Aisha Gadafi rompe el silencio pactado con las autoridades de Argel
La hija del líder libio, refugiada en Argelia, ensalza a su padre y arremete contra las nuevas autoridades de su país
Tenía sus primeras contracciones de parto, se disponía a cruzar la frontera de Argelia para exiliarse, pero no se aguantó e hizo allí mismo, en pleno desierto, una última declaración: "Que los occidentales y sus mercenarios tomen nota: Aisha Gadafi no se doblegará nunca ante su conspiración del mal". Acaba ahora de cumplir su promesa poniendo en aprietos al país anfitrión.
Tras hacerles esperar 12 horas en el puesto fronterizo de Tinalkoum, bajo un sol de plomo, el propio presidente Abdelaziz Buteflika dio, el 29 de agosto, el visto bueno para que entrasen en Argelia Aisha, de 35 años, otros dos hijos de Gadafi, Hanibal y Mohamed, y Safia, la segunda esposa de Gadafi. En total eran unas treinta personas entre las que figuraban numerosos niños. Habían llegado hasta aquel remoto lugar del desierto en un autobús y un vehículo Mercedes.
Ese mismo día Aisha dio a luz a una hija que nació allí, en la frontera, "sin asistencia médica", según informó el embajador de Argelia ante la ONU, Mourad Benmehidi, en una carta enviada al Consejo de Seguridad. Era el cuarto hijo de Aisha aunque uno de ellos falleció en Trípoli, durante la guerra, donde también murió su marido y primo, el coronel Ahmad Gadafi.
Poco después del parto madre e hija fueron trasladadas al hospital de Djanet, en el sur de Argelia, para someterse a una revisión médica. Todos los Gadafi refugiados siguen aún en esa ciudad sahariana, a 2.200 kilómetros al sur de Argel, alojados en una residencia de una gran empresa pública argelina.
Aquel recibimiento sentó mal a las nuevas autoridades de Libia, el Consejo Nacional de Transición. "(...) todos los países deben comprender que salvar a la familia Gadafi no es una iniciativa que vayamos a celebrar", declaró su portavoz, Mahmoud Chamman. "Es muy imprudente". "Queremos que esas personas vuelvan aquí", concluyó.
El Gobierno argelino dio todo tipo de explicaciones públicas. "Es un caso humanitario y se la ha dado un trato similar al de otros casos humanitarios", señaló el primer ministro argelino Ahmed Ouyahia. De paso Argel dejó claro que en ningún caso aceptaría a Moamar el Gadafi como refugiado.
Aunque Trípoli ya estaba en manos de los rebeldes libios, Argelia se resistía entonces a reconocer al CNT como la nueva autoridad legítima. Lo hizo, por fin, de una manera un tanto alambicada, el pasado jueves al publicar un comunicado manifestando su deseo de trabajar "estrechamente" con la nueva Libia.
Dos días después de este reconocimiento de facto, Aisha ha roto el pacto suscrito con sus anfitriones: no inmiscuirse en la vida política Libia. Cuando los rebeles están a punto de tomar Sirte y Bani Walid, los dos últimos bastiones de Gadafi, la hija hizo, en la noche del viernes al sábado, una arenga a través de Al-Rai, la televisión vía satélite siria, el canal de comunicación que también utilizan su padre y su hermano Saif.
"¡Estad tranquilos!", les dice a los libios. "Vuestro gran líder está bien, sigue armado y lucha en diversos frentes". A continuación llama al "pueblo a resistir" y arremete contra los dirigentes árabes, empezando por los de Qatar, y contra tres de los máximos responsables del CNT a los que llama "traidores" por "haber roto su juramento de lealtad" al régimen de Gadafi. Sus palabras no habían suscitado reacción alguna de las autoridades argelinas.
Aisha Gadafi tiene una doble formación. Es abogada, fue incluso defensora del dictador iraquí Sadam Husein, y militar. Alcanzó el rango de teniente coronel del Ejército libio. Fue también nombrada embajadora de buena voluntad por el Programa de Desarrollo Humano de la ONU que le retiró el título en febrero pasado.
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