Alarma en Turquía tras varios ataques contra mujeres armenias
Los asaltos se han producido en el barrio de Samatya en Estambul Los armenios siguen una forma de cristianismo ortodoxo en un país con más del 90% de musulmanes
El pasado 28 de diciembre, Maritsa Kucuk fue encontrada asesinada en su casa en un barrio de Estambul. La mujer, que tenía 84 años y era de origen armenio, había sido apuñalada varias veces y el o los asaltantes le habían dibujado una cruz en el pecho, según contaron vecinos y familiares de la víctima a la prensa local.
Un mes antes, Turfanda Asik, de 87 años y también de origen armenio, recibió una paliza en su casa. Estuvo hospitalizada durante dos semanas y acabó perdiendo la vista en un ojo debido a las heridas. Y hace tan solo unos días, el 22 de enero, un enmascarado atacó en la calle a otra mujer armenia, Sultan Aykar, de 83 años, quien también ha perdido la vista en un ojo. Entre medias, otra anciana armenia fue salvada por transeúntes de tres desconocidos que según ella querían secuestrarla.
Todos estos ataques ocurrieron en Samatya, un barrio de Estambul donde una parte importante de la población es de origen armenio. Por el momento, la policía ha filtrado que considera los crímenes como actos independientes. Y las pocas declaraciones oficiales por parte de miembros del Gobierno han ido también en esa línea.
"Policías dijeron anónimamente a los periódicos que 'estos ataques no son racistas ni organizados sino simples robos', pero eso es mentira, hemos hablado con los familiares de las víctimas y es seguro que no se trató de robos", dice con indignación Ayse Gunaysu, de la Asociación turca de Derechos Humano (IHD, en turco).
Los armenios, que siguen una forma de cristianismo ortodoxo como religión, forman una pequeña minoría en Turquía. Griegos y asirios son otras de las minorías étnicas en este país, donde entre el 70% y el 75% de la población es étnicamente turca y alrededor del 20% es kurda, en ambos casos de religión musulmana.
"Grupos minoritarios como los kurdos, los armenios (y otros) aún se enfrentan a una represión sistemática en la Turquía actual", denunciaba la ONG Grupo Internacional de Derechos de las Minorías en su informe más reciente sobre este país, de noviembre de 2011. "Las actitudes y leyes turcas sobre las minorías han progresado considerablemente en la última década, pero aún quedan por delante muchas reformas para que el código y las prácticas legales lleguen a estándares internacionales".
"En Turquía hay un discurso del odio, no solo contra los armenios, también contra otras minorías. Si los líderes políticos provocan cada día a la gente en televisión, por supuesto que habrá algunas personas que saldrán a la calle y harán algo", analiza Aris Nalci, editor jefe de la revista turco-armenia Agos. "Estos crímenes están relacionados con ese discurso del odio".
Turquía tiene un oscuro historial de actos de violencia contra algunas de las minorías del país. Fue el Imperio Otomano, antecesor histórico de Turquía, quien llevó a cabo uno de los primeros genocidios de la historia moderna entre 1915 y 1923, precisamente contra la población armenia en su territorio. Se estima que entre 600.000 y 1,8 millones de personas murieron. Actualmente, el Gobierno turco admite los hechos, pero no reconoce que se los califique de "genocidio".
Gunaysu dice que, hace unos meses y también en Estambul, un taxista golpeó y echó del coche a una mujer tirándole del pelo cuando se dio cuenta por su acento de que era armenia. Y tanto él como Nalci recuerdan los dos casos más prominentes contra miembros de esta minoría: el de Sahin Balikci, un joven militar asesinado el 24 de abril de 2011, el día en que se conmemora el genocidio armenio. Y el de Hrant Dink, un conocido periodista que también escribía en Agos y además era un activista por los derechos humanos. Dink, que defendía la reconciliación entre turcos y armenios, fue asesinado a tiros por un nacionalista turco en enero de 2007.
Hay quien comenta que esta serie de ataques contra mujeres armenias podría estar relacionada con la proximidad del primer centenario del genocidio. "No creo que sea así. Además, si ese fuera el caso, precisamente debilitaría la versión turca y no ayudaría a poner fin a las reivindicaciones armenias", comenta el arzobispo Aram Atesyan, líder en funciones del Patriarcado Armenio de Constantinopla, la principal iglesia armenia en Turquía.
Atesyan se muestra conciliador y afirma que desde su institución están en contacto con la policía desde el primer momento. "Están investigando los incidentes minuciosamente y nos aseguran que ya están cerca de la solución. Las autoridades no quieren crear un clima de pánico, naturalmente, y además primero quieren comprobar las posibilidades de que hayan sido crímenes ordinarios y robos".
Esta serie de sucesos llega en un momento en que el Gobierno y Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en kurdo) han iniciado conversaciones para poner fin a un conflicto armado que dura desde 1984 y ha costado la vida a más de 40.000 personas. Diputados nacionalistas en la oposición han criticado este proceso en el Parlamento y las fuentes consultadas mencionan que, detrás de los ataques contra las mujeres kurdas, podría haber elementos ultra-nacionalistas.
"Estos asaltos han ocurrido en unos días en que el nacionalismo turco se siente 'herido'", señala en este sentido Eren Keskin, una prominente abogada defensora de los derechos humanos y vicepresidenta de IHD.
Hace unos días, la policía sí pudo detener la presunta planificación de un crimen de tintes religiosos. El pasado 15 de enero, 14 personas fueron arrestadas acusadas de planear los asesinatos de un pastor cristiano protestante y de sus feligreses en la localidad de Izmit, a unos 90 kilómetros de Estambul. La prensa local ha relacionado estos sucesos con una serie de atentados contra minorías no musulmanas en Turquía entre 2006 y 2007 y que supuestamente habrían sido llevados a cabo por una red criminal ultra-nacionalista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.