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Cameron se marca como prioridades la reforma política y reducir el déficit

El nuevo Gobierno británico quiere poner en marcha 23 iniciativas legislativas en un año y medio

La reducción del déficit público, una profunda reforma del sistema parlamentario británico y un mayor énfasis en las libertades civiles frente al poder del Estado configuran el eje del programa legislativo del nuevo Gobierno británico. El programa del ejecutivo de coalición entre conservadores y liberal-demócratas, encabezado por David Cameron, fue leído por Isabel II en el llamado Discurso de la Reina, como es tradicional.

Con la pompa de siempre pero la novedad de un gobierno de dos partidos, el Discurso de la Reina tuvo en esta ocasión la densidad de 23 iniciativas legislativas y ocho proyectos no legislativos para los próximos 18 meses.

Como era de esperar, la economía centró buena parte de esas iniciativas, como la creación de una Oficina de Responsabilidad Presupuestaria, llamada a ser un organismo independiente que deberá evaluar la sostenibilidad a largo plazo de las cuentas públicas; la reforma del sistema financiero para devolver al Banco de Inglaterra sus poderes como regulador de la City; la congelación del aumento de la cuota empresarial de las cotizaciones a la Seguridad Social aprobada por los laboristas; o la reforma del Estado de Bienestar para incentivar a la gente a trabajar.

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En materia de libertades civiles destacan la cancelación de los DNI y la destrucción de los actuales registros; la cancelación de las bases de datos de ADN y la revisión de los actuales sistemas de cámaras de seguridad en espacios públicos.

En reforma política, el programa incluye la propuesta de establecer legislaturas de una duración fija de cinco años; la reducción del número de diputados en los Comunes; el derecho de los votantes a destituir al diputado de su circunscripción si es culpable de un delito grave; o el proyecto de convocar un referéndum para reformar el sistema electoral.

Uno de los proyectos de ley más importantes, que será presentado mañana mismo en los Comunes, es el proyecto de Ley de Academias que permitirá a miles de escuelas, incluyendo colegios de enseñanza primaria, convertirse en academias independientes de los gobiernos locales paras ser gestionadas por compañías privadas, asociaciones de padres u organizaciones sin ánimo de lucro.

Otros proyectos de ley destacados son el que prevé la privatización parcial de Royal Mail, la compañía de correos; el que propone la elección directa de ciertos cargos policiales; o la extensión de los poderes para congelar bienes de terroristas.

Cameron y Clegg, sin oposición

En un día soleado, David Cameron y el viceprimer ministro y líder liberal-demócrata, Nick Clegg, aprovecharon la lógica expectación mediática y salieron juntos de Downing Street para caminar juntos hasta el cercano parlamento. Una forma de seguir la consigna de reducir el uso de coches oficiales predicando con el ejemplo. Pero también una manera de reafirmar su buen entendimiento. Su buena relación personal puede acabar siendo el elemento decisivo de una coalición cuyo futuro sigue siendo puesto en cuestión por gran parte de los medios y cuya supervivencia va a depender más del comportamiento de los diputados y militantes de ambos partidos que de lo que haga o diga la oposición.

Ahora mismo, la oposición no existe. Los laboristas parecen haberse tomado la derrota electoral como un saludable paréntesis tras 13 años en el poder. Saben que, por un lado, en los próximos meses el Gobierno va a tener bula mediática y ellos mismos no tienen mucho que hacer hasta que hayan elegido un nuevo líder en otoño. Confían en que las cosas empiecen a cambiar a partir de entonces, cuando el laborismo tenga un nuevo rostro y la coalición tenga que empezar a explicar cómo piensa afrontar los gigantescos recortes presupuestarios que habrá a partir de 2011.

En el debate que por la tarde siguió en los Comunes al matinal Discurso de la Reina, David Cameron estuvo inesperadamente enérgico y agresivo con los laboristas. Quizás esa dureza estaba dirigida a sus propias filas. Una vez instalados en el Gobierno, tanto Cameron como Clegg tienen ahora que evitar las rebeliones de sus propios diputados cuando haya desacuerdos en el Gobierno.

El peligro es mayor para Cameron, con un grupo parlamentario amplio en el que hay muchos nuevos diputados fieles pero también muchos veteranos que le tienen menos admiración. Muchos de ellos piensan que el nuevo primer ministro tenía que haber ganado las elecciones del 6 de mayo por mayoría absoluta y han aceptado sólo a regañadientes una coalición que les obliga a apoyar un programa de Gobierno con aspectos que no les gustan y a sacrificar iniciativas que ya habían dado por descontadas y que han desaparecido.

La reina Isabel II y su márido, el príncipe Felipe, se dirigen al parlamento para la sesión inaugural del Parlamento.
La reina Isabel II y su márido, el príncipe Felipe, se dirigen al parlamento para la sesión inaugural del Parlamento.AFP

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