que van contra tu tradición? En realidad, son la prueba de que más gente piensa en el bienestar animal.
  • Pensamos en los riesgos de la inteligencia artificial, pero ¿y su potencial? El ejemplo anterior me lo sugirió ChatGPT y lo hice mío. Como también los dos siguientes: pensó en ellos antes que yo, facilitando mi trabajo y mejorando este texto.
  • Vemos lo digital como una fuente de distracciones, olvidando que (muchas veces) distraerse es una virtud. Viajas en el metro hablando con amigos en lugar de perdiendo el tiempo.
  • En las sociedades opulentas el consumo se ha disparado; las bolsas de plástico contaminan los mares y las luces de la ciudad contaminan los cielos. Muchos deberíamos poseer menos cosas. Pero una parte de todo ese consumo es consecuencia de haber mejorado la vida de millones de personas.
  • Se ha retrasado el día de tener hijos, y entre los motivos hay algunos forzosos: es caro, no tienes con quién dejarlos y penalizará tu vida laboral. Pero en las encuestas también repetimos otra razón de elección: muchos veinteañeros no quieren tener hijos todavía. Vivimos vidas más largas.
  • Otras veces nos empuja la inercia. Hoy muchas parejas surgen de buscarse en internet, escogiéndose y luego citándose; y quizá tienes la pulsión de sentir que eso es peor que conocerse en el trabajo o en un bar. Si es así, piensa fríamente: ¿Por qué?

No espero que estéis de acuerdo con todos estos ejemplos. Algunos son juicios personales, quizá equivocados. Pero creo que hay algo útil en este ejercicio. Cuando veas a alguien señalar un retroceso, o cuando tú mismo sientas que estás delante de uno, trata de abrir tu mirada: a veces verás una corriente positiva pasando muy cerca.

Otras historias

🤖 1. ChatGPT es solo el principio. Como os anticipé en el boletín de la semana pasada, el domingo publicamos una historia a fondo sobre cómo la inteligencia artificial se lanza a reorganizar el mundo.

💶 2. Bizum triunfa en España. El consorcio de pagos instantáneos ya lo usa el 36% de españoles, tanto como el pago por transferencia (37%) y más que desde el móvil (19%) o con PayPal (16%). Todo el mundo usa efectivo y todavía un 16% no usa tarjetas de crédito. Son datos de Ipsos que vi en Mixx.io.

💬 3. Mario Vargas Llosa: “No me arrepiento de nada”. Me interesó la entrevista de Manuel Jabois con el escritor hispanoperuano: “Yo sufría muchísimo escribiendo y, al mismo tiempo, quería mejorar. Mi estilo era muy primitivo. Necesitaba mejorarlo. En el periódico eso era imposible, porque había que entregar inmediatamente los papeles. Yo he sufrido mucho con el estilo. Y, además, siempre que me sentaba a escribir, me decía: tienes que suprimir los adjetivos. Eso es lo importante: que no haya adjetivos”.

🦠 4. ¿Un ataque homófobo contra la serie Last of us? La serie de HBO basada en el videojuego del mismo nombre está siendo muy bien recibida por críticos y espectadores. Este lunes se emitió el tercer capítulo, que se desvía de los protagonistas para hacer un retrato casi costumbrista, en un mundo postapocalíptico, de una feliz pareja homosexual. El capítulo es brillante, resuena y es coherente con el videojuego, pero en algún lugar de internet un grupúsculo ha decidido atacar el capítulo y bombardearlo con malas puntuaciones. Mi consejo es que lo veáis.

🎙️ 5. Más charlas. Estuve en el podcast de Joan Tubau. Son dos horas de charla —aviso—, pero lo pasé realmente bien. Hablamos de sesgos, de libros, de cómo tomar decisiones y de por qué tantos amigos —de los especiales— se hacen antes de cumplir los 30.

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