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El ‘factor Putin’ irrumpe en la campaña entre Clinton y Trump

La campaña de la candidata demócrata y varios expertos ven la mano de Rusia en la filtración de correos electrónicos sobre el funcionamiento interno del Partido Demócrata

Marc Bassets
Una pintada a favor de Bernie Sanders, en Filadeldia
Una pintada a favor de Bernie Sanders, en FiladeldiaREUTERS

La Rusia de Vladímir Putin ha entrado con fuerza en la campaña electoral de EE UU. El robo y publicación de miles de correos electrónicos internos del Partido Demócrata reventó este lunes el inicio de la convención que elegirá a Hillary Clinton como candidata a las presidenciales de noviembre. Los demócratas y varios expertos atribuyen la operación al espionaje ruso. Si se confirmasen las teorías, sería la primera vez que Rusia interfiere tan claramente en el proceso electoral norteamericano. La afinidad entre Putin y Donald Trump es conocida.

El caso de los e-mail del Comité Nacional Demócrata (DNC, en sus siglas inglesas) ya ha costado el cargo a su jefa, la congresista Debbie Wasserman Schultz. Ha trastocado el inicio de la convención del partido en Filadelfia, que esta semana proclamará candidata a Hillary Clinton. Ha desatado teorías, sustentadas por varios expertos independientes, de que Rusia está detrás de la operación. Y ha puesto el foco en los vínculos de Putin con Trump.

“Si resulta cierto, esto sería un punto de inflexión. Que Rusia pueda estar interfiriendo en unas elecciones presidenciales estadounidenses es profundamente preocupante”, dijo en Filadelfia Jake Sullivan, asesor de política exterior de Clinton.

La sospecha del campo de Clinton es que Rusia intenta debilitar a Clinton exponiendo las maniobras del Partido Demócrata y, de esta manera, influir en las elecciones en favor de Trump y contra Clinton.

El FBI abrió una investigación sobre la posible intervención de las agencias de inteligencia rusas en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. “Nos tomamos muy en serio una acción de este tipo, y el FBI continuará investigando y pidiendo cuentas a quienes supongan una amenaza en el ciberespacio”, dijo el FBI, la Oficina Federal de Investigaciones, en un comunicado.

Los correos entre responsables del DNC —la central del partido, el organismo que actúa como secretariado— revelan que algunos de sus jefes actuaron a favor de Clinton en el proceso de elecciones primarias que la enfrentó al senador Bernie Sanders. Clinton ganó la nominación, tras cinco meses de primarias, con más de tres millones de votos de ventaja. Pero Sanders y sus partidarios siempre sospecharon que el DNC no había cumplido con su papel de árbitro neutral.

Espías

La campaña de Clinton ha apuntado a Rusia como responsable del robo y distribución de información. Varios expertos independientes señalan a las agencias de espionaje FSB (heredera del KGB) y GRU (espionaje militar). Los partidarios de Trump descartan cualquier implicación.

“Desde nuestro punto de vista, la evidencia forense es bastante importante", dice desde Silicon Valley Jaime Blasco, vicepresidente y científico jefe de Alien Vault, empresa puntera en ciberseguridad. Blasco ratifica las conclusiones de las empresas Crowdstrike y Mandiant. La primera detectó en junio que dos grupos de piratas informáticos asociados a los servicios de espionaje rusos habían entrado en los ordenadores del DNC. El viernes, Wikileaks publicó más de 19.000 correos internos de los demócratas.

Blasco explica que el software maligno que se utilizó para entrar en el Partido Demócrata lo habían usado los mismos hackers en otras ocasiones. Más indicios: “Todos los correos que se robaron”, dice, “se enviaron a ciertos servidores” que ya “fueron utilizados en otros ataques que se atribuyeron al mismo actor en Rusia”.

El ataque también tiene en común con otros el uso de contraseñas y claves internas. Blasco explica que “las mismas herramientas y parte de la infraestructura” se usaron para atacar al Parlamento alemán. Un ataque atribuido a los rusos.

“Uniendo todas estas piezas, la evidencia de que los servicios de inteligencia rusos están detrás de esto es muy grande”, concluye.

Las afinidades de Trump

No hay pruebas concluyentes de que el Gobierno ruso y Putin estén implicados, pero la conexión es notoria. El magnate Trump, que ha mantenido vínculos empresariales con Rusia, es admirador declarado de Putin, y ha sugerido que, si Rusia ataca a un aliado de la OTAN, EE UU no se sentirá obligado a defenderlo. Paul Manafort, el jefe de la campaña de Trump, fue consultor del antiguo Gobierno prorruso de Ucrania. En la convención republicana de la semana pasada, los partidarios de Trump lograron eliminar una petición de armar a los ucranios contra Rusia.

“Está claro que, aunque Hillary Clinton fue la administradora del desastroso reset con Rusia [el reinicio de las relaciones con Moscú cuando Clinton era secretaria de Estado], Donald Trump tiene una debilidad por los hombres fuertes, incluso por hombres fuertes con apetito de conquistar a sus vecinos. Una elección fácil para Putin”, dice por correo electrónico Danielle Pletka, vicepresidenta para estudios de política exterior y de defensa en el laboratorio de ideas conservador American Enterprise Institute.

Lo llamativo de la sintonía entre Trump y Putin es que el primero lidera el Partido Republicano, que tradicionalmente ha sido el más duro con la URSS y después con Rusia. Durante la Guerra Fría los republicanos sembraban sospechas de que elementos del Partido Demócrata simpatizaban con los rusos. Los papeles se han invertido.

Pletka no recuerda precedentes de una implicación semejante de Rusia en la política de EE UU. “No hay precedentes graves de interferencia directa”, dice. “Obviamente, la Unión Soviética tenía sus espías y agentes en EE UU, que tenía preferencias por un partido sobre otro, pero tan descarado… No puedo pensar en un caso, si la acusación es cierta”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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