España encabeza las presiones para que el director del FMI dimita
El organismo asegura que no tiene inmunidad judicial.- Salgado: "Espero que Strauss-Kahn use su mejor criterio; otras veces no lo ha hecho"
Los cambios en el Fondo Monetario Internacional (FMI) suelen producirse como en un Kabuki -el teatro japonés tradicional-, a cámara lenta. Pero no con Dominique Strauss-Kahn. Arrecian las presiones para que el director gerente del FMI, en prisión por una presunta agresión sexual a una camarera en un hotel de Manhattan, renuncie a su puesto de forma fulminante. Por tierra, mar y aire: desde el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), desde Europa y desde los países emergentes. La vicepresidenta y ministra de Economía y Finanzas española, Elena Salgado, ha sido una de las voces más directas contra el director del Fondo. "Hay que confiar en que en este caso al menos Strauss-Kahn utilice su mejor criterio. En otros no parece que lo haya hecho", afirmó este martes a la salida de una reunión en Bruselas, donde calificó de "extrema gravedad" las acusaciones y añadió que su solidaridad "está con la mujer que ha sufrido la agresión, si efectivamente ha sido así".
Al menos media docena de políticos en Europa utilizaron un tono parecido, quizá algo más rebajado. Junto a Salgado, la ministra austriaca Maria Fekter fue una de las más claras sobre una eventual dimisión: "Una vez que le ha sido denegada la fianza, debería darse cuenta de que está dañando a la institución". El propio FMI ha ejercido este lunes una presión indirecta al aclarar que la inmunidad de su director "es limitada e inaplicable en este caso", dijo el portavoz del Fondo, William Murray.
Pulso por la sucesión
El cerco se estrecha. A pesar de que Strauss-Kahn ha negado los cargos, se le considera un cadáver político en Francia y un problema para la economía internacional por el papel clave del Fondo -y del propio DSK- en la crisis fiscal europea y en la búsqueda de una solución para los desequilibrios mundiales, que en resumidas cuentas consisten en que algunos países -y en particular China- ahorran demasiado y otros -Estados Unidos- deben dejar de consumir tanto para empezar a ahorrar.
El pulso por la sucesión de Strauss-Kahn se libra entre Europa y los emergentes, a la espera de que Estados Unidos se pronuncie. China ha entrado en liza: Jiang Yu, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, no quiso entrar en detalles, pero expresó claramente que los deseos de la segunda potencia económica del mundo pasan por un nuevo liderazgo del Fondo que deje de lado la tradición -desde su fundación el FMI ha estado dirigido por un europeo- y se base en "la imparcialidad, la transparencia y los méritos". Brasil presiona en la misma dirección.
La ministra francesa Christine Lagarde es la mejor colocada para sustituir a Strauss-Kahn, tanto si este dimite como si es el consejo ejecutivo del Fondo quien le destituye, una solución que tampoco se descarta. Salgado dejó ayer patentes las preferencias de los ministros del euro: "Parece razonable que el director del FMI sea europeo: los países europeos somos los principales contribuyentes del Fondo, el actual director lo es y si en algún momento se prevé su sustitución, evidentemente, nos gustaría que lo fuera". Salgado apostó por una mujer para elevar la presencia femenina en puestos de responsabilidad. Eso deja prácticamente sola a Lagarde.
"Lo que el FMI necesita es una buena crisis", dijo hace ahora 10 años Michael Mussa, ex economista jefe del Fondo. Mussa imaginaba entonces una crisis económica que devolviera al Fondo un papel protagonista en la economía mundial. En lo que nadie pensaba es en un escándalo del calibre de una acusación por violación, que algunos países quieren aprovechar para modificar la correlación de poderes en el FMI en la misma dirección que el cambio de guardia en la economía mundial: Occidente a Oriente. Europa se resiste a ceder. "La crisis fiscal nos deja en una situación difícil y es lógico que los europeos queramos seguir teniendo influencia en el FMI", dijo el ministro sueco Anders Borg. Lagarde lleva dos días negándose a hacer comentarios sobre su posible candidatura. Pero al menos ha mantenido un silencio respetuoso: casi nadie en Europa da pábulo a la versión de Strauss-Kahn o apela a la presunción de inocencia. La excepción es el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, amigo personal del acusado: "Estoy triste. No me gusta nada lo que se ve en las fotos y televisión", acertó a declarar en Bruselas.
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