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El 'abuelo Gadafi', jugando con sus nietos en un vídeo

Salen a la luz imágenes inéditas del dictador libio con su familia en la residencia de Trípoli

El rey está desnudo. Tras la caída del régimen de Muamar el Gadafi, empiezan a salir a la luz testimonios gráficos sobre la vida del coronel y de su familia que revelan todo tipo de detalles sobre la casta que ha dirigido el país durante 42 años. El último en conocerse es un vídeo obtenido por la agencia Reuters donde se ve al líder libio jugar con sus nietos en el interior de una jaima, su querida tienda beduina.

En el vídeo, rodado en 2005, Gadafi aparece totalmente relajado, despeinado y luciendo un chándal blanco que contrasta con la dura imagen de líder militar que había marcado su dictadura. En las imágenes se ve cómo Gadafi se deshace en carantoñas con sus nietos, con los que bromea y con los que comparte gestos tan comunes como el de darles de comer.

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Pero al no tratarse de un normal abuelo, sino de un dictador, el dialogo familiar asume tintes surrealistas. El coronel le pregunta repetidamente "¿no me quieres?" a su nieta, que le contesta con firmeza "no". "¿Entonces me odias?, ¿No soy bueno? y ¿No soy dulce?" replica el coronel, que antes era conocido como el Querido Líder, apodo que compartía con dictadores de otros países.

Las escenas se grabaron en su famoso complejo presidencial de Bab al Aziziya, en Trípoli, que recientemente ha sido conquistado por los rebeldes, hito simbólico de la caída del régimen. Además de un bunker, en Bab al Aziziya Gadafi tenía también un cuartel militar y lo había convertido en la base principal de su reino y en su residencia. En ella, toda la familia Gadafi contaba con instalaciones para banquetes y otros eventos públicos y era el símbolo de su poderío y riqueza, a espaldas de un país entero reprimido y abandonado a su suerte durante cuatro décadas.

Imagen del vídeo de Muamar el Gadafi, mientras juega con su nieta en la residencia de Bab al Aziziya, en Trípoli
Imagen del vídeo de Muamar el Gadafi, mientras juega con su nieta en la residencia de Bab al Aziziya, en TrípoliREUTERS

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